El hijo de Orwell recorre los escenarios del frente de Huesca que inmortalizó su padre

Richard Blair se mostró «emocionado» por volver a pisar Monflorite, Tierz y la sierra de Alcubierre.

Richard Blair, a la izquierda, en la Librería Anónima de Huesca, donde ayer habló de la obra de su padre y de la Orwell Society
El hijo de Orwell recorre los escenarios del frente de Huesca que inmortalizó su padre
Javier Broto

"A finales de marzo se me infectó una mano y tuvieron que sajármela y ponérmela en cabestrillo. Me hospitalizaron pero, como no valía la pena llevarme a Siétamo por una herida tan insignificante, me quedé en la supuesta clínica de Monflorite, que no era sino un hospital de sangre. Pasé allí diez días y tuve que guardar cama parte del tiempo. Los enfermeros me robaron casi todos los objetos de valor que tenía, entre ellos mi cámara y todas mis fotografías. En el frente todo el mundo robaba (eran los efectos inevitables de la escasez)". Monflorite, Siétamo, Tierz, Alcubierre, Huesca y Barbastro fueron los escenarios que George Orwell recorrió en la provincia de Huesca durante la Guerra Civil, con 33 años. Su hijo ha repetido ese viaje junto a otros miembros de la Orwell Society rememorando las vivencias descritas en ‘Homenaje a Cataluña’, donde en realidad habla de su paso por esta comunidad pero también por Aragón.


"Quería ver dónde estuvo. Es una sensación maravillosa poder visitar los lugares que él describía en su libro", declaró Richard Blair (el verdadero nombre del autor de ‘Rebelión en la granja’ era Eric Arthur Blair), quien a lo largo del pasado fin de semana pisó las trincheras de Alcubierre, subió al castillo de Montearagón y pasó por la Granja de Monflorite, leyendo en cada lugar fragmentos relativos a los mismos. Es la segunda vez que hace el viaje por los escenarios donde el autor inglés, referente de la literatura universal, vivió la guerra. El mismo decía que tuvo "un papel irrelevante" y le dejó "sobre todo malos recuerdos". "Sin embargo, no me hubiera gustado perdérmela", escribió, porque esas vivencias "no han disminuido sino aumentado mi fe en la decencia del ser humano".


Richard Blair se mostró "emocionado" por volver a pisar las mismas tierras que su padre, al que perdió con 5 años. "Espero regresar y traer a más miembros de la sociedad para que conozcan el lugar" y disfruten, bromeó, "del buen tiempo de España".


Destacó el valor de la Orwell Society, creada hace cuatro años para promover su obra literaria pero también para propiciar "que personas de todo el mundo debatan sobre las ideas que refleja en sus libros y busquen la verdad como él". La intención es recaudar fondos destinados a la educación de profesores y periodistas y a las escuelas, con el objetivo de que los estudiantes lean y aprendan a escribir bien. "Hoy estamos atados al móvil y cada vez nuestro discurso es más limitado".


Junto a él viajó a España Quentin Kopp, hijo del comandante de Orwell en el frente; su albacea literario, Bill Hamilton; y miembros de la sociedad procedentes de Estados Unidos, Canadá, Rusia o Birmania (aquí pasó su juventud el autor de ‘1984’). Kopp se lamentó de no haber podido ver las trincheras de Tierz por el mal estado del camino. "Es importante explotar la ruta Orwell para la zona, como un producto de turismo cultural". Para él es su tercer viaje. El primero lo hizo a título individual y los otros dos, con la entidad. Se mostró encantado del interés que despierta ‘Homenaje a Cataluña’ en España.Entre libros


El viaje tocó a su fin entre libros, en un acto organizado en la librería Anónima de Huesca presentado por el escritor y periodista Víctor Pardo, que ejerció de cicerone del grupo internacional. Pardo aludió al compromiso de Orwell con las causas de los trabajadores, "en una Europa que empezaba a tener sobre su piel la mancha del fascismo". Llegó con la intención de ejercer de periodista en la guerra de España, aunque se dio cuenta de que la República necesitaba soldados, alistándose en las milicias del POUM. Contó que "encontró la guerra en punto muerto" en la sierra de Alcubierre, donde sufrió "un frío inmisericorde que le obligaba a llevar cinco capas de ropa y a permanecer en la quietud de la trinchera sin disparar".


Luego en el cerco de Huesca sufrió una herida en una mano de la que fue atendido en Monflorite, donde se encontró con su compañera Eileen. Tras un paréntesis en Barcelona, regresó y recibió un disparo en el cuello por parte de un francotirador desde la línea de Huesca que no lo mato por milímetros, según cuenta en ‘Homenaje a Cataluña’. Se fue de España perdiendo notas y fotografías, lo que le obligó a escribirlo de memoria.


Richard Blair consiguió lo que no logró nunca su padre: tomar café en Huesca. El escritor repetía unas palabras que ya se habían convertido en consigna para romper los frentes. "A cuatro kilómetros de nuestras nuevas trincheras se divisaba Huesca, clara y diminuta como una ciudad de casas de muñecas. Meses antes, después de la caída de Siétamo, el general al mando de las tropas gubernamentales había dicho alegremente: ‘Mañana tomaremos café en Huesca’. Estaba equivocado". Orwell murió en 1950 y nunca llegó a entrar en la ciudad.