La batalla ha comenzado

La reunión que se inicia el martes en Zaragoza fijará la metodología con la que se va a dibujar el próximo mapa de prioridades de la UE. La Travesía Central tiene en el corredor Mediterráneo a su principal rival.

El interior contra la periferia. Las pujantes Valencia y Cataluña contra la históricamente mal comunicada aunque siempre leal Aragón. La Travesía Central del Pirineo lleva ya siete años en el mapa de las prioridades europeas, mientras que el corredor Mediterráneo apenas unos meses como proyecto levantino y sigue aún fuera de cualquier mapa europeo. Sin embargo, pese a esta inicial desigualdad, desde estas últimas semanas y hasta que la Comisión Europea dictamine el próximo año, Aragón se juega ganar la partida, que se igualen los marcadores o, a lo peor, volver a quedarse atrás.

Como en otros conflictos territoriales en los que está envuelto Aragón, no hay un componente claro de rivalidad política. La Travesía Central del Pirineo se incluyó en las redes transeuropeas con el PP en el Gobierno central y con Loyola de Palacio en la Comisión Europea. Sin embargo, ahora es el dirigente del PSOE Marcelino Iglesias, quien desde la DGA está impulsando esta reivindicación.


Por su parte, el corredor Mediterráneo es una idea del presidente valenciano del PP, Francisco Camps, y el catalán del PSOE, José Montilla. En este asunto se han diluido las siglas de los partidos para tomar fuerza el concepto del Levante frente al interior del país.


Lo preocupante en España es el papel que asuma el ministro de Fomento, José Blanco. Ahora parece que ha corregido el rumbo y va camino de una estricta neutralidad, pero toca recordar que el ministro empezó la Presidencia europea prometiendo que iba a hacer del corredor Mediterráneo una prioridad europea y obviando cualquier referencia hacia la TCP. Le ocurrió en Madrid y también en su comparecencia ante el Parlamento Europeo.


Pero si la situación en España va camino de unas aparentes tablas (lo que es injusto ya que la TCP lleva siete años casi bloqueada mientras el corredor Mediterráneo nace con intención de asumir pronto la velocidad de crucero), el árbitro real no se sitúa en el Gobierno central, ni siquiera en Bruselas. Está en Francia, que es uno de los países más centralistas del mundo. Por más que Aragón acumule pequeños apoyos entre las regiones del Sur que le son fronterizas, la toma de decisiones pasa exclusivamente por París. Al menos hasta ahora, el Gobierno francés se ha mostrado excesivamente frío ante el proyecto de Travesía Central.


Existe la teoría de que Francia no está interesada aún en mejorar sus comunicaciones para mercancías con España. Y que en el momento que considere que toca hacerlo, desde luego no abrirá la frontera de par en par, sino que apostará por uno de los corredores que estén sobre la mesa. El futuro de la Travesía se juega por tanto sobre todo en el país vecino y en el dinero que pueda aportar Bruselas, de ahí que sea clave que se salve con éxito la revisión del mapa de prioridades.


Por lo que apuntan las fuentes oficiales, la reunión de Zaragoza no está llamada a ser el encuentro más definitivo sobre estos dos proyectos de interés directo para Aragón y Levante. Como dato, ni siquiera asistirá el ministro francés de Infraestructuras, sino que ha delegado en un secretario de Estado, por lo que será complicado que el Gobierno francés marque una postura.


El motivo no es otro que todo el proceso se ha retrasado un año, así que en el orden del día -en vez de decidir si la TCP sigue como proyecto prioritario o decae o si se introduce el corredor Mediterráneo o no- está principalmente analizar la metodología a aplicar en la próxima revisión de estas redes. Es decir, la teoría. En cualquier caso, esto puede implicar decisiones de calado. Por ejemplo, hay quien plantea que se deberían priorizar los proyectos de conexión de la vieja Europa con los nuevos países miembros. Si así se concluyese, el horizonte de 20 años que se plantea para la TCP o el corredor Mediterráneo se quedaría bastante corto.


Otra opción que se baraja en este contexto de crisis es mejorar las capacidades de los ejes actuales en vez de afrontar la construcción de nuevos. En este escenario, podría tener alguna cabida el Canfranc, proyecto injustamente olvidado por la DGA y el Gobierno central, pero también el corredor Mediterráneo, en cuanto a que podría reconvertirse el proyecto simplemente a cambiar el ancho de vía del trazado actual.


Si Aragón ya ha cumplido sumando todos los apoyos necesarios al proyecto, ahora le toca al Gobierno central dar un paso al frente para forzar un avance. De momento, ni la economía ni Francia se muestran muy proclives a permitirlo.