Benabarre recupera sus fiestas tras dos años con el Ball dels Palitrocs y la irónica Pastorada 

El programa arrancará este martes y se prolongará hasta el domingo con música para todos los públicos, actos tradicionales y la popular 'baixada dels carricotxes'.

Los danzantes más jóvenes bailarán en la novena de este martes en Benabarre.
Los danzantes más jóvenes bailarán en la novena de este martes en Benabarre.
Ángel Gayúbar

La travesía del desierto fiestera en Aragón ha concluido y, en Ribagorza, la localidad de Benabarre se apresta a disfrutar de los primeros grandes festejos del ciclo veraniego tras dos años de obligada ausencia y de programación bajo mínimos. Lo hace tras una concurridísima Fira de Sant Medardo que batió récords de asistencia el pasado fin de semana, especialmente en la jornada dominical, y con muchas ganas de diversión y de vida social de las gentes de esta villa de la Ribagorza oriental que esperan impacientes disfrutar de un amplio y variado programa de actos que arrancará este martes y se prolongará hasta el próximo domingo.

Las fiestas comenzarán este martes 7 con el que es, por lo íntimo, el momento más querido de todo el programa festivo para muchos benabarrenses; el acto del fin de la novena a San Medardo que tiene lugar junto a su ermita con la procesión de la imagen del santo patrón portada en andas y los fieles cantando sus gozos –que es acompañada en los últimos años por las evoluciones de los danzantes más jóvenes recuperando así una tradición secular-, la posterior misa junto a los caños de la fuente sagrada, la asamblea de la cofradía y la merienda para todos los asistentes. Llegará luego, en la noche benabarrense con la plaza Mayor como escenario, la siempre emotiva lectura del pregón, que correrá a cargo de los integrantes del grupo de teatro joven de la biblioteca municipal, y el estallido del chupinazo que oficializará el arranque de estas tempraneras fiestas.

El miércoles 8 se vivirá el día grande con la conmemoración de la festividad de San Medardo y la intensa vivencia de actos como la procesión en honor al santo por las calles de la villa acompañada por danzantes de palitrocs, gaiteros de Caserras y el Amo y el Pastor de la posterior Pastorada, la misa “'e Deum Laudamus' cantada por el coro de la parroquia, la actuación de los danzantes en el Ball dels Palitrocs, las 'recitaciones' de los 'versets' al santo de los más pequeños y de la tradicional Pastorada, la representación de un particular análisis en clave irónica de la vida municipal en los últimos doce meses –y todo parece indicar que este año de los dos anteriores marcados por la pandemia y la anulación sobrevenida de celebraciones y festejos varios- en un diálogo entre un pastor y su amo, en el que es uno de los momentos más intensos de estas fiestas benabarrenses.

El hecho de que el día grande caiga en miércoles –que es día laborable, lo que impide la presencia de muchos de los hijos del pueblo que trabajan fuera y, además, coincide con los exámenes de la Evau y con el final de los cursos escolar y universitario- mermará la presencia a los actos de gente joven y de emigrados pero no restará un ápice de emotividad a la jornada.

Las sesiones de baile de tarde, noche y madrugada, "con buenas orquestas, porque son las fiestas mayores y porque la gente así lo demanda", señala la concejal de Cultura y responsable del programa Sara Perna, las discomóviles de post-madrugada, los conciertos de pop y rock, las 'marxetas' –este próximo viernes- de la gente joven por las calles de la localidad que llegaron hace una docena de años para quedarse de pleno derecho en el programa de las fiestas, los juegos para los más pequeños o la cena popular no pueden faltar durante estos próximos días en estas fiestas que tendrán un último capítulo el domingo. Una jornada en la que se vivirá otro de los grandes momentos de la programación festiva con esa 'baixada dels carricotxes' que, tras 39 ediciones, se ha convertido en una de las señas de identidad más característica de los festejos.

Una 'baixada' en la que los jóvenes y no tan jóvenes de la localidad dejan volar su imaginación para fabricar unos delirante cacharros con los que afrontar el recorrido desde lo alto del Coll que domina el caserío urbano hasta la plaza Mayor en medio de un indescriptible jolgorio.

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