INFRAESTRUCTURAS

Las deficiencias se multiplican en la estación de Delicias seis años después de su inauguración

Además de goteras y baldosas rotas, han aparecido grietas y se ha tenido que apuntalar un oficina del vestíbulo.La terminal de buses ha reducido la iluminación para ahorrar y ha suprimido los baños más usados para abrir dos locales

Las deficiencias se multiplican en la estación de Delicias seis años después de su inauguración
Las deficiencias se multiplican en la estación de Delicias seis años después de su inauguración
JOSÉ MIGUEL MARCO

Las deficiencias de la estación intermodal de Delicias no paran de crecer cuando han transcurrido poco más de seis años desde su inauguración. A las consabidas goteras y baldosas rotas, se ha unido una gran grieta que atraviesa casi de punta a punta el andén que comparten la terminal ferroviaria y la de autobuses y el apuntalamiento de una de las oficinas sobre el vestíbulo de salidas.

 

La imagen que dan a los miles de viajeros que pasan a diario por las instalaciones poco tiene que ver con la esperable de un macroedificio cuyo coste rondó los 240 millones de euros, 40.000 millones de las antiguas pesetas. Antes de bajar al andén, parte del vestíbulo está acordonado por si acaba de reventar la cristalera de las oficinas, que ocupan un gran voladizo de metal. La vidriera ya está rajada, tapada en parte por cinta aislante, y dos puntales evitan que ceda aún más la estructura. Abajo, en el andén, deben soportar un intenso frío, porque el suelo radiante instalado nunca ha llegado a funcionar. Y en plena ola de frío, con los termómetros bajo cero, ni siquiera funcionaron las lámparas calentadoras, como aseguraron varios usuarios. Hasta el personal se queja de que el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) acude a tomar temperaturas sin que adopte medidas definitivas para que no les obligue a trabajar ocho horas en semejantes condiciones. "Es una vergüenza", añadieron.

 

Pero incluso los que arriban a la ciudad se encuentran con la misma imagen, pero a medio kilómetro de distancia, en el gran vestíbulo de llegadas: Ayer por la mañana, unos operarios trabajaban en la sustitución de una treintena de baldosas, aunque la proliferación de losas de pizarra rotas no parece tener fin.

El ADIF, sin respuesta oficial

Los obreros los había enviado el Adif, pero este ente público que se ocupa de la gestión y explotación de la intermodal no respondió a este diario sobre las deficiencias.

 

Los que viajan en autobús tampoco se llevan una sensación edificante. Lo primero que ven los usuarios que bajan por la escalera mecánica del vestíbulo ferroviario es una zona acordonada por la aparición de una gigantesca grieta desde hace muchos meses. Recorre el citado andén compartido por las dos terminales, que ha cedido como consecuencia del comportamiento del forjado del aparcamiento subterráneo, según explicaron fuentes ferroviarias. "Ahora parece que se ha estabilizado, pero se nota perfectamente porque todas las baldosas están rotas e incluso hay un pequeño desnivel", indicaron.

 

Y los usuarios que salen por el vestíbulo específico de los autobuses se encuentran con que ni siquiera tienen una marquesina donde refugiarse a la espera de las líneas de Tuzsa. Por ello, esperan entre las dos puertas automáticas, que de esta forma están siempre abiertas haciendo que corra el helador cierzo al interior. La situación obligó a acristalar la oficina de atención al cliente para que se no congelara el personal.

 

Por la tarde, el gigantesco corredor de las dársenas se con'vierte en un lugar lúgubre, ya que la dirección decidió hace meses que la mejor manera de ahorrar costes de mantenimiento era reducir la iluminación al mínimo. Ni siquiera se encienden todas las luminarias. También están fuera de servicio las máquinas de consulta de horarios, ya que dependen de una web que tampoco los facilita.

 

Los que busquen el baño situado en la zona central no lo encontrarán, no porque falte la luz, sino porque ha desaparecido directamente pese a que eran los más utilizados. La gerencia de la terminal, con la que este diario intentó ayer contactar sin éxito por la mañana y por la tarde, decidió su supresión hace un tiempo para ganar dos locales comerciales. Los ocupan dos operadores de transporte extranjeros.

 

El Gobierno de Aragón, propietaria de la terminal y copartícipe de la sociedad explotadora, ni siquiera se enteró y tuvo que legalizar la situación más tarde. Fuentes de la DGA señalaron que se armó el expediente aprovechando que se había ubicado en otro local una comisaría de Policía, con lo que se compensaba la pérdida de espacio comercial. Sin embargo, ya se había aumentado con antelación y no se ha dado solución a la pérdida de los baños.