Ni por fuera ni atravesando la población. Este domingo han vuelto a producirse los atascos de circulación en Sabiñánigo. El regreso de los esquiadores y turistas ha vuelto a colapsar el tráfico entre la capital del Alto Gállego y Lanave, un cuello de botella donde se generan frecuentes atascos cuando el trazado de la autovía acaba en una carretera convencional (N-330). Solo faltan 8,5 kilómetros de la A-23 para terminar con este caos, que ocurre casi cada fin de semana de la temporada invernal en dirección a Huesca y Zaragoza y que en esta jornada ha afectado también al casco urbano. 

Los problemas han empezado a primera hora de la tarde. Desde la DGT han avisado de la congestión del tráfico a la altura del Puente de Sabiñánigo, entre los km 406 y 404. También ha habido retenciones de circulación en la N-330, entre Aurín y Hostal de Ipiés (km 628 al 616). Un nuevo fin de semana, la afluencia a los complejos invernales de la provincia ha sido masiva. También han sido muy numerosos los visitantes al Parque de Ordesa, donde el sábado por la mañana fue necesario cerrar el acceso al espacio protegido desde Torla.  

Algunos conductores han intentado adelantar cruzando la población por la avenida del Ejército, lo que ha provoca circulación lenta antes de salir de la localidad. El colapso se ha convertido en algo inevitable al confluir en la rotonda la vía rápida y la autovía. Tanto es así, que hay quien prefiere hacer unos kilómetros más para evitar estas retenciones.

Desde Boltaña hasta Huesca hay 94 km si se va por Sabiñánigo, pero hay conductores que este domingo, ante lo ocurrido el anterior, han decido regresar por Barbastro (112 km). A pesar de que en la autovía A-22 el tramo entre Siétamo y la  capital oscense tampoco está terminado, la carretera estaba despejada.