NUEVO MODO DE EXPLOTACIÓN INFANTIL

Los grupos de niños carteristas comienzan a actuar también en las calles de Zaragoza

Los menores son obligados a robar por sus padres, que los trasladan diariamente desde Calatayud y Cariñena

Los descuidos, como se muestra en esta simulación, son el momento elegido para actuar.
Los grupos de niños carteristas comienzan a actuar también en las calles de Zaragoza
heraldo

Cambian las formas, cambian los tipos pero el objetivo es siempre el mismo: robar al descuido. En el universo de los carteristas sobreviven los de toda la vida y se incorporan nuevos aspirantes que, al fin y al cabo, no son sino perfiles repetidos que aparecen y desaparecen por épocas.

En ciclos de crisis, como este, regresa el conocido como "hurto famélico", es decir, el cometido en estado de necesidad con el objetivo de saciar el hambre. Así ocurrió recientemente en un supermercado de Zaragoza, donde un hombre fue sorprendido llevándose una barra de pan y una lata de sardinas. A la cajera se lo dijo claro: "Es para comer". Y salió a la calle, se puso sobre un coche, abrió la lata y la barra de pan y se hizo un bocadillo. Los responsables llamaron a la Policía y esta acudió a detenerlo por una falta.

 

Esta modalidad convive en la actualidad con los típicos descuideros: los que usan los autobuses para sustraer las carteras; los que se arriman en las aglomeraciones para meter las manos en chaquetas, pantalones y mochilas; o los que pillan los bolsos de los montones que se forman en los bares de copas o de los respaldos de las sillas mientras sus dueñas desayunan en cafeterías.

 

Pero ahora llega una nueva forma sustentada en una clara explotación infantil. Lo que hasta ahora solo ocurría en Barcelona o en Madrid, ya se puede ver a Zaragoza. La Policía ha detectado grupos de niños de 11 y 12 años, rumanos de etnia gitana, que son trasladados diariamente por sus padres desde Cariñena o Calatayud y que literalmente los sueltan en la ciudad para que roben carteras o cualquier objeto de valor. Su zona de acción son Las Delicias, pero ya se han asomado por el centro. Actúan de dos en dos y hacen un trabajo "muy fino". La víctima ni se entera.

El Grupo de Carteras de la Policía poco puede hacer con ellos. Son menores inimputables, de menos de 14 años que, además, van indocumentados. Esto significa que no hay manera de ponerse en contacto con sus padres -a quienes se les podría exigir alguna responsabilidad- y deben ser trasladados al Centro de Orientación y Acogimiento (COA) del Gobierno de Aragón, unas dependencias de las que se van en cuanto llegan. "Incluso alguno se ha bajado del propio coche que lo trasladaba antes de llegar al centro", explican fuentes policiales.

Hurtos famélicos y descuideros

Entre estos tipos de hurtos, los famélicos y los descuideros, funcionan los grupos organizados. Delincuentes que residen en Madrid o Barcelona y que se alquilan un coche entre cuatro o cinco, se plantan en Zaragoza, se alojan en algún hotel u hostal y se ponen a funcionar. Cuando llenan el maletero, se van por donde han venido.

 

El origen de los sirleros marca muchas veces su forma de actuar. Los sudamericanos trabajan en grupo y se desplazan a otras ciudades; los españoles lo hacen en solitario y muchos, condicionados o no por el consumo de drogas, aceptan encargos de los receptadores. El repunte del consumo de heroína, que está enganchando a mucho joven rumano, ha sacado a estos a las calles y también a las iglesias: entran en los templos y aprovechan el momento en que las feligresas van a comulgar para levantarles el bolso.

Cuidado para las fiestas del Pilar

A todos estos, la competencia les llegará próximamente, durante las fiestas del Pilar. Aterrizan italianos especialistas en las grandes aglomeraciones (los toros son sus favoritas); chilenos que arrasan los autobuses y gitanas con sayas que echan la buenaventura y leen la palma de la mano. Cuando esto le ocurra, esté pendiente de los anillos o relojes que lleve, ya que pueden desaparecer delante de sus ojos y sin que se entere.