HISTORIA

La operación Luna rescató un Pontífice olvidado

Dos guardias civiles de la Unidad Central Operativa que participaron en la investigación del robo del cráneo del Papa Luna lo cuentan en una novela.

El cráneo del Papa Luna y la urna, en el Museo de Zaragoza.
La operación Luna rescató un Pontífice olvidado
J. M. MARCO

Jesús D. Pastor y Octavio Rani se quitaron el tricornio y se metieron en el ordenador para escribir 'Papa Luna. El rescate de un Pontífice olvidado' (Taberna Libraria). Su trabajo literario es fruto de la experiencia vivida como investigadores hace diez años cuando fue robado el cráneo del Papa Luna en el palacio de Argillo, en Saviñán.

El brigada Pastor, un conquense con 30 años de servicio, estaba entonces en el Grupo de Patrimonio Histórico y fue destinado a la 'operación Luna' para recuperar los célebres huesos y la urna que los guardaba.

"Entramos en la investigación cuando el primer anónimo llegó al Ayuntamiento de Illueca, en el que se pedía un millón de pesetas por devolver el cráneo. Al principio, nos comimos el coco, buscamos en Valencia y Alicante y nos despistaron con los anónimos llenos de faltas de ortografía. Al final, vimos que eran unos inexpertos. Los hermanos del pueblo que lo robaron dejaron pistas en el carrete de fotos que hicieron a la reliquia y en el sobre de correos en el que mandaron el anónimo", detalla Jesús D. Pastor.

Cinco meses de búsqueda

El caso duró cinco meses, desde el robo cometido el 7 de abril de 2000, que adelantó HERALDO y la noticia dio la vuelta al mundo, hasta la recuperación el 12 de septiembre en una caseta agrícola de Saviñán. La novela está dividida en dos partes. La primera recuerda la historia de Benedicto XIII, el illuecano Pedro Martínez de Luna, que "puso en jaque a la Cristiandad durante cuarenta años y hasta en su lecho de muerte, en Peñíscola, defendió su derecho a no renunciar. La segunda se centra en la investigación policial, que "resucitó al personaje histórico".

Octavio Rani recupera en la parte histórica el episodio del Cisma de Occidente que vivió el papa Luna durante cuarenta años (1378-1417), una época en la que llegó a haber tres pontífices. Relata la "vehemencia" con la que el Papa Luna pagó "su excomunión" dictada por el Pontífice de Roma antes de su muerte en 1423. "Reyes y señores europeos se enfrentaron por la figura de este hombre brillante y tozudo e inquebrantable en la defensa de sus criterios", describe el autor.

Homenaje a las mujeres

"Elegimos el caso por su complejidad, interés y porque la operación estaba acabada, antes de que los documentos se pierdan en el Archivo. Fue un homenaje a las mujeres de la Comandancia de Zaragoza y el Grupo de Patrimonio Histórico que participaron eligiendo a la protagonista, que es una agente llamada Valentina", señala Pastor. El robo sirvió también para que las autoridades se preocuparan y lo declararan Bien de Interés Cultural para evitar que se vendiera o saliera de España.

"Era un cráneo olvidado y refundido entre el polvo. Como le dijo San Vicente Ferrer, el ilustre dominico y confesor de Benedicto XIII: 'Con tu cabeza jugarán los niños a modo de pelota'. Este es uno de los personajes de la novela que defienden la dignidad papal del hombre que murió a los 95 años, cuando la media de edad entonces eran 40", cuenta el brigada.

La novela recoge los anónimos enviados por los ladrones en los que se referían a "ritos satánicos" y al encuentro que tuvieron con el alcalde de Illueca, José Javier Vicente, en un parque "cerca de donde jugaba el Ebro". "Ellos estuvieron allí porque luego describieron hasta la ropa que llevaba el alcalde ese día", recuerda el agente y novelista. Como ocurre en las películas, el alcalde llevaba un micrófono para que los guardias civiles pudieran escuchar la conversación y luego detenerlos.

"Contaban que dormían con el 'Papa Bene', así le llamaban. Al principio, los fotogramas de la urna y el cráneo que enviaron no se veían y se pidió ayuda a un laboratorio (del entonces corresponsal de HERALDO, Santiago Cabello) para mejorarlos. Cuando vimos la caseta de Campuchal donde estuvieron observamos que coincidía con las fotos. Supimos que compraron el carrete en el mismo Saviñán y preguntaron en Correos si había que poner el remite en el sobre de los anónimos", agrega.

Tuvieron varios sospechosos en el punto de mira, entre otros un profesor universitario que visitó el palacio de Argillo poco antes del robo o clásicos en el mundo del Patrimonio. "Nos conocemos casi todos. Tocamos los contactos en el Levante. Las disputas entre Peñíscola, Illueca y Saviñán por el cráneo o los anónimos con faltas de ortografía nos despistaban. Pedían un millón de pesetas con y griega, pero se aprovecharon hasta el final. Era más sencillo de lo que parecía", concluye.

La ingente tarea posterior de los forenses Salvador Baena y José Manuel Arredondo de reconocer el cráneo será otro libro. Los autores presentarán la novela en Illueca el próximo mes de enero.