Una emprendedora rural abre su peluquería soñada en Lanaja: productos naturales, masajes y terraza chillout

A raíz de la pandemia, María Barcos decidió dejar la ciudad y regresar a su pueblo natal, donde ha abierto las puertas de un negocio que busca marcar la diferencia.

María Barcos abre la peluquería de sus sueños en Lanaja
María Barcos, en el salón de su peluquería, con una decoración cálida y moderna
P. P. A. 

María Barcos ha abierto las puertas de su peluquería soñada. Y lo ha hecho en su pueblo, Lanaja, del que se fue con 17 años sin la intención de volver. A raíz de la pandemia, y del nacimiento de su hija, Azhara, su perspectiva cambió y en la actualidad, asegura haber regresado a la localidad oscense para quedarse. "Aquí me siento feliz; ya no me imagino en ninguna otra parte", dice.

Su negocio se sale de lo habitual, ya que ofrece toda una experiencia, que va ligada al uso de productos naturales y que incluye aromaterapia, masajes e, incluso, un juego de chakras. El espacio cuenta además con una zona exterior, "a la que salir y evitar el agobio que algunas personas pueden sentir al verse obligadas a mantenerse varias horas dentro de un local", señala la emprendedora.

El diseño de su negocio llevaba años bullendo en su cabeza. También su filosofía, gracias a su propia experiencia -acumula 20 años como profesional- y a los viajes realizados, en los que visitaba salones diferentes e inspiradores. La decoración es cálida y actual, una mezcla de rústico y moderno, con vigas a la vista y plantas colgantes.

"No he tenido que darle muchas vueltas. Tenía muy claro que deseaba ofrecer un servicio diferente y atractivo; una verdadera experiencia", explica. Y lo ha conseguido. El mejor ejemplo es la zona de lavacabezas, con luz tenue y música relajante.

"La firma con la que trabajo se distingue por los rituales asociados, lo que te lleva a ofrecer un trato cuidado y cercano. Yo estoy con la clienta que viene a hacerse color, corte y secado desde que entra y hasta que se va; no cojo a nadie en medio. Durante los primeros minutos, escucho y asesoro y después, pasamos al color o el corte, dependiendo del cambio elegido. Les ofrezco un café o una infusión, con productos de la misma firma, y durante la exposición del color, llevamos a cabo el juego de chakras. Después, una vez en el lavacabezas, llega el momento del masaje en las manos con el aceite esencial del aroma elegido", detalla. "El objetivo es que se vaya guapa y relajada, habiendo disfrutado de un tiempo dedicado a ella", añade. Y la experiencia está gustando.

Con la llegada de la primavera, la emprendedora, de 38 años, espera sacar más partido a la zona exterior, de estilo chillout y privada. Allí, además de disfrutar de un té, café o infusión, los clientes podrán relajarse o recibir un corte de pelo. La peluquera está especializada en novias e invitadas, incluyendo la posibilidad de desplazarse con el fin de peinar y maquillar a domicilio.

"La experiencia está gustando. La gente se va contenta y repite", explica Barcos, que ocupó un antiguo local bancario. Aunque las obras fueron largas, asegura que ha merecido la pena al ver su sueño materializado.

La emprendedora se trasladó a su localidad junto a su pareja, Aitor Abadías, también natural de Lanaja, y la hija de ambos, Azhara, de 4 años. "La pandemia nos hizo reflexionar y nos trajo de vuelta. Ambos queríamos que la niña disfrutara de una infancia similar a la nuestra", explica Barcos. "Yo era de las que no se veía volviendo al pueblo y ahora, ya no lo cambio por nada; aquí es donde deseamos estar", subraya.

Precisamente, el nombre de su peluquería -María Velero- es un guiño a su infancia. "De pequeña, y por mi apellido, mis amigas me llamaba Vele, de Velero, y me pareció que podía encajar, ya que me encanta la playa y además, la decoración es muy mediterránea", concluye, feliz de haber vuelto al lugar en el que creció, rodeada de familiares y amigos.

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