Las claves de la primera derrota del PSOE de Huesca en 40 años en unas municipales

Él día después es el de la reflexión. El PSOE de Huesca ha empezado a digerir este lunes sus malos resultados en las elecciones municipales. Tan malos que es su primera derrota desde hace 40 años en unos comicios locales. Las claves, según el propio partido, hay que buscarlas en el fracaso en las grandes ciudades, sobre todo en Fraga, Monzón o Huesca, "un duro golpe que no esperábamos".  

Desde la instauración de la democracia, las habían ganado todas, salvo las primeras de 1979, cuando se impuso la UCD. A partir de entonces, una tras otra, las 10 convocatorias, superando al PP en votos, porcentaje y número de concejales. Hasta el domingo, hasta que llegó la número 11.

El dominio socialista les ha llevado a no bajar nunca de 500 concejales, ni del 35% de los votos, ni de 44.000 sufragios. Esta vez se han quedado por debajo, con 38.923, aunque la aritmética les ha permitido que esas papeletas se traduzcan en 602 puestos en las corporaciones, más incluso que el PP, que pese a obtener casi 41.000 sufragios se ha quedado en 424 ediles. La diferencia sustancial es que los populares triunfan en las grandes ciudades mientras que el voto rural, en los pequeños pueblos, sigue decantándose del lado del PSOE. 

Pocas alegrías hubo la noche electoral en la sede de la calle Ramón y Cajal de Huesca. Fracasó en la capital, vio cómo el PP lograba mayorías absolutas en Fraga o Monzón. Y estuvo cerca en Barbastro, cuya alcaldía seguirá en manos populares, aunque el nuevo candidato socialista que relevó al veterano Antonio Cosculluela ha mejorado los resultados. 

Sabiñánigo fue también un golpe moral, el batacazo después de más de 30 años de hegemonía. Tampoco dio una alegría Jaca, ni Binéfar, ambas pendientes de los pactos. Se perdió el bastión de Tamarite de Litera, se pudo conservar Sariñena y hubo cierto consuelo con Benasque, Aínsa, Canfranc o Villanúa. En estas dos últimas localidades del valle del Aragón la fidelidad al PSOE no tiene fisuras. Y de poco consuelo le sirvió al secretario general, Fernando Sabés, haber barrido en su municipio, San Esteban de Litera, con siete concejales de siete, dados los resultados generales. 

Según los datos del Ministerio del Interior, el PP ha logrado cuatro mayorías absolutas, por ocho del PSOE. Y las mayorías relativas se reparten 47 para los socialistas y 23 para los populares. Pero la marea azul las consigue en lugares más relevantes, sacando ventaja en el reparto de diputados provinciales. 

Este ha sido uno de los grandes varapalos del 28-M, la pérdida de la Diputación Provincial, que solo durante cuatro años desde 1983 fue para los populares (desde 1995 hasta 1999). Será bicolor, sin matices: 13 PP y 12 PSOE. Ahora se abre la incógnita de qué camino seguirá Miguel Gracia, referente máximo de los socialistas altoaragoneses en los últimos años, pese a no tener poder en la Ejecutiva. 

La respuesta está mañana en la Comisión Ejecutiva convocada por el PSOE para analizar los resultados y tomar decisiones. Según fuentes del partido, las autonómicas no han ido mal en el Alto Aragón, que mantiene los siete escaños prácticamente con el mismo porcentaje de votos. Otra cosa son los ayuntamientos. 

"Pico y pala". Así resume Gerardo Oliván, presidente provincial del PP, el éxito de su partido, admitiendo que la marca liderada por Feijóo ha aupado a sus candidatos, incluidos los últimos acontecimientos sobre Bildu y los fraudes en el voto electoral. "Pero como dije en el inicio de la campaña, si no tienes muchas y buenas listas no puedes ganar". Oliván cree que al PSOE "se le ha hecho larga la campaña y a nosotros nos ha faltado tiempo porque íbamos de subida".