Los diputados controlaban quién adoptaba a los niños de la Inclusa hasta 1974

Elegían por turno los hijos de las madres solteras para las familias recomendadas, contra la ley de adopción de 1970.

Edificio de la Maternidad provincial, en el paseo de María Agustín, que se abandonó en 1981.
Los diputados controlaban quién adoptaba a los niños de la Inclusa hasta 1974
HERALDO

A punto de concluir la dictadura, los diputados provinciales de Zaragoza disponían del privilegio de seleccionar por riguroso turno a los niños de la Inclusa para darlos en adopción a la pareja que decidieran.

El correturno se convirtió en un derecho de los diputados más que un ejemplo claro de la corruptela en la Maternidad provincial. No se seleccionaban las características de la familia adoptiva elegida, salvo la amistad con el diputado que elegía.

A lo largo del ejercicio de 1974, la Diputación Provincial corrigió la situación, que era un tráfico de niños. Se vulneraba la ley de adopción aprobada en 1970, donde su función social era proteger al menor y un instrumento de integración familiar. "Se cambiaron los límites de edad de los adoptantes, de 45 años a 35. Parecía que los elegidos buscaban que los cuidaran en la vejez", señaron fuentes oficiales.

Las dos asistentas sociales de la Maternidad provincial ayudaron a los responsables de la DPZ en corregir el control de la adopción, que no tenía sentido social. En 1974 se regularizó la selección de las familias escogidas a través de informes médicos, psicológicos y un criterio profesional, a pesar de las protestas respecto a casos concretos de un cardenal y algún diputado, que no asumieron perder su poder.

Devolución de los rebeldes

La corrección llegó a impedir ejemplos sangrantes como devolver a los niños adoptados cuando crecían y si se mostraban rebeldes. Fuentes oficiales que desvelaron a HERALDO el método empleado hasta 1974 detallaron casos como un joven disminuido físico que padeció un trauma para toda su vida cuando su familia adoptante optó por devolverlo a mediados de los años 70, cuando la Maternidad provincial se había trasladado desde el paseo de María Agustín a la Ciudad Pignatelli.

"Cuando visitabas la Maternidad se te abrían las carnes porque los niños se te echaban a los pies. Necesitaban mucho cariño. Pero el secretismo de la Inclusa y los hijos naturales continuaba. Las madres decían que si lo contaban en su casa las habrían matado", denunció esta misma fuente, que opta por omitir su identidad y la identidad de los diputados que se beneficiaron. "Pero elderecho de saber quién era tu madre no prescribe nunca", dice.