DEBATE SOBRE EL ESTADO DE LA COMUNIDAD

Segundo 'round': un combate previsible y sin heridas

Con las elecciones sobrevolando el debate, la segunda sesión no deparó apenas sorpresas. El presidente Iglesias pudo presumir de haber salido casi 'ileso'.

El presidente Iglesias escucha atento la intervención de su socio, José Ángel Biel.
Segundo 'round': un combate previsible y sin heridas
ESTHER CASAS

Fue un debate aburrido y plomizo. Previsible. Los grupos cumplieron a la perfección el guión y solo cuando el 'padre' Biel tomó la palabra se hizo el silencio en las Cortes. Había expectación por lo que pudiera anunciar y nadie quería perderse el mensaje del partido bisagra. Advirtió desde el principio de que su discurso iba a ser diferente y no defraudó. El aviso para navegantes -con sus cinco condiciones innegociables tanto para PSOE como para PP- dejó a todos sentados en los asientos. Fue casi el único momento. Hasta entonces, el hemiciclo fue un continuo salir y entrar de diputados. Una imagen que se repetía también en la tribuna de invitados, donde esta vez la candidata del PSOE, Eva Almunia, dejó todo el protagonismo a Luisa Fernanda Rudi (PP), al ausentarse de la sesión.


"No quiero caer en la rutina que mata las ilusiones políticas y aleja a los ciudadanos de sus representantes", se arrancó Biel. Pero su consejo llegaba tarde para los demás. No hubo lugar para la sorpresa. De hecho, ningún grupo de la oposición se salió ni un ápice de lo que se esperaba. El PP hizo de la crítica al despilfarro su principal bandera para reivindicarse como alternativa de gobierno, IU cargó contra la derechización del PSOE por aquello de conservar su espacio político y CHA, tras un discurso un tanto disperso, acabó ofreciéndose a los socialistas. Si alguien tenía alguna duda, las autonómicas y municipales están a la vuelta de la esquina. Hasta el propio presidente lo reconoció en su despedida. "Este debate huele a elecciones", sentenció.

Pero por no haber, no hubo ni rifirrafes encendidos, ni sonadas enganchadas, ni descalificaciones personales. Dejando a un lado el fondo, el tono fue de lo más comedido. Eso sí, las cinco horas que duró el debate dieron para todo. Hasta para dejar Aragón durante un buen rato y enredarse en la economía global y las críticas al "Dios de los mercados". Obama y Merkel se colaron en los discursos. Hubo quien se retrotrayó a finales del XIX, para honrar al canciller Bismarck, padre de las pensiones. Volvió a hablarse de la crisis griega y de la responsabilidad del "activo tóxico" de Zapatero en la crisis económica.


Aterrizados de nuevo en la Comunidad, gobierno y oposición dibujaron -como no podía ser de otra forma- dos comunidades bien diferentes e irrenconciliables. "Del suicidio colectivo" al que animaba el PP con su "catastrofista" visión de Aragón, según replicaba Iglesias, se pasaba rápidamente al país de las maravillas del PSOE. "Podemos", alentaba el presidente emulando aquel lema televisivo acuñado para la Eurocopa de fútbol. Y todo ello, apoyado en datos, pues ya sabe de lo manipulable de las cifras.


Y si el lunes se echó en falta cierto aire de despedida en el discurso de Iglesias, la melancolía la puso ayer, también, el 'oráculo' Biel. "Nos acabarán echando de menos", vaticinó el aragonesista al dedicar un cariño a su socio: "No sabe el socialismo lo que le debe al señor Iglesias". Para jugar aún más al despiste, el líder del PAR no aclaró su futuro: "Desconozco si este será o no mi último debate tras 28 años", afirmó.


Y poco más deparó el segundo 'round' del debate del estado de la comunidad. Al final, el 'Marcelinato' celebraba su "victoria". Pese a no haber brillado, los deméritos de los demás le permitieron salir airoso. "Estamos indemnes, sin apenas rasguños", se felicitaban en el entorno del presidente. Y aportaban la receta de aquí a las elecciones: "Simplemente, no arriesgar". Toda una declaraciónde intenciones para lo que queda de legislatura.