SEQUÍA

Las lluvias privan de vigencia legal al decreto del trasvase a Barcelona

La reserva de los embalses catalanes, junto al ahorro y los barcos, anula la "extraordinaria necesidad" que sustenta la norma. El caudal represado permite hasta llenar piscinas y regar jardines en Barcelona.

Las lluvias que están cayendo estos días sobre Cataluña han convertido el decreto ley que sustenta el trasvase del Ebro a Barcelona en papel mojado. Los mismos criterios que fija esa norma legislativa evidencian que el nivel de la reserva hidráulica de los embalses catalanes es suficiente para garantizar el abastecimiento a Barcelona hasta junio de 2009, fecha en la que debe entrar en funcionamiento la desaladora de El Prat. Por lo tanto, se ha superado la circunstancia de "extraordinaria necesidad" invocada para autorizar la ampliación del minitrasvase de Tarragona hasta la capital catalana, lo que, como el mismo texto normativo explicita, deja sin vigencia el decreto ley y no se deben acometer esas obras, que se adjudicaron la semana pasada por valor de 164 millones de euros.


El decreto es muy claro en la exposición de motivos para detallar cuánta agua del Ebro hubiera hecho falta en Barcelona de haberse prolongado la ausencia de lluvias: "A pesar de que la Generalitat tiene previsto incrementar la disponibilidad de agua a partir del próximo mes de mayo mediante distintas actuaciones complementarias (ahorro, transporte en barcos, recuperación de acuíferos...), resulta necesario poner en marcha medidas coyunturales de refuerzo ante la eventualidad de que se mantengan los valores prácticamente inexistentes de precipitaciones, lo que produciría un déficit de 3,9 hm3/mes".


A continuación, el decreto explica que se trata "de evitar, durante un período de nueve meses en la hipótesis más desfavorable, restricciones en la disponibilidad de agua para consumo humano". Es decir, tomando en cuenta esos nueve meses, el Ebro tendría que aportar, como máximo, 35,1 hectómetros cúbicos que faltarían de los embalses catalanes en caso de no llover. Si se llevase la cuestión a un extremo incluso superior a lo decretado y se pidiera garantizar la cobertura de ese déficit hasta junio de 2009 (doce meses), cuando entrará en uso la desaladora de El Prat, la cifra subiría a 46,8 hectómetros cúbicos.


Con las lluvias recogidas desde el 1 de abril, los cinco pantanos del sistema Ter-Llobregat (Sau, Susqueda, Baells, Llosa del Cavall y Sant Ponç) han aumentado su reserva conjunta en 45 hectómetros cúbicos al pasar de 125,29 a 170,75 en 41 días. Mucho más de lo necesario para cubrir el déficit planteado en el decreto ley para nueve meses y prácticamente lo mismo que sería necesario para despejar todas las dudas hasta junio de 2009, siempre que se mantengan las medidas de ahorro y el plan de transportar en barcos agua de la desaladora de Carboneras (Almería) y los acuíferos de Tarragona.


Y la cifra de caudales almacenados va a seguir creciendo, como mínimo, esta semana, ya que la lluvia caída a lo largo del fin de semana y ayer, además de la que se espera hoy y mañana, tardará varias jornadas en llegar a los embalses. El temporal de la semana pasada incluso ha mejorado la reserva nival en el Pirineo en una época donde es habitual que prácticamente no quede ni rastro.


Lejos de la emergencia

Los 170 hectómetros cúbicos de los embalses del Ter-Llobregat hace que su situación oficial, de acuerdo con los estadios establecidos en el decreto de sequía de 2007 de la Generalitat catalana, esté lejos del nivel de emergencia, al que se llega cuando las reservas están por debajo del 20%, es decir, 122,4 hectómetros cúbicos de reserva conjunta. De hecho, ni siquiera se está en el nivel anterior, excepcionalidad II, ya que hay más de 165 hectómetros. El sistema está en el nivel de excepcionalidad I o alerta, en el que hasta es posible permitir el llenado de piscinas y el riego de jardines en Barcelona.


La mejoría ha despertado reacciones cuando menos curiosas en una ciudad para la que se reclama un trasvase por urgente necesidad de agua de boca. El secretario de la Confederación de Comercio de Cataluña, Miquel Àngel Fraile, por ejemplo, pidio detener la llegada del primer barco con agua de Tarragona por la imagen de "desprestigio" y "alarmismo" que proyectaría sobre la capital catalana.