santiago yus

"El reto son las listas de espera, que ahora incluyen pacientes a los que no se les trasplantaba"

Coordinador de trasplantes del hospital de La Paz, de Madrid, donde se ha practicado un trasplante multivisceral a un niño de 4 años.

Santiago Yus, ayer en la puerta del hospital de La Paz, en Madrid.
"El reto son las listas de espera, que ahora incluyen pacientes a los que no se les trasplantaba"
ENRIQUE CIDONCHA

Hace unos días especialistas de La Paz practicaron un trasplante multiorgánico a un niño de 4 años, ¿cómo se encuentra el pequeño en estos momentos?

Evoluciona favorablemente. Le han retirado el ventilador y ha contestado a unas palabras. La situación va mejorando, pero es un proceso en el que hay que guardar prudencia.

Después de un trasplante de cinco órganos: hígado, estómago, duodeno, intestino delgado y páncreas, ¿cuál es el tiempo de recuperación estimado?

Basado en otros niños al que se les ha hecho también un trasplante multivisceral, los tiempos teóricos si todo va bien, son dos o tres semanas en la uvi y alrededor de tres meses en planta.

Una recuperación muy larga...

Imagínese, es un trasplante que incluye el intestino y tiene que reeducársele la alimentación. El intestino es el órgano más complejo de trasplantar, porque por él absorbemos todas las sustancias alimenticias. Allí, hay muchas defensas, que vigilan que no se absorba nada malo. El intestino es uno de los órganos que genera más rechazo en el receptor. Por eso, es complicado y en el adulto no se ha generalizado.

¿Cómo y cuándo se planteó un reto de estas características?

Desde el 2003, se han hecho trasplantes intestinales. Pero lo novedoso de este caso han sido las dramáticas circunstancias. Durante una cirugía, al intentar extirparle un tumor, se produjo una falta de riego sanguíneo que dañó otros órganos, y había que sustituirlos. La única posibilidad era hacerle un trasplante de todos.

Me imagino que en casos como estos, en los que el paciente es un niño de corta edad, es difícil no implicarse, ¿no?

Los sentimientos no son buenos a la hora de tratar pacientes o a la hora de ayudarles. El sentimiento te nubla la razón. Siempre le digo a los residentes que cuando entren en la habitación, dejen los sentimientos en la puerta, vean al paciente con serenidad y se guíen por la razón.

Pero siendo un niño tan pequeño...

Aquí es lo mismo. Lógicamente, es un niño, sientes pena, pero lo que quieres es hacer algo para ayudar. Quieres generar confianza en los padres, que sepan que se está haciendo todo lo posible, más que estar todo el rato consolándoles. Lo que hay que hacer es trabajar para alcanzar una solución.

¿Es tan difícil como hablar con alguien que dona los órganos de un familiar recién fallecido?

Nuestra labor como coordinadores de trasplantes de los hospitales es hablar con los familiares. Identificamos a los pacientes que han fallecido y pedimos la donación. Estamos ya un poco acostumbrados.

¿Cuál es la situación más dura a la que se ha tenido que enfrentar?

Como coordinador, fue una vez en la que un chico joven no pudo ser donante. La familia se había despedido de él por la mañana como todos los días para ir a trabajar y dos horas después, los médicos le comunicaban que había muerto en un accidente de tráfico. Al valorarle, vimos que no podía ser donante, lo que supuso un dolor añadido a la familia. La donación puede servir un poco de alivio. Es una de las situaciones más amargas que recuerdo.

Donar es solidaridad, ¿cómo se puede convencer a la gente de la necesidad de hacerlo?

Lo más importante es que tus allegados lo sepan. Todos lo pensamos alguna vez, pero hablar... Si no hablas de ello, parece que no puede suceder. Siempre decimos, háblelo. Si los demás saben tú opinión, alivias mucho a los familiares. Si, previamente, se ha hablado se ven aliviados de la carga de la decisión.

Es una decisión que salva vidas...

Es lo mejor que puedes hacer en tu vida, hacer algo por otra persona. Dar vida a otra persona.

Muchos países quieren copiar el sistema español de trasplantes. ¿Cuáles son esas características que le hacen especial?

Lo que diferencia a España es la profesionalización del coordinador de trasplantes. En muchos países, sigue siendo un ayudante de los servicios trasplantadores... No suele ser un médico, mientras que aquí está totalmente profesionalizado. Prácticamente el 100% son médicos. Trabajamos desde dentro e identificamos a los pacientes. En España se identifican muchos. España tiene muchos donantes.

¿Y cuál es el reto?

El reto son las listas de espera. En riñón, por ejemplo, suben. Y eso, a pesar de que cada vez se hacen más trasplantes renales. Se van incorporando pacientes que antes no se trasplantaban. Pacientes de edad más avanzada, que ahora entran en diálisis y, por lo tanto, pueden entrar en trasplante.

Se está hablando últimamente, de la figura del buen samaritano. Aquel que dona en vida a un anónimo, ¿este es el futuro?

Con donantes muertos no vamos a poder suplir las necesidades. Y, sobre todo, en procesos pediátricos. El reto es la síntesis de órganos a través de matrices. Cojamos una matriz sin células de un riñón o un corazón, pongamos las células del receptor, que hagan crecer un nuevo órgano. Pero para esto quedan años... Nuestros hijos lo verán.