JUICIO POR EL CRIMEN DE FAGO

Piezas que no encajan

El próximo miércoles, el presidente de la Audiencia Provincial del Huesca, Santiago Serena, pronunciará el consabido "visto para sentencia" y el juicio por el crimen de Fago entrará en una fase decisiva. Especialmente para el único acusado, Santiago Mainar Sauras, para quien se piden 21 años de prisión por el asesinato de Miguel Grima Masiá. El pasado lunes, el guarda forestal negó la mayor y solo se reconoció autor de "una ficción novelada" para exonerar a los vecinos del pueblo de la presión policial y mediática. Pero a medida que ha ido transcurriendo la semana, las declaraciones de testigos, investigadores y peritos han ido haciendo mella en el ímpetu del presunto homicida. Desde el banquillo, asiste en silencio al desfile de testigos, investigadores y peritos. Calla, pero casi todo el mundo le cree sabedor de la verdad. Del único orden en el que encajan las piezas del puzle de Fago.

Bidegaín, el único testigo

Los forenses que practicaron la autopsia al alcalde sitúan el momento de su muerte entre las 21.30 y las 22.20 del 12 de enero de 2007. Y a esa hora, el médico donostiarra Iñaki Bidegáin -que tiene una casa en Fago- se cruzaba con el asesino en la carretera de Majones. Iba acompañado de su mujer y su hija, de 11 años, pero solo él llegó a cruzar unas palabras con el homicida. En el juicio, este especialista en parálisis cerebral aseguró que pudo verle la cara, e insistió en que está “casi seguro” de que no era Mainar.


Bidegáin, que reconoce que su relación con el alcalde “se había enfriado”, fue identificado por su viuda como uno de los ideólogos del grupo de oposición. Y, hasta ahora, el testimonio del médico es la mejor coartada con la que cuenta el guarda forestal para intentar evitar la cárcel. Conforme con el “siga su camino” que le dio el asesino, el testigo tomó rumbo a Fago sin mirar ni siquiera por el retrovisor. Al día siguiente, sabedores de que la Guardia Civil buscaba a Grima, ni Bidegáin ni su mujer acudieron a hablar con su esposa o con los agentes para contarles que habían visto su coche.


Una y otra vez, el médico insistió en que aquel incidente en la carretera le pareció “algo normal”. Dijo también que, durante la reconstrucción de los hechos, la jueza llegó a ponerse en el asiento de su coche para ver si ella podía ver el rostro del asesino. “Giró el cuello hasta que paró y exclamó: ¡Le he reconocido!”, manifestó Bidegáin._Sin embargo, una de las investigadoras de la Unidad Central Operativa le desdijo el jueves, recordando que la jueza dijo que era “imposible” ver la cara del homicida.

El coche cerrado o abierto

 

El ADN y los restos biológicos de Santiago Mainar hallados en el coche del alcalde son la principal prueba objetiva contra el procesado, porque confirman que el guarda estuvo en el vehículo. Durante su confesión, les dijo a los agentes que nunca se había subido al Mercedes. Sin embargo, cuando cambió de estrategia y decidió proclamar su inocencia, rectificó y aseguró que lo movió unos días antes del crimen, porque estaba bloqueando la salida de sus naves. Con esta nueva versión, conocedor ya de que había dejado ‘huellas’, Mainar intentaba justificarlas._Y no conforme con esto, en su declaración del pasado lunes manifestó que se había subido al turismo otras dos veces más. La última, casualmente, la misma tarde del asesinato.


Sin embargo, la viuda de Grima, Celia Estalrich, y varios de los amigos del fallecido han insistido durante los interrogatorios en que el coche y la furgoneta “siempre estaban cerrados”._“Desde que le cortaron los frenos, se había vuelto una persona muy precavida”, señalaron.

El arma los restos de disparo

 

Cuando se arrestó al acusado, aseguró que no había disparado un arma desde hacía varios meses. Sin embargo, un día después del hallazgo del cadáver de Grima, la Guardia Civil sometió a varios vecinos -incluido el forestal- a las pruebas de restos de disparo, y solo hubo un resultado positivo: el de Santiago Mainar. El laboratorio localizó partículas “específicas” de plomo, bario y antimonio en la mano izquierda del procesado (que además es zurdo). Y como explicaron el miércoles los peritos, esa combinación de elementos solo puede ser consecuencia de la detonación de un arma. La defensa mantiene que ese positivo obedece al contacto habitual de Mainar con cazadores y a la recogida de cartuchos en el monte. Sin embargo, para los especialistas, esa posibilidad es “mínima”.


Respecto al hecho de que no se haya encontrado la escopeta, dos peritos recordaron al tribunal que es más importante hallar el cartucho, porque es en su parte metálica donde queda la muesca que permite identificar el arma.

las cataratas mainar veía bien

 

El abogado de Santiago Mainar ha convertido los problemas de visión de su cliente en uno de sus principales argumentos de defensa._Mantiene que con cataratas y de noche no pudo apuntar. Sin embargo, ni los forenses que declararon el miércoles ni el oftalmólogo que operó al acusado mantienen esta tesis. Todos ellos coinciden en que a una distancia de menos de diez metros, Mainar podía ver perfectamente. No obstante, había sido ya intervenido del ojo izquierdo, con el que tiene una agudeza visual del 80% sin gafas y del 90%, con ellas.