AGUA

La nueva tubería de la Generalitat abre la puerta a futuros trasvases

El abastecimiento desde la desaladora de Cunit a Tarragona y Barcelona facilita una conexión de la cuenca del Ebro con el Ter-Llobregat.

Finalmente, y gracias a la evidencia expuesta por las lluvias, no habrá trasvase del Ebro a Barcelona con el pretexto de la urgente necesidad, pero los nuevos planes de la Generalitat para el abastecimiento de la Ciudad Condal y Tarragona dejan la puerta abierta a que en el futuro se produzcan más intentos de transferencias hídricas hasta las cuencas internas de Cataluña.


El Ejecutivo de la comunidad vecina no ha precisado detalles sobre su nuevo proyecto para llevar agua de la desaladora de Cunit (cuya puesta en marcha está prevista para 2011) hasta Tarragona y Barcelona, pero lo que ya ha dejado traslucir a los principales medios de comunicación catalanes es que esa infraestructura podrá servir para recuperar con facilidad la esencia del proyecto trasvasista que será derogado en breve: la interconexión de la red de suministro del Consorcio de Aguas de Tarragona (CAT), que se abastece del Ebro, y la de Aguas de Barcelona, que se nutre del sistema Ter-Llobregat, en las cuencas internas.


La conducción que no va a salir adelante, calcada en su trazado a la prevista en el PHN del Gobierno Aznar, iba a enlazar directamente esas dos redes de suministro hídrico mediante una tubería de 62 kilómetros que discurriría casi por completo en paralelo a la autopista A-7, desde la capital tarraconense hasta el término municipal de Olèrdola.


Ante la imposibilidad de llevar a cabo esa infraestructura con las condiciones previstas, ya que la cobertura legal del decreto ley del Estado ha saltado por los aires al recuperarse el nivel de los embalses del Ter-Llobregat, la Generalitat ha sacado del cajón un proyecto inicialmente destinado a garantizar la suficiencia hídrica de su territorio mediante el agua desalada pero que, además, le permite seguir acariciando la idea de la interconexión de redes por si fuese necesario recurrir al Ebro en algún momento.


Como puede verse en el gráfico de esta página, la nueva conducción que se proyecta desde la planta desaladora de Cunit tendría dos ramales. Uno iría al norte, para conectar con la red de Aguas de Barcelona en Olèrdola, mientras el otro se haría hacia el sur con el objetivo de enlazar con la red del Consorcio de Aguas de Tarragona. En origen, la idea era que esos ramales sean independientes, lo que evitaría la interconexión de redes, un auténtico anatema político antes de esta polémica para las formaciones del tripartito de la Generalitat.


La conducción norte estaba destinada a apoyar el suministro de Barcelona desde la desaladora de El Prat (prevista para mayo de 2009) y liberar así para la provincia de Gerona caudales del Ter actualmente comprometidos en la capital catalana. Por su parte, la sur tenía que aportar nuevos caudales a Tarragona sin tener que aumentar las detracciones desde el Ebro y suponía una fuente alternativa en caso de problemas con el minitrasvase.


Sin embargo, dada la cercanía de ambos ramales en sus tramos más próximos a Cunit, el proyecto puede modificarse fácilmente, o desde el inicio de su ejecución o a posteriori, cuando se considere oportuno, para llevar a cabo una interconexión que permitiría llevar agua del Ebro hasta la red de suministro de Barcelona.


En cualquier caso, la construcción de los ramales es competencia de la Generalitat, pero una interconexión entre ellos, al suponer un enlace de dos cuencas hidrográficas que afectan a más de una comunidad, debe ser aprobado por el Estado con la consulta previa a las autonomías que se sientan implicadas y con un informe preceptivo en el caso de Aragón.


Atentos al "por si acaso"



Aunque no actuó de la misma manera al inicio de esta última polémica hidráulica, el presidente del Gobierno aragonés, Marcelino Iglesias, ya advirtió el miércoles que Aragón "sí tiene que opinar" en el caso de que el nuevo proyecto de la Generalitat "afecte al Ebro". Iglesias, sin embargo, admitió que aún no conoce con detalle lo que se plantea hacer.


Ayer fue el vicepresidente, José Ángel Biel, quien abundó en esa cuestión al comentar que, en principio, lo que se proyecta es "conectarla la desaladora a la red; es un sistema interno que ya no afecta para nada al Ebro y al interés de Aragón, salvo que intenten hacer una conexión (con Tarragona), que intenten estar en un por si acaso por si otra vez tienen necesidades de agua". "En ese caso, estaremos siempre en contra de ese planteamiento", añadió.


Biel eludió explicar por qué el Gobierno aragonés no adoptó esa misma posición de exigir su derecho a opinar sobre la interconexión de redes cuando el Estado aprobó el decreto ley trasvasista.