Opinión

Cercenar el futuro

Impresiona y conmueve contemplar el zarpazo de la muerte en las carreteras. Un fin de semana trágico ha dejado una estela de dolor, de duelo profundo, que se agiganta al ver cómo se trunca el futuro de unas personas jóvenes, que apenas si han comenzado a asfaltar la vida.


Los apenas 37 años de la senadora María Jesús Burró, y los 22 y 23 años de los otros dos fallecidos en los accidentes de este fin de semana suponen un mazazo en el alma y obligan a exigir otra vez –otra vez- que se tomen medidas para garantizar una mayor seguridad en nuestras carreteras.


La muerte absurda de estos jóvenes no puede seguir dejando indiferentes a quienes han de velar por el bien común. Que no pueden volver la espalda a un problema profundísimo que golpea con bárbara regularidad el corazón de quienes vemos desfilar sus cadáveres. Como un asombroso ritual aceptado.


No cabe duda de que cada suceso, cada accidente, se envuelve en sus propias circunstancias, agravadas a veces y otras no por el estado de las carreteras. Pero el golpe es un aviso y un recuerdo; es el zarandeo a la exigencia de actuar.

El respeto a cada uno de ellos –y a sus allegados- pide la intervención. Sus muertes, absurdas, no pueden además resultar inútiles.