Los herederos de Mauthausen

Cuando a Florentina Pericas, de 73 años, se le pregunta por su padre, sus ojos se arrasan. "No lo conocí", dice todavía con dolor de corazón. Florentina nació en 1936 en Urrea de Jalón (Zaragoza). Allí se crió con sus abuelos maternos, mientras su madre marchó a trabajar a la capital. Su infancia no fue fácil. En plena Guerra Civil, un familiar mató a su abuelo paterno y a un tío. Su padre, Rogelio, tuvo que huir y acabó detenido en Francia en 1940. Sus últimos meses de vida los pasó en los campos de concentración de Mauthausen y Gausen, donde falleció en 1941.

A Florentina solo le quedan algunas fotografías de un álbum cargado de recuerdos. Aunque cuando era una niña nadie le explicó lo que había ocurrido con su padre y por qué no podía verlo, tiempo después pudo enterarse de que su padre fue testigo y víctima de las atrocidades que cometieron los nazis en los campos de concentración. Los hijos de Florentina localizaron a su abuelo en un listado de españoles muertos en campos de exterminio.

"En aquellos años, nadie decía nada. Solo sabía que mi padre estaba en Alemania y que mi madre pensaba que volvería algún día", comenta Florentina. Pero no lo hizo. Como consuelo, a Florentina le quedan las palabras de un conocido que también estuvo preso en Mauthausen y compartió mucho tiempo con su padre: "Dicen que él me quería mucho y que, muchas veces, cuando hacía algo decía 'esto para mi hija'".

Gracias al certificado de Cruz Roja Internacional, Florentina ha podido saber las fechas exactas y los campos de concentración donde estuvo su padre. El 21 de octubre de 1940, Rogelio, que entonces tenía 30 años, fue detenido en Francia. El 15 de enero de 1941 ingresó en un 'stalag' o campo para prisioneros ubicado en Bremen. Apenas unos días más tarde pasó a Mauthausen, donde ingresó con el número de preso 5.680 y, de allí, fue trasladado a Gausen, donde falleció el 1 de septiembre de 1942.

Al igual que Rogelio, casi 9.000 españoles fueron presos en los campos de concentración nazis. Según el último censo elaborado por un grupo de investigadores de la Universidad Pompeu Fabra, la cifra exacta es de 8.964 españoles, de los que 1.011 eran aragoneses.

Ahora, su hija ha comenzado los trámites para solicitar la pensión de orfandad. El Gobierno francés aprobó en 2004 una indemnización para los huérfanos de padres víctimas de actos de barbarie durante la II Guerra Mundial (1939-1945). La pensión es de 27.000 euros o puede cobrarse una renta vitalicia de 457 euros al mes.

Pilar Pardo, investigadora y cofundadora de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, se ha puesto en contacto con muchas familias por toda España, entre ellas la de Rogelio.

Desde hace unos meses está trabajando en Aragón, donde gracias a la colaboración de algunos ayuntamientos ha conseguido localizar a los familiares de las víctimas. Hasta ahora, según detalla Pardo, ha contactado con 28 familias aragonesas (11 en Huesca, nueve en Teruel y ocho en Zaragoza). De estas, a cuatro ya les han concedido la indemnización y once más han comenzado los trámites para solicitarla.

Una vez que dispongan de las partidas de nacimiento y los certificados de defunción de los deportados, las solicitudes deben presentarse en el consulado de Francia en Madrid o en Barcelona. El certificado de Cruz Roja Internacional puede sustituir a este último documento.

Se calcula que solo en Maut-hausen hubo unas 120.000 víctimas, a las que hay que sumar las de los campos de concentración anexos. Al de Mauthausen, ubicado cerca de la ciudad austriaca de Linz, llegaron los primeros prisioneros desde Dachau en agosto de 1938. En el 43 se instaló la cámara de gas, junto al crematorio. La liberación se produjo el 5 de mayo de 1945.