Círculo Oscense: el legado que busca su sitio

Es una de las joyas del patrimonio arquitectónico de Huesca. Asombra tanto por fuera como por dentro y tiene por delante un gran reto: combinar su historia y mobiliario con ser un espacio abierto al ciudadano.

Casino de Huesca
Casino de Huesca
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Entrar al Casino de Huesca es atravesar el túnel del tiempo. Si su exterior impresiona, por su blancura y volumetría, su interior sobrecoge y hasta intimida. El ruido de la plaza de Navarra se pierde y al cerrar los ojos casi puede escucharse el roce de las sedas, el sonido de los dados y el aleteo de los naipes. 

Lo que siempre se oye es el eco que devuelven sus paredes y su mobiliario, que arrastran consigo una historia centenaria, una atmósfera que explica mucho de la Huesca de principios del siglo XX y de las décadas posteriores, de una vida que pasó de los placeres mundanos de la ‘belle époque’ al horror de la Guerra Civil, la dictadura y la llegada de la democracia.

Hoy, casi 120 años después de que el Casino, nacido como sede del Círculo Oscense, abriera un 10 de agosto rodeado de huertas y frente a la fuente de las Musas, este espacio trata de encontrar su lugar en una nueva era, dejando atrás prejuicios cultivados durante generaciones y reminiscencias que pueden lastrar la viveza a la que aspira. 

Podría ser que su memoria, y todo lo que la acompaña, deba recolocarse para dejar que el aire fresco y la risa se cuelen entre los sofás de terciopelo, los pianos y los espejos que siguen devolviendo los retratos del pasado, como un rumor...

Decenas de páginas, de papel y digitales, relatan y enseñan cómo era el Casino, que fue declarado BIC en el categoría de Monumento hace cuatro años. La catalogación garantiza su protección y, a la vez, limita las intervenciones y las actividades que el Ayuntamiento, su propietario desde 1951, se plantee llevar a cabo durante 2022, todavía año de pandemia, el edificio recibió más de 15.000 visitas, aunque la cifra es superior porque siempre hay turistas que se acercan de forma particular y no se contabilizan. El objetivo es volver a convertirlo en eje social y cultural de la ciudad, donde hay quienes aún lo mira con recelo. 

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, con la mejora de las comunicaciones, en toda España y en particular en Huesca, se produjo una eclosión económica, se empezó a activar el comercio y la pequeña industria y apareció una sociedad burguesa. La actividad política también era importante en aquella época y la sede del Círculo Oscense, fundado en 1877 y presidido por Manuel Camo Nogués, lo era también del Partido Liberal. Se buscaba un nuevo espacio de encuentro y reunión, un lugar más noble y con más empaque.

La concejala que preside el Consejo Sectorial del Círculo Oscense, Cristina de la Hera, explica que se quería disponer de un lugar más acorde con ese auge que estaba experimentando la ciudad. 

El proyecto se encargó al entonces arquitecto municipal, Ildefonso Bonells, quien lo diseño inspirándose en algunos castillos del Loira. Empezó a construirse en 1901 y se inauguró (en parte) el 10 de agosto de 1904. La edil indica que con este edificio se quería trascender la política y el club privado "para darle una finalidad abierta a la sociedad oscense, donde la cultura estaba en apogeo". Para sostenerlo, sus promotores abrieron salas de juego.

Dentro del Casino hay espacios cerrados como los despachos y la biblioteca, donde a buen seguro, tuvieron lugar las reuniones de la junta directiva y del partido. En otras salas se desarrollaban las actividades sociales y culturales como conciertos, bailes de salón, charlas… y los juegos de azar. 

"Es algo que estuvo presente desde el inicio y fue uno de los principales elementos para garantizar su mantenimiento, ya que el edificio, tan elegante y tan grande, necesitaba muchos recursos para funcionar y hacía falta algo más que las aportaciones de los socios". Dentro de los torreones y a puerta cerrada se apostaba fuerte con los naipes, la ruleta o los dados.

Billar, esgrima o tenis

A la luz del día o de las lámparas se jugaba a billar, el dominó o el ajedrez. En su interior también se hacía deporte, ya que se practicaba el tenis y se daban clases de esgrima, que tenía su importancia en aquellos años. Desde el primer momento también contó con un café, que entonces se llamaba ambigú. Como ahora, se hallaba en medio de los grandes salones para acompañar las reuniones y los bailes. "La cafetería sigue siendo un espacio muy querido", señala De la Hera, recordando que hace apenas dos meses que se adjudicó de nuevo el servicio.

En las distintas dependencias luce el mobiliario original y también el que ha sido donado por familias que tenían cierto poder adquisitivo. Un ejemplo es el gran armario-librería que puede verse en la biblioteca, hoy sala de lectura, que fue cedido por la familia de Camo, saga de farmacéuticos según constata el símbolo labrado en la madera, la copa de Higia (diosa griega de la sanidad). En el despacho del administrador hay un mueble y una mesa de la familia Vizán Idoipe, que los donó con la condición de que se colocara en un espacio público.

También se guardan ejemplares originales de libros que fueron aportados al Casino por personas ilustres o integrantes de la sociedad cultural de Huesca, como el pedagogo y pintor Ramón Acín o el músico Daniel Montorio. Ambos desarrollaron proyectos entre sus paredes. 

En los años veinte, el Círculo Oscense disponía de un salón de actos para conciertos, veladas, recitales y representaciones que primero estuvo en la planta baja, en lo que es ahora el comedor para celebraciones del restaurante Lillas Pastia (una estrella Michelin) y que después se trasladó al primer piso, al Salón de los Relojes. Los bailes y conciertos se celebraban en el Salón Azul o el Salón Rojo, espacios situados a ambos lados del cuerpo central del edificio "que siempre han sido versátiles y son los más amplios", precisa la concejala.

El Modernismo y la vida

El Casino asombra también por la iluminación que recibe desde el exterior. "Conjugaba la funcionalidad y la belleza", apunta Cristina de la Hera, explicando que el Modernismo apelaba a la vida, a la vitalidad... y por eso, además de mucha luz, encontramos elementos de la naturaleza, motivos vegetales en las esculturas, los pasamanos, las escaleras, las pinturas de las paredes y los techos… Pero también tuvo etapas muy sombrías. 

Con la dictadura de Primo de Rivera, sin juego, sin partidos y sin cuotas de socios, perdió sus ingresos. La Segunda República lo convirtió en Casa de la Cultura, la Guerra Civil en hospital militar y en 1951 pasó al Ayuntamiento de Huesca y empezó a resurgir. Alojó la biblioteca estatal, la primera sala de televisión, el Club de Montaña Peña Guara, al Orfeón Oscense, la Escuela de Jota y la Peña Zoiti.

De una forma u otra, su preponderancia en Huesca durante los últimos 119 años es innegable. Ya en pleno siglo XXI, la presidenta del Consejo Sectorial reconoce que "ha sido importante vencer esa resistencia que algunos ciudadanos pueden tener porque piensan que no es un espacio abierto, cuando siempre lo ha sido". 

"Es un edificio municipal y aunque siga habiendo una sociedad del Círculo oscense, con unos socios que viene aquí a jugar a cartas, al dominó o al billar, o a leer la prensa, el espacio está completamente vivo", apostilla. 

Según indica, la media de actos que se organiza al año es de unos 140: conferencias, charlas, exposiciones, conciertos… "No son de gran formato porque la sala mas grande, el salón azul tiene un aforo inferior a 150", defiende. Cuenta que el año pasado el Ayuntamiento puso en marcha una aplicación para consultar a través del móvil información sobre el Casino, con el fin de hacerlo más conocido para los oscenses y para los visitantes. «También nos ayudará el hecho de que el bar esté abierto ahora», comenta.

En 2022, con unos meses de restricciones vigentes, el Casino de Huesca recibió más de 15.000 visitas. "Es una cifra muy importante que aún mayor porque hay que sumarle la de los turistas que se han acercado de forma particular hasta este emblemático edificio", detalla la concejala. 

De la Hera insiste en que la audioguía permite recorrer sus principales rincones conociendo la historia del edificio y de sus salas más representativas. Efectivamente, a través de un código QR que da acceso a diferentes pistas de audio se ofrece una ruta que comienza a principios del s. XX en la plaza de Navarra y continúa por la fachada y la puerta de entrada, las pinturas del vestíbulo, la escalera, el bar, los despachos y la biblioteca, el Salón Azul y el Salón Rojo y la sala de Relojes, también con barómetros.

Otro exponente del movimiento cultural y social que en él se desarrollan son los cerca de 80 actos que tuvieron lugar en sus diferentes espacios en 2022 y por los que pasaron más de 3.270 personas. "No fue hasta abril cuando se pudieron usar al completo todas las instalaciones del Casino, ya que a principios de año seguíamos muy condicionados por la pandemia", recuerda la edil.

Cristina de la Hera apunta que se ha instalado un bucle magnético en el Salón Azul para hacer los actos más accesibles. Es un sistema de sonido que transforma la señal de audio en un campo magnético que captan los audífonos y que permite a sus usuarios oír sin reverberaciones ni ruido ambiente.

Sin bailes, por el suelo

La reducción de su uso, por la pandemia, ha posibilitado realizar otras intervenciones, como la restauración de las tapicerías y de la carpintería de las ventanas. Otra parte que también requiere cuidados habituales es el suelo de madera, en los pasillos y zonas comunes

"Era un elemento noble, que le daba un toque de elegancia y calidez", señala De la Hera. Puede pasar desapercibido si el visitante va por libre y no mira hacia abajo pero en los despachos también se conservan los suelos originales; son de cerámica hidráulica y todos diferentes. Cada uno teme una decoración distinta. Su sensibilidad natural impide, según los arquitectos municipales, que se celebren bailes masivos, por su propia naturaleza y por cómo reverberan.

Pero el resto de actividades, no presentan problemas. La edil explica que hay unas normas de uso que se intenta que todo el mundo conozca y que tienen que ver con no comer, no beber, no correr por los pasillos, no gritar en exceso… Además, desde el año 2017 es un edificio BIC, "que también nos condiciona cualquier actividad o intervención que hacemos, que debe estar autorizada por la Comisión de Patrimonio Son unas normas lógicas, pero siempre que se celebra un acto las damos a conocer", dice.

Dentro de unos meses habrá otro cambio, la iluminación exterior de la fachada. Es un proyecto novedoso que mejorará la eficiencia energética y disminuirá el consumo. Introduce también nuevas funcionalidades como el hecho de que toda la luminotecnia sea automática y se pueda programar, o que se consigan diferentes composiciones de color. "Mejorará y modernizará otro aspecto de este edificio tan importante y significativo para la ciudad y, además, se hará respetando la catalogación del edificio como Bien de Interés Cultural", apostilla su responsable.

La antigüedad del edificio. El Casino es muy grande. Sus fachadas y ventanales son enormes y periódicamente, cada 10 o 15 años, hay que actuar sobre ellos porque se degrada la carpintería, la pintura… Dentro del Plan Next Generation se han convocado ayudas para edificios públicos y Huesca ha presentado un proyecto para hacer una rehabilitación integral del Círculo Oscense. Se contempla la restauración exterior y la instalación de un sistema de eficiencia energética (placas fotovoltaicas en los tejados y recuperación de aire caliente). 

Con salas de cinco metros de altura se gasta mucho en calefacción y aire acondicionado. Además, se harían aseos accesibles en todas las plantas. La rehabilitación que se propone está valorada en 2,7 millones y la ayuda máxima que se puede recibir es de 2,2. Se planificaría y se acometería por fases debido a su envergadura y no se cerraría totalmente porque el plazo de ejecución es hasta 2025.

El mantenimiento del edificio, incluido el personal (un administrador y cuatro o cinc ordenanzas) y el desarrollo de actividades supone alrededor de 225.000 euros. Sus ingresos provienen de la aportación municipal, el alquiler de las salas y los socios, que ahora son 330. 

El único requisito es ser mayor de edad y pagar una contribución mensual de 5 euros, más los 12 iniciales. Es una cuota casi simbólica, que da el acceso preferente a la zona de juegos y la sala de lectura. "Hay una querencia de los asociados, que son en su mayoría personas jubiladas, hacia el propio edificio, un vínculo emocional", revela la concejala.

La zona de juegos, territorio de los socios, es el Salón de Los Relojes, con mesas, barómetros, una ruleta, espejos y una pianola. La edil y el administrador, Ángel Cored, afirman que los visitantes pueden "acceder hasta donde quieran". Además del código QR, un conserje les dará las indicaciones oportunas.

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