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El traslado de los residuos tóxicos que dejó Inquinosa se iniciará en 2010

Este verano se empezará a construir en Sabiñánigo la celda que encapsulará unos 200.000 metros cúbicos de desechos del pesticida lindano, que dejó de producirse hace 20 años.

Veinte años después de que la empresa química Inquinosa cesara la producción del pesticida lindano en Sabiñánigo -el 30 de mayo de 1989-, el Ministerio de Medio Ambiente y el Gobierno de Aragón siguen invirtiendo cantidades millonarias en la gestión de sus residuos. La DGA adjudicará en los próximos días las obras del nuevo vertedero de Bailín, un concurso al que se han presentado 14 empresas y cuyo coste asciende a 19 millones de euros.

 

La construcción comenzará este mismo verano, para en 2010 iniciar el traslado de los peligrosos residuos que se almacenan en el actual depósito de Bailín. El departamento de Medio Ambiente calcula que hay 162.000 metros cúbicos de materiales: 36.000 procedentes de la fábrica Inquinosa, los más tóxicos; 100.000 son tierras que los cubrían y que en parte han quedado contaminadas; y el resto, residuos sólidos urbanos y escombros. A estos se suman unas 2.000 toneladas de residuos líquidos, los más peligrosos, que en algunos casos se llevarán fuera de España para su tratamiento por parte de gestores autorizados. Esta cifra solo es una estimación, que habrá que confirmar con el programa de ensayos del desmantelamiento.

 

Las obras del nuevo vertedero, cuestionado por los ecologistas por su emplazamiento, estaban previstas desde los años 90 por si la impermeabilización del actual depósito fallaba, como así ha sido. Y es que en 2005 se detectaron importantes filtraciones que obligaron a reforzar la vigilancia y a instalar una red de piézometros que confirmó las fugas, lo que aconsejó hacer una instalación donde los residuos quedaran encapsulados.

 

La principal instalación de Bailín será la celda de seguridad, pero además contará con una estación de transferencia para clasificar los desechos antes de enterrarlos. La superficie de la celda será casi como dos campos de fútbol (180 metros de largo por 100 de ancho), con una profundidad equivalente a la altura de un edificio de seis plantas (entre 19 y 25 metros). Para evitar nuevas filtraciones, se aislará con hasta trece capas de diversos materiales, unos permeables para captar las escorrentías que irán a la planta de depuración y otros impermeables.

 

"Es algo más que un vertedero de peligrosos, tiene un nivel de exigencia tres veces superior al que marca la normativa", asegura la directora general de Calidad Ambiental, Marina Sevilla. La capacidad de la celda, 200.000 metros cúbicos, se ha calculado para albergar los residuos de Bailín, pero también otros suelos contaminados en Sabiñánigo, como los del vertedero de Sardas o los de la fábrica.

 

Lindano en bidones y sacos

El compartimento estanco solo acogerá los desechos menos peligrosos o que se puedan tratar para convertirlos en inertes, mientras que otros, como el lindano líquido, se llevarán fuera de España para su incineración. De hecho, la DGA ya está trasladando algunas sustancias extraídas por bombeo de Bailín a Francia y Alemania, al no existir gestores autorizados en España. En el basurero aún quedan bidones y sacos que arrojó Inquinosa, que incluso llegó a tirar los residuos directamente, sin ningún tipo de protección.

 

En una primera fase se construirá la celda y las instalaciones auxiliares, todo lo que no implique movimientos en el antiguo vertedero para evitar dejar expuestos los residuos. Ya en 2010 se acometerá el traslado. Carlos Cacho, jefe del servicio de Control Ambiental, explica que "no se trata solo de moverlos, se caracterizan y se clasifican y se van destinando a zonas compartimentadas de la celda". En 2011 y 2012 se harán los trabajos de restauración paisajística y se dará solución a los suelos contaminados por las filtraciones en el viejo vertedero.

 

Las medidas de seguridad se han extremado. Los viales se configuran de tal manera que los camiones que trabajen en el desmantelamiento del antiguo basurero solo llegarán a la estación de transferencia, mientras que los que depositan los residuos en la nueva celda de seguridad no pasarán de esta instalación. También se habilitará una zona, denominada Blanco y Negro, para asegurarse de que los trabajadores se descontaminan cuando se van.