Huesca

Los comercios de la calle Zaragoza, impacientes con el fin de las obras

A pesar de las molestias causadas por el ruido y la presencia de los camiones, esperan que el nuevo bloque en construcción y el supermercado reactiven la zona.

Calle Zaragoza en obras
Los comercios de la calle Zaragoza, impacientes con el fin de las obras
J.S.

Una manzana rodeada de obras. Así se encuentran los bloques situados entre las calles Barbastro, Cabestany, la plaza de San Antonio y la calle Zaragoza. Tras el comienzo de las obras del aparcamiento municipal en la citada plaza el año pasado, ahora en plena actividad, los trabajos se concentran también en este momento y desde el pasado verano, en la calle paralela, la de Zaragoza, donde tiene lugar la remodelación de un supermercado y la reconstrucción de un edificio. Los vecinos de la zona y comerciantes situados en la última de las vías nombradas, deben aprender a convivir día a día, con más o menos resignación, con los andamios, el ruido y la polvareda que levantan las obras de ambos flancos.


“Han estado picando pared con pared y me ha temblado todo el establecimiento”, relata Óscar Val, desde el bar Bachimaña, situado en la calle Zaragoza. Asegura que cuando volvió a ponerse tras la barra en septiembre, después de las vacaciones y el edificio ahora en obras acababa de ser demolido, la recaudación descendió a la mitad. “Estuve así cerca de un mes, por el ruido, por el polvo… Los clientes me decían que no venían porque les era imposible conversar en el interior y si salían a la terraza, se llenaban de polvo”, asegura Val.


La puerta de su local queda ahora tras una de las vallas de obra, algo sobre lo cual, asegura, no le avisaron. Para acceder es necesario entrar por una abertura en la misma situada en las proximidades del cruce con Cabestany. “Ya no pasa nadie por delante del bar y la gente tiene que venir a propósito”, se queja Óscar. No obstante, asegura, la situación, ahora, “se está recuperando un poco”. “Me han dicho que en febrero abrirán la acera y que terminarán en julio, así que espero que podré aguantar. Además, los obreros se han convertido también en clientes”, afirma.


A Pilar Ibor, de la ortopedia del mismo nombre, le preocupa, por otra, parte, que con las obras se haya suprimido el aparcamiento para minusválidos. “Esto hace que el acceso sea muy complicado, tanto para las personas con movilidad reducida, como para las personas mayores, muchas, usuarias de la ortopedia, ya que ahora la acera está ocupada siempre por camiones”, asegura Pilar. Piensa, sin embargo, que las obras, finalmente, serán para el beneficio de todos. “Son para el interés de todos, ya que beneficiarán tanto a la ciudad, como al comercio, ya que a fin de cuentas se trata de un bloque nuevo con un establecimiento en los bajos”, comenta. Una opinión parecida tiene Gloria Molió, desde la joyería que lleva también, su nombre. “Estamos pasando una temporada mala para el negocio, pero que será para bien. Por eso, prefiero pensar en el futuro, más que en el presente, porque sé que lo que me incomoda, va a ser para bien”, comenta Gloria.

“Parece que se va a caer la pared”

“Tenemos que recorrer más de la mitad de la calle para descargar los pedidos del camión y después, volver con los carros llenos”, asegura, por otra parte, Mariví Vinué encargada de un comercio de la firma Schlecker y situado junto al bar de Óscar. “Los clientes a veces, entran y te dicen que parece que se va a caer la pared”, apunta. Los vecinos, añade, también están “cansados del ruido y el polvo que se levanta”, aunque entiende que los obreros deben realizar su trabajo. “La verdad es que tenemos ya ganas de que finalicen los trabajos, pero nos han dicho que va para largo”, añade. “Las obras se unen además a las del otro lado del oficio y esta zona parece a veces un laberinto”, asegura Mariví. Los clientes, al menos, como afirma, “siguen viniendo”.