HISTORIA

La deuda aragonesa con Pablo Neruda

El poeta chileno Pablo Neruda organizó el rescate de 2.365 refugiados españoles en agosto de 1939 en el barco Winnipeg, desde un puerto francés próximo a Burdeos hasta Valparaiso (Chile). Aragoneses que viajaron en la nave y salvaron la vida recuerdan su deuda con él.

Félix Beltrán Calvo en Santiago. Al lado, un poema suyo.
La deuda aragonesa con Pablo Neruda
FAMILIA BELTRáN

No dejes de escribir, prométemelo. Tú, tan chica. Vas a mi país para vivir como una reina", se despidió el escritor Pablo Neruda de la joven zaragozana Libertad Lázaro, de 15 años, en el puerto francés de Trompeloup-Pauillac, próximo a Burdeos, antes de subir al barco Winnipeg con sus padres y su hermano. "Volvimos a nacer cuando llegamos a Chile y nos recibieron miles de chilenos. He escrito muchas poesías de mi tierra, pero no las publiqué porque eran muy tristes", asume Libertad desde su casa de Viña de Mar, 70 años después de aquel viaje salvador en el "barco de la esperanza".

"Hice caso a Neruda. Fue un hombre cálido y vi su ternura al embarcar porque nos pasó revista. Nos abrazamos y lloramos", recuerda Libertad Lázaro. La superviviente zaragozana es madre de una diputada del Congreso de Chile, Ximena Vidal Lázaro, por el Partido por la Democracia, e hija del gobernador de Sidi Ifni, que nunca pudo tomar posesión del cargo porque la guerra civil le obligó a exilarse a Francia. Libertad y su madre fueron encarceladas en Zaragoza y Mediana hasta que salieron libres y acabaron en Burdeos con unos tíos.

"Tráigame millares de ellos"

El poeta Pablo Neruda reclamó al presidente chileno Pedro Aguirre Cerda la necesidad de rescatar a los refugiados españoles que estaban en los campos de concentración en el sur de Francia. Neruda fue enviado como cónsul especial a París para repatriar a los españoles. "Tráigame millares de ellos. Tenemos trabajo para todos los pescadores; tráigame vascos, castellanos, extremeños..., gente con varios oficios, labriegos y carpinteros", fue el encargo del presidente chileno al poeta.

El 4 de agosto de 1939 salió el Winnipeg con 2.365 españoles rescatados rumbo a Chile, donde llegaron un mes después. El presidente de la Casa de Aragón en Chile, Eugenio Peña, señala que 850 aragoneses residen ahora en el país suramericano, de los que apenas quedan una decena de supervivientes del barco procedentes de Aragón de los 50 españoles "hijos de la guerra" que regresaron. En septiembre pasado celebraron el 70 aniversario y viajaron hasta la casa de Neruda en Isla Negra como un homenaje.

El poema en la tumba del poeta

Junto a la tumba del poeta, el altoaragonés Félix Beltrán Calvo, quien cumplió cinco años de edad durante la travesía, leyó la poesía "A los niños de la guerra" (en la columna de la derecha), escrita por él mismo, y fue seguida por un caluroso aplauso de los exiliados. Lo lee por teléfono desde su casa de Santiago de Chile y se emociona: "No tuvimos infancia. Muchos años nos llevaron de no dormir en nuestra cama. A mi querido Aragón no puedo olvidar porque me fui con tres años. No sabe lo que amo y extraño...".

Félix Beltrán nació en Bolea y nunca ha vuelto a su pueblo, aunque promete regresar. Hoy tiene 75 años y su familia fue la más numerosa del barco Winnipeg. Iban seis hermanos (de los nueve que eran) y sus padres. Tuvieron que salir a escape porque su hermano mayor, Ángel, fue el último alcalde de la localidad oscense cuando se declaró la contienda. Eran agricultores en su pueblo y lo fueron en Chile. Con seis años ya cogía manzanas y se iba con sus hermanos en un carro a vender verdura además de ir al colegio.

"Cuando nos reunimos los del Winnipeg siempre dicen que siempre estamos la mesa de los de Huesca. Quedan vivos mis dos hermanos, Juan y Francisco. En el campo me traían libros de poesía para leer y he escrito mucho. Un retrato de Neruda está en mi casa", detalla la manera tan poética de pagar la deuda al escritor chileno que los salvó.

La familia Beltrán iba a zarpar en otro barco a México desde el puerto próximo a Burdeos, pero se estropeó y el destino los llevó a Chile, donde acabaron regentando una "botellería" o negocio de venta de vino en la capital.

Otra familia como la de Eduardo Carcavilla Laguarta, natural de Ayerbe, tuvo que cruzar andando el Pirineo por Bielsa porque el padre estaba en el frente. Hambre, frío y muchas penurias. Eduardo pasó de la mano con su madre Carmen Laguarta y su hermano Antonio, hasta que encontraron al padre, un alto mando del Ejército republicano, en el barco para escapar hacia Chile. "Antes, pasaron muchos meses en un refugio y su madre cuidaba a muchos niños antes de que pudieron coger el barco. Lo aguantaron todo para embarcarse", explica Aurora Gaiche, la esposa de Eduardo, que sufre afasia a sus 76 años.

El Winnipeg marcó el destino de sus 2.365 pasajeros y del pueblo chileno que les acogió. Así le sucedió a Aurora Gaiche, hija de un minero asturiano que llegó en el barco, y es la esposa de Eduardo Carcavilla, quien con seis años viajó en el mismo barco junto al que sería su suegro.

"Mi suegro estaba bien informado y podía mandarles mensajes para que se pudieran escapar por el Pirineo hasta llegar donde estaba el barco", reconoce Aurora. "Su idea no era irse a Chile, pero optaron allí sobre la marcha para su nueva vida", agrega.

Un monumento se está construyendo en reconocimiento a Neruda con nueve esculturas, que representan a los 2.365 exiliados del Winnipeg y va a instalarse este año en Barcelona y Bilbao. La deuda aragonesa al poeta seguirá pendiente de asumir.