PIRINEO

Las pistas de esquí se ponen a punto

Cuando llega el verano y las estaciones cierran sus puertas comienza otro tipo de temporada, centrada en el mantenimiento de sus instalaciones de cara a la nueva época invernal y que incluye desde la revisión de sus remontes hasta la reforestación de sus montañas

Paradójicamente, el verano es una época clave para las estaciones de esquí. Cuando los cinco complejos de nieve altoaragoneses cierran sus puertas en el mes de abril da comienzo otro tipo de temporada, centrada en realizar una larga lista de trabajos de mantenimiento que ponen a punto sus instalaciones para el invierno siguiente. Revisar los remontes eléctricos y hacer pruebas de carga, resembrar los campos o preparar las nuevas campañas de márquetin para atraer a nuevos visitantes son algunas de las labores para poner en rodaje un motor que no dejará de funcionar a pleno rendimiento durante cinco meses en los que recibirá a miles de esquiadores al día. Es por ello que las estaciones invierten gran parte de su presupuesto anual en estos trabajos. El grupo aragonés de la nieve, Aramón, destina un 80% del total de su presupuesto en este periodo, lo que se traduce en una inversión de varios millones de euros entre los meses de junio y noviembre.


Los trabajos comienzan cuando se retira la mayor parte de la nieve -normalmente en abril- con el desarme de la estación. Las colchonetas, balizas, cañones de nieve artificial, vallas y pancartas publicitarias que visten los complejos durante el invierno se recogen y guardan, dejando la montaña en su estado natural. Si queda algo de nieve, aunque sea escasa, el personal de pistas aprovecha las máquinas pisanieves y las motos de esquí para llevar a cabo la retirada de todos esos elementos. Así, cuando el manto de nieve desaparece y la montaña queda al desnudo "lo único que queda son los pilones de los telesillas y arrastres y, por desgracia, mucha basura que tiran algunos esquiadores desde las telesillas", lamenta Marcos Martínez, responsable técnico de la estación de Cerler.


Unos 160 trabajadores


El mes de mayo se centra en la planificación de todos las trabajos de mantenimiento y las nuevas inversiones y proyectos a ejecutar el mes siguiente, en junio. Las tareas de mantenimiento se dividen en las obligatorias, que deben cumplir las normas legales de conservación, y las que se encargan de los trabajos preventivos para que las instalaciones funcionen correctamente durante todo el invierno: revisión de remontes, comprobación del estado de las máquinas pisanieves, análisis de los aparatos de nieve artificial, verificación de los tornas de acceso y de los sistemas antialudes, realización de la hidrosiembra y la reforestación y ejecución de los drenajes.


En total, unas 160 personas se encargan de todo ello entre las cinco estaciones de esquí. Un 90% son personal de la propia estación, dividido en fijo y en eventual-fijo (que solo trabaja fuera de temporada). El resto de actividades, normalmente las que necesitan de una mayor cualificación, suelen realizarlas empresas externas. Es el caso de la revisión de los cables de los remontes que, con una tendencia cada vez mayor, se lleva a cabo a través de compañías especializadas que someten la instalación a un ensayo magnetoinductivo para comprobar su óptimo estado.


Pruebas con bolsas de agua


Por partes, los remontes mecánicos se someten a una revisión que se divide en un estudio mecánico y otro eléctrico. Después, se efectúan pruebas de carga con bolsas de agua que se montan en las telesillas para realizar ensayos de frenado y otros que se llevan al límite para verificar su respuesta ante una situación imprevista. Este es un tipo de revisión obligatoria y que supervisa un responsable de la consejería de Transportes del Gobierno de Aragón.


Las máquinas pisanieves también se estudian aunque, según señala Marcos Martínez, "como no transportan viajeros no supone una exploración sujeta a una normativa legal, como sí ocurre con los remontes". En el caso de los cañones de nieve artificial, se revisan sus válvulas y las salas de máquinas donde se encuentran los compresores para que, "cuando comience a hacer frío, puedan estar a pleno rendimiento y no se desaproveche ni un solo minuto", explica Martínez.


Otro de los trabajos fundamentales es el cuidado del pasto o la hierba sobre la que se asentará la nieve. En este sentido, es vital la resiembra o reforestación de la que dependerá que la nieve caída se sedimente creando una superficie uniforme. También es una labor vital para que no salten pequeñas piedras en el momento de descender una pista esquiando. En este proceso de recuperación de la flora son muy importantes los drenajes de las pistas de forma que, cuando haya tormentas, el agua no arrastre la hierba. Por otra parte, también se analizan de manera concienzuda los sistemas antialudes y los tornos de acceso se desmontan y analizan.


Con todo, la época de verano también se aprovecha para llevar a cabo nuevas obras y cambios en las infraestructuras de las estaciones. El cambio en los perfiles de algunas pistas es uno de estos trabajos. Como explica Octavio Salanova, director de la estación de Astún, "es una forma de cambiar el itinerario de la pista en aquellas zonas más estrechas, donde hay bultos o donde puede haber más riesgos para el esquiador igualando la superficie, cambiando su pendiente o ensanchando los caminos". Algo que, además, posibilita un mejor agarre de la nieve al no haber un cambio brusco de pendiente y que "puedas esquiar aunque solo hayan caído 20 centímetros", indica Salanova. Todo ello sin cambiar la morfología de la montaña y pidiendo de antemano unos permisos al departamento de Medio Ambiente y al Ayuntamiento al que pertenezca la parte de monte público que se está manipulando. Según expone Salanova, estas obras ya no se realizan mediante voladuras de dinamita, como antiguamente, sino que "se utiliza maquinaria pesada u otras más pequeñas, dependiendo del trabajo".