SANIDAD

Nada escapa al ojo del buen inspector

La luz, la temperatura de la cocina, la caducidad de los alimentos, la limpieza... Más de 200 profesionales llevan a cabo los controles de los establecimientos que manipulan alimentos en toda la Comunidad.

El encargado enseña los papeles al inspector.
Nada escapa al ojo del buen inspector
J.M. MARCO

Buenos días, venía a hacer la inspección". A Miguel Lorente casi no le hace falta presentación. Lleva cinco años cubriendo la misma zona, y los responsables de Berges, un conocido restaurante de la avenida de Navarra de Zaragoza, saben perfectamente cuál es su misión. Le habilitan una pequeña mesa en el comedor, donde va comprobando documento tras documento que el establecimiento cumple con su plan de autocontrol: desratización periódica, limpieza, control de dos productos, potabilización del agua. "Son ellos mismos los que tienen que apuntar las deficiencias que observan y cómo las han corregido. Eso es lo importante", apunta el inspector. Después de más de diez minutos de exhaustiva comprobación, el primer asalto superado. Aunque queda la prueba más dura. La inspección visual de todo el establecimiento. Y no es simple rutina.

Miguel entra en la cocina, donde rastrea hasta el último rincón, tal y como marca el Programa de Control de Comidas Preparadas que establece la Pacca (este protocolo se debe pasar al menos una vez, luego existe un modelo más abreviado).

Revisa la limpieza, las cámaras frigoríficas, los puntos de lavado (incluido si hay jabón) y hasta las herramientas de trabajo... Un pequeño problema: "En las cocinas no puede haber utensilios de madera. Está totalmente prohibido", señala. El encargado se apresura a apartarlas. "Las tiraremos", confirma.

La actividad continúa en la cocina y Miguel coloca estratégicamente un termómetro encima de uno de los mostradores. "No puede superar los 25 grados", explica. Es dos grados superior. "Está un poco alta, igual tienen que pensar en poner aire acondicionado...", aconseja.

Sigue la inspección en el resto de la cocina. Nada se escapa al ojo de este 'controlador'. Con un luxómetro controla la luz y pasa a las cámaras de almacenamiento de alimentos. "Hay que vigilar la caducidad, que estén tapados, bien colocados, que no haya ninguno en el suelo... ", destaca.

Los vestuarios y los baños (tanto de los clientes como del personal), el almacén y la barra del bar también pasaron la revisión. Y, por fin, llegó el resultado final: "En casi todos los locales encontramos siempre pequeñas deficiencias, para que corrijan en la próxima visita. Pero en conjunto, ha salido bien", subraya Miguel. Todo queda reflejado en el libro de seguimiento. Así, nada escapa al ojo y al control del inspector.