AGUA

Iglesias utiliza la Expo para intentar acallar el rechazo al trasvase a Barcelona

El presidente pretende unir ahora el no a los trasvases con una mala imagen de Aragón. Justifica la transferencia por ser para uso de boca, inseparable del industrial o el turístico

El presidente de Aragón centró ayer su discurso oficial del día de San Jorge, pronunciado en la Sala de la Corona del Pignatelli durante la entrega de los premios de la Comunidad, en la polémica hidráulica sobre el trasvase a Barcelona. Aunque todavía no está elaborado el informe de la Comisión Jurídica Asesora que su propio Ejecutivo ha encargado para poder "actuar con precisión", Marcelino Iglesias no se salió un ápice del guión argumental consignado por Ferraz y asumido mayoritariamente por el PSOE aragonés sin discusión: negar que se trate de un trasvase, remarcar el destino del agua para uso de boca y asegurar que no saldrán nuevos caudales del Ebro.


Además, el presidente aragonés hizo suyo el pretexto lanzado por el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch (quien sí ha reconocido el trasvase, aunque también lo justifica), de que los aragoneses deben tener un plus de "responsabilidad" para serenar este debate durante la celebración de la Expo, no dar una mala imagen de la Comunidad y no incomodar a quienes visiten la muestra internacional.


Los miembros de los partidos de la oposición presentes en el acto no dudaron en tildar ese argumento de "burda excusa" y hasta "un intento de chantaje moral" muy difícil de mantener por quien ha centrado sus últimas campañas electorales en el antitrasvasismo -la última el pasado marzo, dentro del año Expo- sin sentir complejo alguno por la imagen que eso pudiera acarrear.


Iglesias resaltó que la Expo ha sido "un esfuerzo como pocas veces se había realizado" para añadir que "el éxito" de la siguiente fase, en la que se esperan a siete millones de visitantes "depende de todos y cada uno de los aragoneses". "Hemos de saber aprovechar esta oportunidad para ofrecer la mejor imagen de Aragón. Debemos implicarnos todos y ser conscientes que los debates tan apasionados como los que vivimos estos días van a ser observados atentamente por todo el mundo", agregó.


El jefe del Ejecutivo aragonés reiteró la idea que su Gobierno "mantiene de forma clara y contundente su oposición a los trasvases" por varias razones: "Porque lo dice nuestro Estatuto de Autonomía; porque lo señalan los acuerdos de Gobierno que desde hace nueve años mantenemos el Partido Socialista y el Partido Aragonés; por principios políticos y medioambientales y porque hemos demostrado que hay soluciones mejores para resolver los problemas hidráulicos".


Pero justo a continuación, el presidente se exoneró de mantener esa línea de actuación al negar que el trasvase a Barcelona lo sea. Su justificación se basó en que "los aragoneses hemos diferenciado siempre los trasvases de las necesidades de abastecimiento para agua de boca que han tenido algunas ciudades de las Comunidades de la cuenca".


"Desde Aragón hemos combatido en todas las épocas los trasvases del Ebro. Pero hemos actuado de manera distinta cuando Bilbao, Santander, Torrelavega, Reus o Tarragona necesitaron agua de la Cuenca del Ebro para beber", dijo. El argumento no es cierto. El suministro a Bilbao data de 1961 y 1967 (con la concesión ampliada en 1990, todo un precedente a tener en cuenta), en pleno franquismo, sin posibilidad de contestación social, mientras que el de Santander es reversible (la cuenca no solo cede agua, también la recibe del río Besaya). Respecto a Tarragona, como en el caso de Barcelona en los 70, la sociedad y los políticos aragoneses se opusieron con fuerza (más información en la página 4).


Una vez concluido el acto, Iglesias, en declaraciones a los medios, negó que se trate de un trasvase porque "no se va a derivar del Ebro ni un litro más de los concedidos en 1981". Y es verdad que la concesión no cambiará por ahora, pero la detracción real del río pasará a ser de entre 30 a 50 hectómetros cúbicos mayor.