toros

Inexplicable doble puerta grande de Tomás Rufo y Miguel Ángel Perera en Huesca

Triunfalismo en la presidencia. Solo el Juli, que cortó una oreja, salió a pie en la buena corrida de El Torero.

Tomás Rufo y Miguel Ángel Perera, ayer, saliendo a hombros de la plaza de toros de Huesca.
Tomás Rufo y Miguel Ángel Perera, ayer, saliendo a hombros de la plaza de toros de Huesca.
Javier Navarro

Huesca ya no es una plaza amable. Va mucho más allá. Y la razón no está en las peñas, sino en la presidencia. Carolina, como en la canción, trata demasiado bien. Solo así se entiende que Perera y Rufo salieran este viernes a hombros en una buena corrida de El Torero que se le escapó a la terna. Principalmente a un Juli que, de regreso a casa, es probable que asalte alguna finca para quitarse el mal gusto.

No es habitual verle salir a pie con un lote como el de este viernes. Sin entrar en la exigencia del palco, Julián debería haber marchado con un puñado de orejas en el esportón. Empezando por las dos que colgaban de un primer animal al que toreó a placer. Desde el recibo capotero, hasta un final de faena en el que se gustó, enroscándose las embestidas por ambos pitones.

Poco importó la falta de exposición. De acertar con el julipié, hubiese abierto la puerta grande a las primeras de cambio. Pero pinchó en hueso y se tuvo que conformar con un único premio. Escaso, considerando lo que había enfrente y la tónica general del encierro.

Con su segundo, El Juli siguió aliviado. Perfilero. Sin cruzarse. En versión festivalera. Acompañando el viaje; viendo pasar otro buen toro de El Torero que se fue con las peludas puestas, antes de que se desatara el triunfalismo.

Miguel Ángel Perera todavía se frota los ojos con su salida a hombros. El diestro extremeño topó con lo más encastado del encierro y estuvo por debajo de sus oponentes, que reclamaban mucho más mando.

Ante el segundo, siempre fue por dónde el animal quiso y acortó distancias antes de tiempo. Un baile de recién casados que acabó con una estocada trasera, pero efectiva, y el reconocimiento de la oreja.

Después tampoco dijo nada. Empezó entre enganchones; nunca llegó a templar; y volvió a meterse entre los pitones -sin haber podido al toro- para enlazar un sinfín de pases insulsos que fueron correspondidos con los dos trofeos. Toreo a peso, de desgaste, del que quiere alejarse un Tomás Rufo que este viernes fue de menos a más.

A su primera faena le faltó rotundidad y duración. El animal de El Torero derrochaba clase, sobre todo por el pitón izquierdo, pero no tuvo fondo para aguantar el sometimiento por bajo del joven toledano.

Después, con el cierra plaza, Rufo salió con la lección aprendida. Sin dejar el toreo fundamental, el único que lleva en la cabeza, obligó menos al toro y dejó respiro entre tandas. Comprendió la importancia de llevar la faena hasta el final y Huesca pudo conocer a un torero que, sin ser el de Madrid o Sevilla, estuvo por encima de las otras dos figuras.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión