El drama de un negocio del Pirineo: "Hemos cerrado el restaurante al mediodía por falta de personal"

El Hostal Kimboa de Ansó ha tenido serias dificultades durante varios veranos seguidos para encontrar trabajadores para los meses de julio y agosto y ha tomado esta "dolorosa decisión".

Álvaro Pérez y Vladimira Pluskalova regentan el Hostal Kimboa en Ansó.
Álvaro Pérez y Vladimira Pluskalova regentan el Hostal Kimboa en Ansó.
Á. P.

Más de 30 años después de que sus padres abrieran el Hostal Kimboa de Ansó, su hijo Álvaro Pérez, que ahora lo regenta con su esposa Vladimira Pluskalova, ha tomado la "dolora decisión" de cerrar el servicio de restaurante al mediodía por falta de personal. A partir de ahora solo servirá cenas. "Es una pena porque tenemos un negocio que va bien y, por los comentarios que nos dejan, los clientes se van contentos, pero llevamos varios años con muchas dificultades para encontrar gente para trabajar en verano y ya no podemos seguir con esa incertidumbre", explica. 

Ofrecían dos meses de trabajo (julio y agosto) con alojamiento y manutención, además del sueldo. Y es que desde Semana Santa hasta el Pilar -los otros cuatro meses de invierno cierran- se apañan entre ellos dos "y no podemos contratar a nadie porque somos una empresa pequeña y la facturación no da para tanto". Sin embargo, en verano sí que necesitaría hasta tres personas. "Pero no encontramos ni dos ni una", lamenta. 

Sus padres pusieron en marcha en 1992 un establecimiento que al principio tenía solo bar y restaurante y además de ellos, Álvaro y su hermano les echaban una mano y tenían trabajando a tres personas del pueblo. En 1996 lo ampliaron haciendo un hostal con 12 habitaciones y dos años después cerraron el bar porque era incompatible con el descanso que requerían los clientes. 

En 2016, sus padres se jubilaron y se quedaron solos al frente del negocio Álvaro, que es diplomado el Ciencias Empresariales, y su mujer, una ingeniera agraria de origen checo. Ambos comenzaron a buscar gente para trabajar, primero en redes sociales y portales especializados de internet pero también con anuncios en los tablones de anuncios de centros universitarios "porque cuando yo estudiaba, me acuerdo que la gente ponía carteles con teléfonos y desaparecían enseguida".

Durante tres temporadas lograron contratar personal pero después de muchísimo esfuerzo. "Para una Semana Santa teníamos gente apalabrada y diez días antes nos dijeron que habían cambiado de planes porque cada uno tiene su situación personal", recuerda.

Pero en 2019 no encontraron a nadie y tuvieron que asumir la temporada alta los dos solos "con doce habitaciones, desayunos, lavadoras, plancha, el restaurante a mediodía y por la noche... Me tocó con 43 años y aguanté físicamente", subraya. Los dos años siguientes les "salvó" una amiga que se había quedado en el paro. Sin embargo, en 2021 volvieron las dificultades. Incluso solicitaron trabajadores a través del Inaem "y nos dijeron que llegaron a mandar a unas 17 personas, pero aquí no se presentó nadie", asegura.

Álvaro Pérez entiende que su oferta puede resultar apetecible sobre todo para el colectivo de estudiantes "porque es un trabajo para poder ahorrar un dinero en verano". Pero insiste en que "la gente ni siquiera pregunta lo que va a cobrar, directamente te dicen que no". En este sentido, insiste en que "el dinero no es el problema porque si encuentras un buen trabajador, no lo dejas escapar".

Reconoce que en principio buscaban gente profesional especializada en el sector, "pero luego ya piensas en encontrar a alguien que simplemente haga el trabajo y al final solo en una persona que quizá te ayude a hacer las camas para acabar antes las habitaciones y que podamos abrir el restaurante al mediodía, pero ni aun así", afirma. "Y sé que a otros compañeros de otros lugares les pasa lo mismo", añade. 

Deja claro que aunque ahora llegara alguien buscando trabajo ya no lo contrataría. "Nos ha costado cuatro años y muchos lloros tomar la decisión porque no podemos estar diciendo 'hoy abro y hoy cierro' ya que hay que tener una seriedad con los clientes. Lo hemos intentado todo", recalca, al tiempo que advierte que la "pena" que siente no es solo por su situación individual "sino por lo que nos espera en el futuro". 

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