Estudiantes aragoneses se apuntan a un cambio de aires

Más de 400 alumnos de Secundaria de seis centros participan en un proyecto del Instituto Pirenaico de Ecología para comprobar sobre el terreno la contaminación atmosférica de su entorno. 

Los alumnos del proyecto, en una salida al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Los alumnos del proyecto, en una salida al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
IPE

El Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) ha puesto en marcha un proyecto que pretende que los estudiantes aragoneses se conciencien sobre la contaminación atmosférica y contribuyan a mejorar la calidad del aire de su entorno. La iniciativa científico-divulgativa lleva por título  ’¡Necesito un cambio de aires!’, y busca al mismo tiempo fortalecer la enseñanza de las ciencias desde la experimentación

En el proyecto participan más de 400 alumnos de ESO, Bachillerato y Formación Profesional de seis centros educativos de la comunidad: los institutos Sanz Briz, de Casetas; Reyes Católicos, de Ejea de los Caballeros; Miguel de Molinos, de Zaragoza; Leonardo de Chabacier, de Calatayud; Pablo Serrano, de Andorra; y el CPIFP Montearagón, de Huesca.

El proyecto nace en el contexto de la pandemia, cuando se ha situado en primer plano la importancia de la calidad del aire. "Conceptos como aerosoles o contaminación ya forman parte del lenguaje cotidiano de una sociedad cada vez más consciente de la relación directa que puede tener el estado del aire en su salud", señalan los promotores.

Lo lidera el IPE, centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Aragón, que busca así fortalecer la enseñanza de las ciencias entre los jóvenes centrándose en uno de los problemas globales más acuciantes: la contaminación atmosférica. Los alumnos de los seis institutos recibirán formación especializada y aprenderán a aplicar los ejes fundamentales del método científico con el objetivo de reducir la contaminación atmosférica y mejorar la calidad del aire de su entorno.

Un equipo de investigadores del IPE-CSIC imparte una serie de charlas formativas en los centros y reparte unos sensores que monitorizan en tiempo real la concentración de partículas en suspensión, compuestos orgánicos volátiles y CO2, entre otras variables. Estas sesiones se complementan con diferentes salidas al campo en las que los estudiantes podrán comprobar los efectos de la contaminación atmosférica en ecosistemas protegidos como el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido o la Laguna de Gallocanta.

Una vez recibida la formación, los centros plantearán sus propias hipótesis de partida en torno al problema que quieran resolver, realizarán la experimentación necesaria y elaborarán unas conclusiones acompañadas de una serie de recomendaciones y acciones que busquen mitigar la contaminación atmosférica. 

El colofón final tendrá lugar al término del curso escolar con la celebración de un congreso científico en el que los alumnos pondrán en común los resultados y expondrán las diferentes acciones de mejora de calidad del aire. Por último, los propios centros se pondrán en contacto con los ayuntamientos e instituciones pertinentes para tratar de implementar las medidas derivadas de su investigación.

Los alumnos manejan unos sensores para medir la contaminación atmosférica de su entorno.
Los alumnos manejan unos sensores para medir la contaminación atmosférica de su entorno.
IPE

El IPE-CSIC, a través de sus investigadores y técnicos, presta todo el soporte científico, técnico y divulgativo necesario. Según explica Jorge Pey, investigador de la Fundación ARAID en el IPE-CSIC y líder de ’¡Necesito un cambio de aires!’, “para que los docentes ejecuten la parte experimental daremos recomendaciones, contribuiremos a identificar en cada caso los posibles retos que en el contexto de este proyecto pueden abordarse y guiaremos a los docentes y estudiantes para que desarrollen una estrategia de comunicación eficaz”. 

Paralelamente, las experiencias docentes derivadas del proyecto se compartirán con los futuros profesores de ESO, Bachillerato y Formación Profesional que cursan actualmente el máster formativo en la Universidad de Zaragoza. El proyecto se hace en colaboración con la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, del Ministerio de Ciencia e Innovación.

Aprendizaje basado en la experimentación

Es un proyecto eminentemente práctico que pretende concienciar a través de la experimentación y la aplicación del método científico. Para Pey, “los contenidos relativos a la contaminación atmosférica se suelen abordar desde una manera teórica en las aulas. Nosotros creemos que es importante que los jóvenes experimenten y comprueben con sus propios ojos cuál es el nivel de contaminación de su entorno para que se conciencien de que es un problema real y puedan actuar sobre ello”.

Desde los propios centros educativos, tanto alumnado como profesorado, ya están notando los beneficios de aplicar el método científico en la práctica. Es el caso del IES Sanz Briz de Casetas (Zaragoza), donde ya se han puesto manos a la obra con el trabajo de campo. Sensor en mano, un equipo de estudiantes ha realizado mediciones en un total de 25 espacios del instituto, alguno incluso en más de una ocasión. De este modo, los jóvenes investigadores han analizado y representado en gráficas y tablas más de 5.000 datos que compartirán en un artículo científico y en una web creada con motivo del proyecto.

Por su parte, en el IES Reyes Católicos han analizado la calidad del aire de diferentes puntos de Ejea de los Caballeros con su proyecto particular ’¡Que corra el aire!’. Así, en el instituto no solo han aprendido a desarrollar una investigación, también han generado conocimiento que va a servir a la comunidad educativa a tomar conciencia de los impactos ambientales. 

“Se han elaborado materiales divulgativos sobre la metodología utilizada y los resultados obtenidos se van a compartir con el fin de involucrar a la comunidad para reducir nuestra huella de carbono. De esta forma, el proyecto se convierte en un aprendizaje-servicio para mejorar la calidad del aire que respiramos”, explica Marisa Ruiz, una de las profesoras implicadas en este proyecto. Al fin y al cabo, concluye Pey, “la educación y la concienciación ambiental son unas de las medidas más importantes para mejorar la calidad del aire”.

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