"Me duele no haber solucionado el tema de los bienes"

Alfonso Milián considera a su sucesor como "un gran regalo de Dios para esta diócesis".

El obispo Alfonso Milián
"Me duele no haber solucionado el tema de los bienes"
J. L. P.

Monseñor Alfonso Milián celebró al mediodía de este sábado en la catedral de Barbastro la última eucaristía de la Sagrada Familia en la que se reunieron los niños que han sido bautizados en los últimos años.


Fue una jornada que supo a despedida entre los fieles barbastrenses de todas las parroquias que llenaron el templo para arropar al que ha sido su obispo en los últimos diez años.


Milián deja atrás exactamente diez años de mandato como obispo y una diócesis envejecida con 77 sacerdotes, pero que trata de renovarse con la llegada del clero latinoamericano y también con nuevos seminaristas. Y sobre todo a cuestas con el litigio de los bienes de arte sacro que parece eternizarse.


-¿Se va con la pena de no haber resuelto el litigio de los bienes?

-Sí, porque los obispos de Aragón estuvimos reunidos con el secretario de Estado, el segundo cargo después del Papa (y al Papa también se lo dijimos), y le dijimos que queríamos solucionar este asunto antes de nuestras jubilaciones. Además el obispo de Lérida ha pedido la jubilación en septiembre. Vi que se daban pasos pero no han cuajado. Por parte del obispo de Lérida sí, y es algo que él me lo ha dicho siempre. Pero en Cataluña hay otros inconvenientes que son fáciles de suponer. Me duele no haberlo dejado solucionado porque hubiéramos dejado ese tema liquidado, y para los que nos sucedan hubiera sido más fácil, así como hubiera dado una tranquilidad para todos.


-Usted vino muy esperanzado de su encuentro con el Papa y el secretario de Estado por este asunto. ¿Sigue esperando sus frutos?

-Yo no he terminado de hacer gestiones y seguiré haciéndolas hasta que venga el nuevo obispo. Ese tema no lo tengo olvidado, aunque no sé si las gestiones que sigo haciendo darán sus frutos o no. Ese tema siempre ha estado vivo aunque no haya salido en los medios.


-¿Se solucionará antes de febrero cuando usted dejará la diócesis?

-Lo veo difícil. Si dependiera solo del obispo de Lérida, de mí y del Vaticano pues se solucionaría. Pero hay otras fuerzas, fáciles de entender, que se oponen totalmente reconociendo que esas piezas son de aquí.


-¿El nuevo obispo lo tendrá más fácil o tendrá los mismos inconvenientes que ha tenido usted y su antecesor?

-Yo sé que el que nuevo obispo es un hombre muy valioso y muy enérgico. En Roma lleva año y medio en el Colegio Español y además ha vivido allí muchos años porque ha sido superior general de la congregación de los operarios diocesanos y tiene mucho conocimiento. El pondrá toda la carne en el asador y así será más fácil. Aunque no sé si será más eficaz o no. Que él hará todo lo que pueda, no lo dudo.


-¿Es de suponer que el nombramiento del nuevo obispo de Lérida no tardará mucho?

-Tardará un poco más porque Joan Piris cumplió los 75 años en septiembre, meses después que yo. Pero no puedo decir nada porque no conozco nada.


-¿Cómo define al nuevo obispo de Barbastro – Monzón?

-Es un hombre muy preparado a nivel intelectual, pastoral y de servicio. Tiene un conocimiento muy grande del mundo porque ha sido superior general durante doce años y le ha tocado recorrer todo el mundo. Es un hombre con muchos valores, de mucha fe, y que asume el ser obispo no como una grandeza, que hoy no lo es, si no como un servicio a la Iglesia: el Papa le ha pedido que venga aquí y el viene a trabajar todo lo que pueda. Creo que es un gran regalo de Dios para esta dióceis.


-¿Cómo ha sido esta década?

-Ha sido una década de una entrega total por mi parte al servicio de la diócesis. He intentado transmitir lo fundamental, que es la razón de mi vida, la fe en Jesucristo y en su Evangelio, e impregnar  la Iglesia, a los cristianos y a la sociedad con los valores del Evangelio. He trabajado mucho con los sacerdotes, con los laicos, con los religiosos, y también con colaboración con las autoridades diversas, regionales, provinciales o locales. He tenido buena colaboración con los alcaldes por el bien del pueblo siempre.


-¿Qué diócesis encontró y qué diócesis deja?

-Encontré una diócesis con deseo de tener un obispo porque llevaban desde mayo sin obispo y yo vine en diciembre. Encontré una acogida muy favorable, la mayoría de los sacerdotes me conocían y yo a ellos, porque había dado charlas. Encontré una diócesis con ganas de trabajar entre los sacerdotes, religiosos, laicos y seglares,… Y dejo una diócesis con unos años más de edad porque los sacerdotes se hacen mayores y en la sociedad pasa lo mismo. Pero una diócesis muy abierta a lo que Dios quiere de cada uno de nosotros. Yo siempre he tratado de comunicar nuestro servicio al mundo y dejo una diócesis servidora del mundo, con los valores que la Iglesia puede transmitir a nuestros pueblos, desde el Pirineo al Bajo Cinca.


-Le ha preocupado mucho conseguir nuevas vocaciones y sacerdotes y se ha ido a buscarlas a América Latina. Ha sido una característica de su obispado.

-Sí y eso nació en Etiopía. Al ser el obispo responsable de Cáritas española me tocó viajar muchas veces, y en Etiopía había un sacerdote colombiano que se ofreció a venir a España ante la escasez de vocaciones. Me puse en contacto con su obispo y nos mandó a un sacerdote, Rafael Duarte, que ha estado en Campo. Luego vinieron otros de Colombia y de otros países. Ha sido una característica de mi estancia aquí y he conseguido traer a nueve de Colombia y uno de Venezuela. También hemos contado con un seminarista y va a venir alguno más.


-También ha dejado su impronta como reflejo de su cargo de obispo delegado de Cáritas. ¿Se puede decir que ha sido un obispo social?

-No me sé calificar pero sí que he pertenecido en la Conferencia Episcopal a la comisión de pastoral social que ahora preside Juan José Omella que también estuvo aquí. Lo social lo entiendo como una dimensión de la fe, una fe sin obras no es fe. Sí que he animado todo lo social a través de Cáritas, Manos Unidas, el Domund, y con el gozo de tener misioneros por el mundo. Aquí tenemos unos 50 y en España unos 13.000, y son los mejores embajadores del país porque están en los peores sitios haciendo una labor impresionante, dando la vida en algunos casos.