La Ronda de Boltaña y Rozalén lanzan el videoclip 'La tumba de la golondrina'

La cantante es la voz invitada en la nueva composición del grupo aragonés, una obra que aborda también con ilustraciones el drama de la emigración y que avanza el disco que la formación sacará en diciembre. 

'La tumba de la golondrina' se ha lanzado a volar con fuerza. La última de las canciones de la Ronda de Boltaña, con la personalísima voz de Rozalén, ya se escucha a través de las redes sociales y su videoclip puede verse en Youtube. La composición, avance del disco doble que la formación musical sacará en diciembre  recuerda el drama de la emigración a través de las ilustraciones de Kim Aubert, Premio Nacional de Cómic.

Para este trabajo, la Ronda de Boltaña ha contado además con la colaboración de Maxi  Campo, quien ha conseguido crear "una preciosa historia visual". Además de Rozalén y los rondadores, en el vídeo aparece la bailarina oscense Violeta Borruel, que ya rindió homenaje a las mujeres altoaragonesas que cruzaban la cordillera para ir a trabajar a Francia. El zaragozano Javier Lavilla ha animado las ilustraciones.

El nuevo trabajo de la agrupación musical, que este año celebra su 30 aniversario, no ha defraudado. Al contrario. La canción une de manera poderosa las historias de la emigración, las de principios del siglo XIX y las actuales. La propia Rozalén ha comentado en sus redes que se enamoró de la Ronda de Boltaña en una escapada "muy especial al Pirineo".  "No sabéis lo que me emociona haber podido cantar con ellos esta preciosa canción con una historia y un mensaje tan potente", ha manifestado.

Para su nuevo disco, la agrupación tiene previsto contar también con Amaral, Carmen París y María José Hernández. 'La tumba de la golondrina' es una avanzadilla llena de novedades que conserva el espíritu solidario, reivindicativo y nostálgico de la banda. La inspiración y el propio título de esta composición se hallan en las mujeres de los valles más occidentales del Pirineo que a finales del siglo XIX iban por cientos a trabajar a las fábricas del alpargatas de Mauleón, en Francia. Allí estaba durante unos seis meses, con jornadas de 10 horas pero con un jornal fijo, el primero para muchas de ellas. Las llamaban las golondrinas porque se iban de casa hacia San Miguel, a finales de septiembre, y volvían en primavera.

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