HISTORIA

José Antonio Labordeta y su ficha policial

José Antonio Labordeta fue estrechamente vigilado por el franquismo. El historiador Alberto Sabio ha localizado varios informes policiales sobre el cantautor.

José Antonio Labordeta, en un concierto de 1975.
José Antonio Labordeta y su ficha policial
HERALDO

De Labordeta decía la policía política franquista en 1973: "Es de ideología política totalmente contraria al Régimen, estando conceptuado incluso de comunista y con avanzadas ideas socialistas, a las que da acogida en las páginas de 'Andalán'. A diferencia de otros intelectuales, patentiza siempre sus inquietudes y deja entrever su ideología, que ha heredado y conserva del ambiente familiar, siendo notorias sus relaciones con elementos activistas de la Universidad". Y en tono despectivo añade el informe policial: "Acostumbra a ser la mascota de todas las semanas culturales que se celebran por Aragón".

A partir de 1972 confluyeron en Aragón varias iniciativas que acabaron construyendo una verdadera cultura popular en favor de recuperar una identidad propia frente a los oficialismos varios. Cabe destacar el surgimiento del periódico 'Andalán', la celebración de semanas culturales por todo el extenso territorio, la canción popular aragonesa y el florecimiento editorial que acogió obras sobre temática regional. Se daba así cauce a un nuevo Aragón que, en momentos en que podía atisbarse la recuperación de las libertades democráticas, se intentaba definir y consolidar. De todos estos proyectos participó José Antonio Labordeta en primera línea y, hoy lo sabemos, con vigilancia policial.

Rafael Orbe Cano fue nombrado gobernador civil de Zaragoza a comienzos de 1970. Pertenecía a una nueva generación, ya no a los pesos pesados franquistas de la inmediata posguerra, y esto se hizo notar en unos cuantos gestos puntuales.

Dejó de vestirse con la camisa azul en los actos oficiales -obligación, hasta entonces, en un jefe provincial del Movimiento-, sustituyéndola por la blanca. Alguien le llamó por esto el "gobernador ye-yé".

A pesar de sus vinculaciones con el Opus Dei, dio muestras Orbe de un talante algo más abierto y dialogante, lo cual no era muy difícil, y ello permitió la aparición de 'Andalán' en septiembre de 1972. Ya antes se habían cursado peticiones en Teruel para crear el periódico, pero allí nunca estaban los papeles en regla, y además se acusaba a los promotores del proyecto de ser una célula pro-china, cuando en realidad los ojos de Labordeta siempre fueron más saltones que rasgados.

Una publicación "subversiva"

Las autoridades temían que, con el tiempo, la revista "degenerase en subversiva". Los agentes de información de la Guardia Civil creyeron que el contenido de 'Andalán' tenía veladas intenciones "al exaltar sin cortapisas el regionalismo aragonés para que la gente de la calle y del medio rural tome conciencia, al igual que lo hizo el pueblo vasco en tiempos pasados, y de esta manera crear un problema hoy no existente en esta parte de España".

Desde el primer momento los informes policiales minusvaloran el proyecto. Pero 'Andalán' no fue una iniciativa aislada, por más que así quisiera presentarla la dictadura; respondía a un malestar frente al autoritarismo y la impunidad, a la vez que expresaba un rechazo frontal arraigado en determinados sectores de la sociedad aragonesa en 1972 (aunque no en tanta gente como luego pudo parecer).

Por su parte, la canción popular aragonesa se convirtió pronto en un catalizador de percepciones colectivas. Las letras de las canciones recogían verdaderas preocupaciones ciudadanas y ponían voz al silencio de décadas.

Los cantos airados expresaban la mala uva de la tierra por los desmanes del franquismo, las bases americanas, el trasvase, la nuclearización y sobre todo la falta de libertad. Eran cánticos liberadores y festivos, y en torno a ellos se fraguaron no pocas esperanzas e ilusiones. De ahí emergió la figura de Labordeta, cuya primera grabación, apenas cuatro canciones, se remonta a 1968.

Un policía metido a crítico

A partir de ahí empezó a patearse locales y plazas de todo Aragón. No se me ocurre mejor modo de describir su influencia que utilizar lo escrito por Manuel Tuñón de Lara en la solapa del disco de Labordeta titulado intencionadamente 'Cantar y callar': "Al cantar, define Aragón, solar y paisaje; luego, a sus hombres, con dolor y amor, sus sequías agosteñas, sus cierzos helados y, a veces, su inmensa desesperanza. Labordeta no inventa ni propone nada. Cuenta y canta lo que pasa. Crea y canta lo que todos sienten".

En 1973 llegó el Primer Encuentro de la Canción Popular en Aragón. Fue un auténtico aglutinante, un cemento ideológico, si se quiere, que fundía cultura, antifranquismo y abierta reivindicación autonomista.

El confidente describe así la actuación de Labordeta : "Contó que el otro día cierto capitoste de Zaragoza (palabras textuales) le había dicho que su poesía y canción eran tristes y pesimistas; él respondió que si era así, qué le iba a hacer. Había compuesto una canción sobre el único habitante de un pueblo, que vivía allí porque era funcionario del Ayuntamiento. Dijo que no estaba seguro de saberse la letra y la música. En el pueblo estaban dos, su señor que vivía en Huesca, y él, que se estaba cabreando y el día menos pensado se venía a la ciudad. Fue acogida toda esta perorata con grandes risas y muestras de alboroto por parte del respetable. La cuarta canción tenía un estribillo que decía 'canta, canta, que hay mucho que cantar, que este silencio de hierro no se puede aguantar'. Y la quinta y última estaba dedicada a Aragón, en la cual hace una descripción apocalíptica de la región. Tomás Bosque fue el intérprete de mayor calidad -el policía metido a crítico musical-, aunque cantó en chapurreao. Al parecer, y según Labordeta, es el tercer idioma de la región aragonesa".

En 1974 apareció un disco de Labordeta significativamente titulado 'Tiempos de espera', que incluía el emblemático 'Canto a la libertad'. Actuación tras actuación, en escenarios improvisados e incluso a lomos de remolque, las letras de Labordeta, muy centradas en las disparidades interregionales y en la sensación de expolio, pero expresadas con ingenio, o con el apoyo de lo onírico y lo irracional tan presente en su hermano Miguel, eran entrañablemente reconocidas, aprehendidas... y repetidas en cualquier protesta, actuando como vehículo idóneo para expresar la dignidad de un pueblo descontento.

Luego llegaría en Labordeta el desencanto tras la Transición, la sensación de desilusión al ver frustrada la velocidad de acceso a la autonomía plena. Una vía rápida para las llamadas 'comunidades históricas' y otra más lenta para las demás... Labordeta reaccionó frente a un Estatuto muy apocado y arrugado, 'el Tacatá' se le llamó, pactado y repactado, de tercera categoría, que supuso el descabello para el espíritu del 23 de abril de 1978. Entonces ayudó a los aragoneses a recuperar autoestima y nuevas señas alejadas de los tópicos.

En las ideas de Labordeta, más federalistas que nacionalistas, fue nítida la defensa de la soberanía de los individuos, la especificidad de las culturas minoritarias, el derecho a la diferencia sin renunciar a la construcción de marcos supranacionales y supraestatales. Buena parte de su pensamiento y de su actuación se basó en el principio de "pensar en global y actuar en local". Partidario de una reforma constitucional que incluya la fórmula 'nación de pueblos' y de un federalismo no asimétrico, Labordeta aspiró a la solidaridad interregional y territorial como parte del proceso de consolidación democrática. Nada más ni nada menos. Uno de los grandes. Uno de los nuestros.