CRISIS DEL CARBÓN

Minería: en busca de un futuro mejor

Cansados de los hachazos que recibe el sector, los mineros de Teruel y Mequinenza temen que se repitan los fallos de la reconversión de la cuenca minera central, con destrucción de empleo y emigración.

Entrada de trabajadores a Casting Ros, en Utrillas.
Minería: en busca de un futuro mejor
ANTONIO GARCíA

El tren del Museo Minero de Escucha se desliza con lentitud hacia el fondo de la galería, que recuerda el esqueleto de una ballena. Son 200 metros de bajada y la guía, Rosa María Rodríguez, empieza explicando que este centro es el único de España abierto en una mina de carbón de verdad, llamada 'Se verá'. Cuando la explotación estaba en activo, trabajaban en ella 140 personas, ahora solo siete. Cerró en 1968 al agotarse el mineral, como una premonición de la fuerte regresión que aguardaba al sector del carbón en esa zona de la provincia de Teruel.

A finales de los 80 del siglo pasado, la cuenca minera central, con 1.600 mineros, se encontraba en la misma situación que atraviesa ahora la comarca de Andorra-Sierra de Arcos y Mequinenza, con 800. Pesaba sobre ella la amenaza de un proceso de reconversión. Las emisiones de CO2 y óxido de azufre por la combustión del carbón, el mejor precio del lignito de importación y la llegada de las llamadas energías limpias o renovables, jugaron en su contra y los gobiernos europeo y español apostaron por echar el cerrojo en las explotaciones mineras y ofrecer a la población otras alternativas de vida.

Con la perspectiva que dan los más de 20 años transcurridos, la otra guía del Museo Minero, María Luisa Acerete, y la recepcionista del mismo, Lorena Tirado, coinciden en que la población logró salir del pozo minero y encontrar otras actividades laborales, si bien de este cambio el territorio no salió indemne. Con la reconversión, se destruyó empleo, pues se crearon 700 empleos frente a los 1.600 que había con las minas. Quienes no se recolocaron -recibieron indemnizaciones o fueron prejubilados- emigraron a otras ciudades y la población quedó reducida a la mitad. "En Escucha llegó a haber 15 bares y ahora hay 4 y lo mismo ha ocurrido con los comercios y otros servicios", señalan.

Reciclaje

Como recuerda uno de los sindicalistas que más de cerca vivió la reconversión de la cuenca minera central, Jesús García Duque, de UGT, el proceso de transformación no fue nada fácil. En la zona existía desde hacía décadas un monocultivo del carbón por lo que costó mucho reindustrializar la comarca y además, los mineros tuvieron que reciclarse y aprender otro oficio.

Las primeras empresas que se instalaron en la zona al calor de las subvenciones oficiales se fueron a pique al poco tiempo, víctimas de la falta de solvencia y de la inexperiencia de sus responsables, y también de la precariedad de las comunicaciones en el montañoso corazón de la provincia. Hasta el Gobierno aragonés fue salpicado por este fracaso, al haber avalado una de sus sociedades créditos bancarios de aquellos industriales y tener que hacer frente a sus impagos.

De todo eso se aprendió y otras fábricas dieron mejor resultado. Es el caso de la fundición Casting Ros, en Utrillas, con más de 400 empleos, casi todos ellos ocupados por hijos de mineros, que de esta forma, no han tenido que emigrar. "Menos mal que tenemos esta industria. Aquí hay muy poco para elegir", dice Óscar González, uno de los trabajadores de la compañía.

Ahora, cansados de los hachazos que periódicamente recibe el sector del carbón, los mineros de Andorra-Sierra de Arcos luchan por mantener vivo el territorio mediante la creación de empleo para ellos y para sus descendientes. La reconversión minera de finales de los 80 también les afectó a ellos -se cerraron al menos dos explotaciones en Alloza-, si bien en menor medida que a sus compañeros de la cuenca minera central.

Aurelio Rodrigo, secretario de UGT en la comarca andorrana, sostiene que hay que diversificar la economía para no depender exclusivamente de la minería, sujeta a fuertes caídas. En este sentido, su formación sindical y otras reclaman la creación de polígonos industriales de vanguardia tutelados por el Gobierno aragonés. De esta forma, los sindicatos intentan evitar que se repitan los fallos de la anterior reconversión del sector en la provincia. "No por ello -explica Rodrigo- dejaremos de luchar por el carbón, la principal fuente de riqueza de la zona".

No todos piensan igual. La Asociación de Empresarios de Andorra-Sierra de Arcos hace valer su trabajo constante en los últimos años y sostiene que antes que nuevos polígonos industriales quizá convenga apoyar los que ya existen y que están dando sus frutos, como los tres que hay en Andorra: el Parque Empresarial, la Umbría y la Estación. En ellos, desde hace tiempo y como relata el vicepresidente de la agrupación empresarial, Ángel Manuel Félez, se están instalando empresas respaldadas por 'Somudan', una sociedad que gestiona los fondos Miner -ayudas a la reindustrialización- y aglutina a todos los partidos políticos y agentes sociales, los cuales han hecho un pacto por el progreso de la comarca.

A juicio de Félez, ese apoyo político y social, modélico en la provincia, ha evitado que la crisis económica golpease de lleno a la comarca. No obstante, admite que las industrias existentes no son suficientes para hacer frente a la grave recesión que vive el carbón.