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Roca Rey derriba la puerta grande y Cayetano Rivera le acompaña

Solo Ginés sale a pie en una corrida en la que el mayoral de El Pilar también fue sacado a hombros

Cayetano, Roca Rey y el mayoral de El Pilar, saliendo a hombros.
Cayetano, Roca Rey y el mayoral de El Pilar, saliendo a hombros.
Javier Navarro

De dos en dos y tiro porque me toca. Parece que con una salida a hombros no basta. Ayer hubo una rotunda, la de Andrés Roca Rey, y otra incomprensible, la de un Cayetano Rivera que, como Miguel Ángel Perera y Tomás Rufo el viernes, se benefició de la benevolencia del palco.

El usía Emilio Latorre estuvo impecable en la primera mitad del festejo, frenando la primera oreja pedida a Cayetano tras una faena de medio pase que discurrió por donde quiso el animal, pero su rigor se desvaneció con la concesión de las dos peludas del cuarto de El Pilar.

El toro tuvo un extraordinario pitón derecho, de lío gordo, que el diestro madrileño no acabó de enseñar. Se limitó a acompañar los viajes en el tercio del 1, y evitó la pelea en los medios, en los terrenos que reclamaban esas interminables embestidas.

Con dos o tres tandas de verdad, por abajo, hubiese valido para poner la plaza boca abajo. No era necesario recurrir al toreo accesorio, de rodillazos y arrebato en las cercanías, para alcanzar una puerta grande que ayer debió ser únicamente de Roca Rey.

El ciclón peruano ve toro por todas partes. Incluso ante mansos como el segundo, que de salida no quiso saber nada de su capote ni del de Antonio Chacón, pero después acabó encelado en la muleta hasta permitir una labor extensa y de dos orejas.

Roca Rey hizo todo a su favor. Lo sacó a la misma válvula para taparle la querencia; tardó en someterlo para que no se sintiera más obligado de la cuenta; y, cuando lo dominado, dibujó el toreo en redondo con varias tandas que minutos antes parecían inimaginables.

Hizo embestir a un manso de solemnidad, con un fondito de casta suficiente para que Roca Rey derribara la puerta grande. Y todavía le quedaba completar la tarde con otra faena de oreja, de “aquí estoy yo”, del torero mandón que es.

El sudamericano volvió a sacarse al quinto a los medios para crujirlo en media docena de tandas. El toro tuvo más duración que entrega. Roca, más profundidad que estética. Nada nuevo en un concepto pensado para arrollar, que dista del de Ginés Marín.

El extremeño se ha afianzado sobre el toreo clásico. Elude cualquier exageración, pero sabiendo interpretar las necesidades de cada momento y de cada plaza. Tiene las ideas claras. Y así lo declaró ayer, midiendo bien los tiempos y las distancias de su primero; y exprimiendo cuanto guardaba el sexto.

A este último, le enjaretó los naturales de la tarde. Lástima que el animal se acabara pronto. Lástima que Ginés no tuviera más fortuna en el sorteo de una corrida de El Pilar que, en líneas generales, ofreció clase y bravura. Tanta, que el mayoral acompañó (quizá de forma excesiva) a Roca y Cayetano en la salida a hombros.

Ficha

Plaza de toros de Huesca. Quinto festejo de abono de la Feria de San Lorenzo. Lleno en los tendidos, aunque no se llegó a colgar el cartel de «no hay billetes».

Cayetano, de azul marino y oro: estocada (ovación); estocada (dos orejas).

Roca Rey, de salmón y oro: estocada (dos orejas); estocada (oreja).

Ginés Marín, de corinto y oro: casi entera (oreja); estocada (oreja).

Seis toros de la ganadería El Pilar: bien presentados, bravos y con clase. De buen juego en conjunto.

Presidió Emilio Latorre: Mal.

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