Aparecen unos restos humanos en el glaciar de Monte Perdido por el deshielo 

La Guardia Civil investiga la identidad de los huesos encontrados por un grupo de científicos. 

Imagen del glaciar inferior de Monte Perdido.
Imagen del glaciar inferior de Monte Perdido.
Heraldo.es

La Guardia Civil de Huesca investiga unos restos humanos encontrados hace solo unos días en el glaciar de Monte Perdido. El deshielo, agravado este verano por las olas de calor, ha sacado a la luz fragmentos óseos de un cuerpo que de momento no ha sido  identificado. Se están cotejando los datos con las fichas de personas desaparecidas en el Pirineo en las últimas décadas. A una de ellas, un alemán de 44 años, se le perdió el rastro en el lago de Marboré, cerca del glaciar, hace 16 años. 

El descubrimiento se produjo a principios de la semana pasada. Un grupo de científicos que se encontraba en Monte Perdido, en el Parque Nacional de Ordesa, para realizar un estudio sobre la evolución del glaciar, se topó con unos restos humanos incrustados en el hielo que habían aflorado al reducirse el grosor de la capa. Tras dar aviso a la Guardia Civil, agentes del Greim de Boltaña se desplazaron hasta allí y estuvieron inspeccionando el lugar. Fuentes de la Comandancia de Huesca han confirmado el hallazgo y la apertura de la correspondiente investigación. 

Entre los restos encontrados figuran pequeños trozos de huesos de distintas partes del cuerpo y algún objeto personal. Al parecer, están bastante fragmentados, un hecho que puede deberse al movimiento del glaciar. El deshielo ya escupió el mes pasado  un piolet que posiblemente corresponda a las primeras ascensiones a esta montaña en el siglo XIX.

El caso ha quedado en manos del Juzgado de Instrucción y Primera Instancia de Boltaña. Ahora mismo los restos están en poder de los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA). Los expertos determinarán la datación de los huesos y si llega el caso, realizarán las pruebas de ADN para cotejar con familiares y confirmar la identidad. 

Los responsables de la investigación, además de analizar los objetos encontrados para tener una idea de la fecha del accidente, han echado mano de su fichero de desaparecidos en el Pirineo para comprobar si hay alguna persona que se perdió en esa zona.  

En la lista figuran cuatro montañeros. Precisamente, el expediente más antiguo, de 2006, es el de un alemán apellidado Kulosa, un alpinista de 44 años cuya última pista lo sitúa en el lago Marboré, cerca del glaciar de Monte Perdido, desde donde hizo una llamada de teléfono a la Guardia Civil informando de que estaba en medio de una fuerte tormenta. 

El desaparecido dijo encontrarse a 2.800 metros. Los rescatadores apuntaron entonces que, si había sufrido algún contratiempo, podría estar tapado por la nieve o bien oculto en una grieta del glaciar, a la que pudo caerse debido a la mala visibilidad de la tormenta. El vehículo de alquiler que conducía se encontró en Pineta. 

Los otros tres se perdieron lejos de esta zona. Françoise Dasnois, una ciudadana belga de 48 años, desapareció en el 2009, en la sierra de Guara, cuando hacía senderismo con su marido y su hijo. Se dio la vuelta para regresar sola al pueblo de Colungo, donde se alojaban, y nunca llegó. El danés Michel Nielsen, de 65 años, estaba hospedado en 2010 en Benasque, se fue a hacer una excursión y allí se quedaron sus pertenencias y el billete de avión. El único español es Ferrán Camps, de 23 años, que acampó en el ibón de Plan y cuya familia denunció su pérdida, también en 2010.

No es el primer cuerpo que devuelve un glaciar en el Pirineo aragonés por el deshielo. El caso más famoso fue el de Catherine Verón, una universitaria francesa, cuyo cadáver se encontró en 1992, 18 años después de caer a una grieta en el glaciar del Aneto. Otro glaciar, el Tempestades, guardó 47 años, entre 1954 y 2001, al alpinista de 29 años Joaquín López Valls, que intentaba abrir una vía en el pico Margalida cuando un bloque entero de roca cedió y lo arrastró hasta una rimaya (hueco entre la roca y el hielo). Es la desaparición más larga que se conoce, que acabó al encontrar unos excursionistas unos restos (huesos, un guante y una bolsa).

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