Aniversario del fin de la Bolsa de Bielsa

Treinta kilómetros y 75 años

La Bolsa de Bielsa supuso la salida a Francia de más de 5.000 aragoneses durante la Guerra Civil, después de que el contingente republicano resistiera durante dos meses la ofensiva franquista.

Juan Gisbert y Josefa Mur con cinco de sus hijos
José Gisbert y Josefa Mur con cinco de sus hijos

Josefa Mur estaba embarazada cuando se vio obligada a cruzar la frontera en una de las primaveras más complicadas que se recordaban en la zona. Después de salir de Fiscal con rumbo a Bielsa en busca de un lugar más seguro, ella y sus seis hijos formaron parte de los más de 5.000 habitantes del valle que tuvieron que cruzar a Francia en abril de 1938 debido a la acometida que la ofensiva nacional había planificado sobre Aragón.


75 años más tarde de aquella travesía, los hijos de esos seis niños que cruzaron los Pirineos huyendo de la guerra se vuelven a reunir este fin de semana en Bielsa con el objetivo de recorrer aquel camino que dos generaciones antes sus abuelos emprendieron, en un acto que José Miguel Gisbert, uno de estos primos, califica "como una acción de gracias hacia ellos, que sufrieron para que hoy podamos estar aquí".


"Mi abuelo, miembro de la 43ª división del Ejército republicano, continuó batallando después de que mi abuela cruzara a Francia", narra José Miguel, mientras se prepara para revivir el camino de más de 30 kilómetros que su padre realizó siendo solo un niño.


"La Bolsa de Bielsa se produce cuando el bando franquista lanza en marzo de 1938 lo que se conoce como la ofensiva de Aragón, que rompe en cuestión de semanas el frente aragonés, aislando a la población de la zona de Bielsa y a las tropas allí concentradas de cualquier contacto con otro territorio republicano", explica José Manuel Ledesma, profesor de historia de la Universidad de Zaragoza.


Hasta Bielsa había llegado la 43ª división del Ejército Popular republicano después de destruir todos los puentes a su paso para evitar el avance rival. Una formación que componían unos 7.000 hombres cuya resistencia "facilitó la salida de la población de la zona", rememora con orgullo Gisbert.

7.000 contra 15.000

"La 43ª división contaba en ese momento con unos 7.000 hombres, por los 15.000 del bando nacional", explica José Manuel Ledesma. "Además, existía una clara desventaja en el aspecto armamentístico con respecto a los sublevados, que habían recibido un mayor apoyo internacional por parte de alemanes e italianos".


Tras dos meses de contienda, el 14 de junio el contingente republicano aislado en Bielsa inició la retirada para intentar cruzar la frontera. "Mi padre aún recuerda el paso de los aviones alemanes e italianos por encima del pueblo", explica José Miguel Gisbert, que traslada las vivencias de su padre en un enfrentamiento marcado por las inclemencias del tiempo y el desgaste que exigía el Pirineo aragonés.


"Los partes de guerra de ambos bandos reflejan la crudeza de la climatología", cuenta Ledesma, que califica de "heroica" la actuación de la 43ª división en Bielsa, achacando gran parte del mérito de que el ejército republicano, cansado y duplicado en número, pudiera resistir el sitio durante más de dos meses al líder de la división, Antonio Beltrán Casaña, 'El Esquinazau'.

Al otro lado de la frontera

Y así, después de recorrer el camino que dos meses antes habían pisado su mujer y sus hijos, el padre de aquella familia, Juan Gisbert, pudo cruzar la frontera el 15 de junio junto con los supervivientes de su división.


Al cruzar la frontera, las autoridades francesas rechazaron la posibilidad de que los soldados republicanos se quedaran en suelo francés, dándoles la opción de volver por Irún para rendirse ante los sublevados, o regresar por el pirineo catalán para continuar guerreando en el frente. Solo 411 de los más de 6.000 que cruzaron la frontera eligieron la opción de Irún.


"Lo que no quería Francia es que la zona sur del país se convirtiera en una especie de central del bando republicano", explica Ledesma, que comenta que "siendo rigurosos" se puede decir que "en ese momento la Guerra ya estaba sentenciada hacia el bando ganador".


La Guerra continuó su curso sucediéndose los últimos estertores de una república "que ya estaba herida de muerte debido a la diferencia armamentística".


Josefa Mur y sus hijos fueron acogidos en la región de Maine y Loira, en el centro de Francia, donde los niños fueron separados hasta la vuelta de su padre al finalizar la Guerra.

Repitiendo sus pasos

La familia Gisbert volvió a España meses después de finalizar el conflicto, donde "encontraron su casa de Fiscal convertida en cuartel general de La Falange", describe aún con tono de sorpresa José Miguel, que explica que al regresar su familia a España su abuelo fue encarcelado durante más de nueve meses en el fuerte Rapitán de Jaca, "fruto de un mal comentario de algún vecino del pueblo".


Finalmente, la familia Gisbert-Mur pudo estabilizarse años más tarde en Zaragoza, donde nació, "el octavo de los Gisbert".


"A día de hoy siguen vivos cinco de los hermanos que cruzaron la frontera" comenta José Miguel, mientras espera el momento de afrontar con sus primos aquellos 30 kilómetros que, hace 75 años, recorrieron sus abuelos.