Escuela rural en Albalatillo: "Con alumnos de diferentes edades se potencia el respeto y el compañerismo"

El colegio de la localidad monegrina que resiste con cinco alumnos, es uno de los más pequeños de Aragón.

Davinia Portolés, con tres de los cinco alumnos de la escuela de Albalatillo.
Davinia Portolés, con tres de los cinco alumnos de la escuela de Albalatillo.
Patricia Puértolas

El pueblo está muy tranquilo. Las calles están prácticamente vacías y el silencio impera. La mayoría de vecinos o están en sus casas o ya llevan un rato en su destino laboral. A las 9.00, se escuchan fuera unas risas. "Ya están aquí", señala Davinia Portolés. Y sale abriendo los brazos. A su gesto, responden Adelina y Bianca, que estaban deseando volver a ver a su maestra. Después, llega el más pequeño, Mateo, de 4 años, que da unos pasos con cierta timidez y repite el gesto de sus compañeras. 

Los tres han comenzado el curso escolar en la pequeña localidad de Albalatillo y dentro de unos días, se incorporarán los dos alumnos restantes, Lucas y Álex. El pueblo no llega a los 200 habitantes y está ubicado en la comarca de Los Monegros, donde son varios los centros que resisten con un número limitado de alumnos. El colegio pertenece al CRA Monegros-Norte, que tiene su sede en Lanaja y que cuenta con aulas en seis localidades. En Orillena y Pallaruelo, tienen cuatro escolares en cada población y en Cartuja de Monegros, ocho. Las clases de San Juan del Flumen y Lanaja son más numerosas.

Estos primeros días han comenzado como lo harán el resto, con mucho afecto y una canción que invita a mover el cuerpo. "Lo hacemos a diario; es una forma amable y divertida de comenzar la jornada", explica Portolés, que lleva seis años en este destino.

Dentro de un colegio rural, la relación es muy estrecha. "Para mí, son casi como mis hijos", dice Portolés. "Somos una pequeña familia", subraya. Padres y madres también están incluidos. Antes de las 9.30, todos tienen ya las primeras fotos del día en el grupo de Whatsapp que comparten. Mateo sale con el camión recién incorporado al aula. A Bianca y Adelina se las ve felices descubriendo los nuevos juegos. 

Además de esa relación tan estrecha, la docente enumera otras bondades de estos pequeños centros, donde alumnos de diferentes edades comparten aula. "Aquí los pequeños aprenden de los mayores, saben que cada uno debe esperar su turno y que todos debemos ayudarnos. Los mayores pueden además mantener más tiempo el contacto con determinados juguetes", indica Portolés. "La convivencia es muy enriquecedora y ayuda a potenciar valores como el respeto o el compañerismo. Unos forman parte del aprendizaje de los otros", añade.

Davinia Portolés, con tres de los cinco alumnos de la escuela de Albalatillo.
Davinia Portolés, con tres de los cinco alumnos de la escuela de Albalatillo.
Patricia Puértolas

Otra ventaja está en el acceso al propio entorno. Así, si hablan de precios visitan la tienda y si la materia es sobre animales pueden verlos en la propia población. También está muy cerca el parque, lo que les permite hacer salidas frecuentes, sin el peligro de un constante paso de vehículos. Aunque sin formar grandes equipos, pueden jugar a diferentes deportes en el patio. Sus limitaciones también estimulan su creatividad.

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