Juicio en Jaca

El exsoldado juzgado por matar a otro dice no recordar nada

Se enfrenta a penas de entre 10 y 15 años de prisión por acuchillar mortalmente a un compañero en 2009 en el acuartelamiento de Jaca.

El acusado, a su llegada al juicio
El exsoldado juzgado por matar a otro dice no recordar nada
JAVIER BLASCO

El exsoldado profesional venezolano Dióscar A.G., acusado del presunto homicidio del joven soldado gijonés Iván Castiello, en 2009 en un acuartelamiento de Jaca (Huesca), ha asegurado, ante un jurado popular, no recordar nada de lo sucedido porque estaba "muy borracho".


En la primera sesión del juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Huesca, el procesado, ante las insistentes preguntas de la fiscalía y de la acusación particular, se ha limitado a contestar de forma reiterada: "no lo recuerdo", a las preguntas referidas al presunto homicidio.


Los hechos, por los que el acusado se enfrenta a penas de entre 10 y 15 años de prisión, ocurrieron a primeras horas de la madrugada del 11 de diciembre de 2009, en la habitación que compartía el supuesto homicida con otros dos soldados en las instalaciones militares de la capital jaquesa.


El procesado, cuya entrada y salida de la Audiencia ha provocado momentos de tensión entre los familiares de la víctima, ha asegurado no recordar haber provocado un alboroto en su habitación, en el acuartelamiento jaqués de San Bernardo, ni haber empuñado la navaja que provocó una herida mortal en el vientre de Iván Castiello, que tenía 28 años en el momento de morir y que ocupaba la cámara contigua.


Tampoco ha recordado haber propinado una patada a la víctima cuando se encontraba herido en el suelo al tiempo que le espetaba: "¡levántate, maricona, que esto es una broma!", según declararon testigos presenciales durante la instrucción de los hechos.


Estos testigos afirmaron que la víctima se presentó en la habitación del procesado para pedir que guardara silencio porque al día siguiente entraba de guardia temprano, momento en el que se produjo la agresión.


Ha relatado que la tarde previa a los hechos consumió abundante whisky en la vivienda de uno de sus compañeros, y que no se acordaba de nada de lo ocurrido más tarde.


Según ha explicado, "cuando tengo consciencia de mí es al despertarme en la camilla de un hospital, y luego en el calabozo de la policía al traerme el almuerzo".


Ante las insistentes preguntas de las acusaciones, Dióscar A.G. ha admitido que guardaba en su memoria algunas imágenes de las horas en que ocurrieron los hechos, pero ha precisado: "era algo muy borroso, como si hubiese sido un sueño y me estuviera agarrando alguien".


Ha rechazado las declaraciones de otros compañeros militares que le responsabilizaron de amenazar de muerte en diversas ocasiones a Castiello y de marcar la puerta de la habitación de éste con una cruz, al tiempo que comunicaba a otro soldado su intención de "rajar" a la víctima.


Ha atribuido estas manifestaciones a la relación de amistad que mantenía Castiello con los soldados que le responsabilizaron de las amenazas de muerte.


Tras la declaración del procesado, han prestado testimonio los dos hermanos mayores de la víctima, quienes se hicieron cargo de la tutela del joven, huérfano de padre y madre, hasta que cumplió los 18 años.


Por estos hechos el fiscal solicita 10 años de prisión para el procesado por un delito de homicidio con la atenuante de embriaguez, mientras que el representante de la acusación particular reclama 15 años al entender que la bebida no debe considerarse una "patente de corso".


Ambas acusaciones han solicitado que el Ministerio de Defensa sea declarado responsable civil subsidiario en el pago de las indemnizaciones ya que en el momento de producirse los hechos había un expediente de expulsión en trámite del procesado por un delito penal previo.


Por estos hechos, la fiscalía solicita una indemnización de 52.000 euros para los dos hermanos de la víctima, mientras que el representante de la acusación particular reclama 200.000 euros.


El letrado de la defensa reclama a su vez la libre absolución de su cliente mediante la aplicación de una eximente completa por embriaguez total ya que, a su juicio, el consumo de alcohol le había anulado de forma "completa" su conciencia y voluntad.


En su intervención previa, el defensor ha apuntado la posibilidad de que la muerte de la víctima no fuera consecuencia del apuñalamiento sino de una praxis médica inadecuada por parte de los servicios médicos que le atendieron.


Ha añadido, además, que del testimonio de los testigos presenciales se deriva que la víctima pudo causarse la herida al abalanzarse sobre el procesado quien, según ha hecho notar, empuñaba en esos momentos la navaja con la mano izquierda a pesar de ser diestro.


El juicio se reanudará este martes con el testimonio de los testigos y continuará el miércoles con las aportaciones de los peritos judiciales.