ENTREVISTA

"Llegué a pensar que viviría mi última noche en esa cueva"

Aislado durante cuatro días a 10 grados bajo en los Montes de Beceite, sin agua ni comida, y con solo un saco de dormir y una funda aislante, tuvo que comer nieve para sobrevivir.

"Llegué a pensar que viviría mi última noche en esa cueva"
"Llegué a pensar que viviría mi última noche en esa cueva"
EFE/JAUME SELLART

El montañero Pedro Carrasco se ha convertido en el protagonista de una auténtica odisea tras pasar cuatro noches perdido en los montes cercanos a Beceite, en pleno temporal. La presencia de una minúscula cueva permitió que el murciano de 31 años fuera encontrado el lunes con vida en "tierra de nadie", entre Teruel y Tarragona. Carrasco presentaba síntomas de hipotermia y desnutrición, que le trataron en el Hospital Comarcal de Mora de Ebro, de donde fue dado de alta ayer al mediodía. A pesar de la experiencia, Carrasco asegura que volverá a intentarlo en abril.

 

¿Cuál fue el punto que desencadenó esta odisea?

Llevaba ya tres días en la montaña recorriendo el GR8 entre Beceite y Villel. Sin embargo, fue el jueves, día en que debía acabar la travesía, cuando me perdí. No conocía la predicción del tiempo y no consideré peligrosos los pocos copos que caían esa mañana. Sin embargo, a lo largo de la jornada, la nieve llegó a borrar la señalización del camino y me desorienté. Lo único que tenía era un GPS para indicarme las coordenadas y un móvil que no funcionaba porque el día anterior, con la lluvia, se caló. Con lo cual, no podía avisar a nadie para que me sacara de ahí. Además, durante el día me crucé con un guarda forestal que me aconsejó un camino para llegar a Beceite antes de que anocheciera. Sin embargo, quise apurar las horas de luz y tardé en reaccionar. Al final me encontré en lo alto de un barranco con la nieve cubriéndome las rodillas.


¿Qué pensó cuando se vio en esa situación?

Pensé en que tenía que buscar un sitio para pasar la noche. Con tanta nieve y a diez grados bajo cero, lo más importante era mantenerse a salvo hasta que llegaran a rescatarme. Yo sabía que vendrían porque le di a mi hermano y a una amiga el recorrido que pretendía llevar a cabo. Además, ellos sabían que el jueves debía llegar a Beceite y, al no dar señales de vida, era lógico pensar que había ocurrido algo. La única duda que llegué a plantearme era saber por dónde empezarían a buscar, ya que planifiqué dos posibles alternativas. Esa misma noche la pasé en una pequeña cueva, 'de cuerpo', tal y como yo la llamo. Era diminuta, tanto que al mínimo movimiento podría caer. Aguanté todo el tiempo despierto, por el frío y los nervios. Tenía que mentalizarme de todo lo que estaba ocurriendo.


La primera noche fue intensa, ¿pero cómo pudo sobrevivir cuatro días perdido en la montaña nevada?

Fue difícil. Tuve que aguantar todo ese tiempo sin llevarme nada a la boca porque no disponía de comida y el agua no duró mucho. En el momento en que se terminó, empecé a comerme la nieve. El frío fue el principal problema, y lo único que tenía para enfrentarme a él era mi saco de dormir y una funda.


¿Se desesperó al ver que tardaban en rescatarle?

Me desesperé bastante y más cuando veía a los helicópteros buscando por zonas en las que yo no estaba. La cueva en la que me guarecí estaba situada en lo alto de un barranco y los agentes de la Guardia Civil buscaban por la parte más baja de éste. El primer día no dejaba de hacer señas con mi anorak rojo, pero es que a esa distancia, ver a un hombre es casi imposible. Así que decidí bajar hasta la zona que estaban rastreando. Bajé todos los días hasta que me encontraron. El problema, sin embargo, era que hasta que se produjo el rescate subía y bajaba el barranco con las extremidades congeladas, en ayunas y sin haber dormido nada. Estaba exhausto. Llegué a pensar que viviría mi última noche dentro de esa cueva.


Aunque más tarde de lo deseado, el rescate llegó. ¿Cómo definiría ese momento?

Fue un momento extenuante y muy alegre. En un principio estaba desorientado y cansado por todo lo vivido. Necesitaba descansar y, sobre todo, calentarme. Pero me encantó saber que había decenas de personas buscándome. Vinieron en mi ayuda la Guardia Civil de Montaña de Mora de Rubielos, Bomberos y varios helicópteros. Además, los vecinos de Beceite, según me ha contado mi hermano, se volcaron en el rastreo. Muchos, como el alcalde de Beceite, Alberto Moragrega, han movido cielo y tierra, lo cual les agradeceré de por vida. Y espero hacerlo en persona.


Ya desde la lejanía, ¿considera que estaba preparado para vivir una situación extrema como ésta?

Nunca se está preparado para esto ni nada parecido. El material que llevaba era mínimo: el saco y la funda, un foco, comida, agua y ropa de recambio. No llevaba nada más porque no esperaba la nevada y porque en otras ocasiones el exceso de equipaje me ha obligado a dar la vuelta. Psicológicamente, creo que he aguantado bastante bien, aunque las últimas horas fueron críticas. La noche previa a mi rescate la pasé mentalizándome de que tenía que moverme y salir de la cueva, aunque no podía mover ni un músculo.


¿Seguirá disfrutando de la montaña como antes?

Seguiré disfrutando de la montaña mucho tiempo más. Es habitual perderse y ésta solo ha sido una anécdota más, aunque algo dura. De hecho, con esta salida sólo quería prepararme para la que llevaré a cabo en abril con un pequeño grupo de montañeros del Club Alpino Universitario de Zaragoza. Solo espero que la próxima vez que vuelva a Beceite no viva otra vez ningún otro incidente similar.