"Lo hemos perdido todo, los muebles, el coche... no vimos venir la riada"

Los vecinos de la calle Río Cinca de Pomar, que vieron cómo se inundaban sus casas, se han dedicado hoy a sacar el lodo y achicar el agua. 

Los vecinos limpian las viviendas de la calle Río Cinca de Pomar afectadas por la crecida.
Los vecinos limpian las viviendas de la calle Río Cinca de Pomar afectadas por la crecida.
Verónica Lacasa

Una veintena de vecinos que residen en las seis viviendas unifamiliares de la calle Río Cinca de Pomar, próximas al barranco de La Clamor, se afanaban desde primeras horas de la mañana sacando todo el lodo acumulado y achicando el agua que anegó la primera planta afectando a todas sus pertenecías allí depositadas.

El agua subió un metro y medio desde el nivel del suelo, cinco metros desde la cota de La Clamor. La alerta la dieron desde Peraltilla, donde nace el barranco, para avisar como en otras ocasiones a los vecinos de Pomar de la que se les venía encima.

Muchos vecinos salían del acto electoral del PSOE sobre las 22.30 en el que se presentó la candidatura de la alcaldesa, Elisa Sancho, sin sospechar lo que iba a ocurrir media hora después. “Habíamos acabado el mitin y nos avisaron desde Peraltilla que en Monesma de San Juan había caído mucho”, explicaba un testigo.

Pasada la medianoche cundió el desastre y al amanecer era el momento de lamentar pérdidas materiales y ponerse manos a la obra para limpiar toda una calle, así como realizar trabajos de retirada de asfalto y cañas apiladas en la rambla del Cinca.

“La planta de abajo ha quedado inservible. Ahí están las cocinas, los comedores. Una pena”, cuenta Alberto Val, propietario de una de estas casas donde vive con su mujer y un niño, que afortunadamente se encontraba en casa de unos familiares. “Estábamos cenando con mi mujer y un vecino nos vino a avisar para sacar el coche que estaba aparcado cerca del cauce. Cuando fui a buscarlo ya era todo agua. Lo puse en la puerta de casa, pero empezó a subir el nivel del agua y lo llevé a la calle de arriba. Al volver el agua ya me llegaba por el pecho. Me dio tiempo de rescatar a la perra, un pastor alemán, que estaba en el jardín, pero ya no fue posible hacer nada más”, comentaba con resignación.

Un muchacho tuvo que subirse al muro de la entrada de su vivienda protegiéndose de una crecida cada vez más imponente. La alarma cundió entre los vecinos que no esperaron a los bomberos y con escaleras accedieron a la parte de atrás de su vivienda para rescatarlo. Una vez que llegaron los bomberos procedieron a rescatar a dos familias atrapadas en sus casas.

Alberto y su mujer durmieron en Binaced, en casa de su suegra y desde primera hora de la mañana se afanaba en las tareas de limpieza junto a muchos vecinos que acudieron con tractores a echar una mano. “Los vecinos se han ofrecido a alojarnos, todos se han portado muy bien”, cuenta. “Hemos perdido muchos documentos personales, álbumes de fotos, la foto de comunión de nuestro hijo, … una pena”. 

Alberto compartía el malestar de muchos vecinos y del Ayuntamiento con la CHE por no limpiar el cauce de La Clamor. “Llevamos reclamando durante mucho tiempo que limpien el cauce. Los ecologistas ponen trabas y no se hace ese trabajo y luego pasa lo que pasa. Si el cauce hubiera estado limpio no hubiera pasado esto”, comentaba.

Emocionado, con un chándal manchado con barro y con la escoba en mano Francisco Fondevila relataba una historia parecida. “Nos avisaron de que el cauce subía muy rápido y fuimos a sacar el coche y aparcarlo en la calle de arriba. Al volver ya no pude entrar en casa. El agua bloqueaba la entrada y en cuestión de un minuto subió unos 40 cm el nivel de agua. Habíamos visto el agua a cota de dos o tres metros, pero nunca a cinco metros”. 

El piso de Francisco ha quedado “desecho, la cocina, el salón, todos los muebles, el baño, el coche que estaba en el garaje, todo lo que estaba en el trastero”. Francisco su mujer y su hijo pasaron la noche en el pueblo de su suegra. “No tenemos zapatos, abrigos, todo lo del piso de abajo ha quedado desecho”, afirmaba con entereza, aunque visiblemente emocionado.

Andrei Cerca y su madre viven en el número 10 y también mantenían la entereza al ver como el agua se les llevó incluso los “documentos de la casa y de todo tipo”. “Hemos perdido el sofá, la tele, el ordenador, zapatillas, nevera, lavadora, horno, encimera, la cocina entera destrozada, el parqué, el coche, los armarios, impresora, fax, mucha electrónica y de todo”. “No lo vimos venir. A mí me llamaron a las once de la noche y me dijeron ‘saca el coche porque está viniendo el agua’. Me vestí rápidamente y el agua ya llegaba a mitad de neumático, pero ya lo pude sacar”, explicaba. “Algunos vecinos nos han ofrecido su casa para dormir, pero no sabemos dónde iremos, aunque tenemos familiares en Lérida”, afirmaba.

Uno de los muchos vecinos que acudió a echar una mano fue Manolo Bara, cronista local en la revista municipal El Platanero. “En los 65 años que tengo nunca he visto una cosa como esta. Cuando el río iba con su cauce, se juntaba con La Clamor y sí que había crecidas, pero esta barbaridad no se ha visto nunca. Los vecinos tenemos que echar una mano, toda ayuda es poca, porque el desastre es grande y además son familias jóvenes con críos pequeños”, explicaba.

Las tareas de limpieza se prolongaron durante toda la mañana y seguirán también en los próximos días. Maquinaria agrícola, palas, empresas de limpieza viaria, técnicos de la CHE..., muchos fueron los que durante la mañana trataron de acondicionar el acceso a estas viviendas y desalojar los enseres inservibles o sucios por el barro.

Los efectos de la crecida se notaron también en el municipio. El agua derribo una barandilla de hierro y una farola en el puente que da acceso a unas fincas, anegó la pista de pádel y la planta baja de la Casa de la Cultura donde se encuentra la sede de la comunidad de regantes, la sede del AMPA, la asociación folclórica y espacios multiusos para la práctica de ejercicio físico. 

Asimismo, ha quedado afectado el parque infantil y el merendero. Como consecuencia de los daños, el colegio electoral ubicado en la Casa de la Cultura se ha tenido que trasladar al Ayuntamiento. “El agua ha llegado hasta la rodilla. Está destrozado, para días se podrá utilizar. Me he quedado sin fotocopiadora, sin ordenador, sin actas y eso sí que no se puede recuperar”, señalaba María Jesús Alegre, de la comunidad de regantes.

El agua entró en el transformador eléctrico y ello provocó que algunas casas de la calle Mayor y la plaza se quedaran sin suministro eléctrico.

El Ayuntamiento de San Miguel de Cinca pedirá al Estado la declaración de zona catastrófica. “Es lo primero que vamos a pedir porque los daños materiales tanto a particulares como a nivel municipal hay muchísimos. El problema que tenemos no es que llueva en Pomar si no todo lo que se nos viene por no estar el cauce limpio. Tenemos un expediente muy amplio de peticiones a la CHE pero ni lo limpian ellos ni nos dejan limpiarlo a nosotros”, comentaba la alcaldesa y vicepresidenta de la DPH.

A Pomar de Cinca también acudió el presidente de la DPH, Miguel Gracia, tras visitar las afecciones en Monesma de San Juan. Elisa Sancho recordó que la Diputación ha elaborado un plan de intervención para cuatro municipios por donde transcurre el cauce del barranco de La Clamor.

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