Colas para subir al Aneto y primeros rescates del verano

Los atascos en la antecima coinciden con las altas temperaturas, que han empezado a derretir la nieve haciendo emerger el hielo dos meses antes. "La cadena de rescate está a la altura de las maravillosas montañas que hay en Aragón", afirma uno de los accidentados.

Una imagen de las colas en el paso de Mahoma y un rescate en el glaciar, el pasado fin de semana.
Una imagen de las colas en el paso de Mahoma y un rescate en el glaciar, el pasado fin de semana.
Ceym Reicaz

"Es la cuarta vez que subo al Aneto y cada vez veo menos nieve, más saturación de gente y más personas que no tienen experiencia ni preparación". Así se expresaba Alfonso Andueza, un montañero que el sábado realizó la ascensión al techo de los Pirineos y que acabó siendo rescatado por la Guardia Civil por una caída cuando se movió una piedra bajo sus pies. El pasado fue uno de los fines de semana con mayor afluencia de personas a la cima del valle de Benasque, donde volvieron a repetirse los atascos en el paso de Mahoma, a pocos metros de alcanzar la cumbre, los nervios para cruzar y las esperas de más de media hora. 

Pero el verdadero peligro no está en ese punto, como confirman las estadísticas, sino en el paso por el glaciar, donde ya ha empezado a emerger el hielo. El buen tiempo de esta primavera y sobre todo la ola de calor de los últimos días ha fundido la nieve. Este fenómeno se repite cada año, pero normalmente ocurre en agosto. La particularidad de este 2022 es que a finales de junio ya aflora la superficie de hielo fósil, dificultando la progresión y multiplicando el riesgo de un resbalón de consecuencias fatales. 

El llamamiento a la prudencia realizado por la Guardia Civil se ha anticipado este año a las puertas el verano. Todas las temporadas repiten los mismos consejos: subir con el material adecuado, piolet y crampones imprescindibles, y con la preparación necesaria.   

Buena parte del glaciar ya no está cubierto de nieve y emerge el hielo.
Buena parte del glaciar ya no está cubierto de nieve y emerge el hielo.
Ceym Reicaz

El año pasado se realizaron 40 rescates en el entorno del Aneto, 10 más que la media de los 6 últimos años, pero ningún accidente fue mortal. Este 18 de junio ya hubo dos intervenciones del Greim: el mencionado y el de otro montañero que sufrió una luxación en el hombro por un resbalón. 

Según el estudio realizado por la campaña Montaña Segura con los datos recogidos por el Servicio de Montaña de la Guardia Civil, el 70% de los accidentes fueron por tropiezos y caídas, seguido en un 22% por problemas con la toma de decisiones. Además, la sobreestimación de posibilidades está presente como precursor en el 60% de las intervenciones. El 43% de los auxilios se produjeron en agosto, coincidiendo con el mes de vacaciones por excelencia, pero también con el periodo en que habitualmente desaparece la nieve en el glaciar.

Jordi Clariana, presidente de la Asociación de Guías de Benasque, aconseja evitar el paso por el glaciar y tomar la ruta del ibón del Salterillo o subir por la cara sur, por Coronas. "En julio será peor", advierte, ya que si bien ahora ha empezado a fundirse la nieve, el hielo seguirá aflorando poco a poco. "Va a ser un verano complicado", afirma. A esto se suma "que cada vez sube más gente sin experiencia, personas que ni siquiera saben utilizar los crampones".

Testimonio de un accidentado: "La cadena de rescate funcionó a la perfección"

Alfonso Andueza es un médico anestesista navarro afincado en Madrid que el pasado fin de semana acabó de forma accidentada su cuarta ascensión al pico más alto de los Pirineos y tuvo que ser evacuado en el helicóptero de la Guardia Civil. Forma parte del 53% que se lesionan en el tramo de descenso. Pese a las heridas, le queda el grato recuerdo de la atención recibida, porque se deshace en elogios hacia todo el personal: el especialista del Greim, el sanitario del 061, los pilotos y los profesionales del Hospital de Barbastro

Alfonso Andueza, rescatado en la cima del Aneto el 18 de junio, recibe una primera cura en el lugar del accidente.
Alfonso Andueza, rescatado en la cima del Aneto el 18 de junio, recibe una primera cura en el lugar del accidente.
Heraldo

Andueza ha estado dos años apartado de la montaña por una enfermedad. Decidió llevar a su hijo, de 21 años, "porque mi padre también me llevó a mi", comenta. Los acompañaban un amigo y la hija de este. La ascensión fue bien, cumpliendo horarios, en buena forma... "Había mucha gente en el paso de Mahoma, lo mismo a la ida que a la vuelta". El accidente sobrevino en el descenso, en un terreno sin dificultad, "donde menos te lo piensas". Pisó un bloque de piedras que parecía estable, una cedió y el rodó con la roca. "Cuando me levante, vi sangre. Me faltaban las puntas de dos dedos, estaban como amputados, parecía una lesión fea". 

Sus conocimientos médicos le aconsejaron una cura rápida, no acometer el descenso por sus propios medios, porque necesitaría destrepar y a lo mejor usar el piolet, y decidió llamar a emergencias. "La gente que estaba alrededor se portó estupendamente. Alguien consiguió cobertura y avisó". El helicóptero con los socorristas llegó pronto. Recibió una primera atención en la montaña y luego en Benasque. El médico acabó pidiendo una ambulancia que lo trasladó a Barbastro, donde lo asistieron rápidamente. "Yo trabajo en un hospital y sé lo que son los tiempos de espera", dice. 

Tenía aplastadas las primeras falanges y el traumatólogo reconstruyó los dedos. "Toda la cadena de rescate funcionó a la perfección. Todo fue rápido: la llegada del helicóptero, el traslado, la atención en el hospital... Creo que no es mejorable. Esta calidad no surge de manera espontanea, requiere mucha formación, planificación, coordinación, generosidad, sacrificio, valentía, calidad humada....", afirma.    

Uno de los dos rescates del pasado fin de semana en el Aneto.
Uno de los dos rescates del pasado fin de semana en el Aneto.
Ceym Reicaz

Su cuarta ascensión a la mítica montaña le dejó la sensación de que ahora es más peligrosa, y "cada vez la veo más saturada", pero sobre todo el grato recuerdo de las personas que lo ayudaron: el Greim de Benasque ("gran labor desde el anonimato"), el médico que subió con él al helicóptero y lo curó en el sitio del accidente y en la base,  Juan Pérez-Nievas; Jorge, el enfermero que le acompañó hasta el hospital de Barbastro; Sandra, la auxiliar de clínica que estuvo a su lado en la cura quirúrgica; y por supuesto el traumatólogo. "Están a la altura de las maravillosas montañas que hay en Aragón y que yo siempre he disfrutado", concluye.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión