El plan para proteger los Mallos de Riglos prohíbe el salto base y más vías de escalada
El borrador del Plan de Uso y Gestión del Monumento Natural veta también las vías ferratas y la instalación de tirolinas. Los montañeros consensuaron las zonas de reserva para las aves, pero estudian alegar por otras restricciones.
Los Mallos de Riglos, Agüero y Peña Rueba, un paraíso para los escaladores, van a ver limitada esta actividad con la entrada en vigor del Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) que regulará las tres islas rocosas, declaradas Monumento Natural desde 2016. El proyecto de decreto, sometido hasta el día 25 de mayo a información pública, veta la escalada en algunas zonas, prohíbe abrir nuevas vías ferratas y pone fin a actividades como el salto base o el paracaidismo.
El borrador considera usos "a priori compatibles" con la protección del espacio natural la escalada en los Mallos, con paredes verticales de 300 metros, así como el senderismo en su entorno. Las limitaciones se justifican solo cuando amenacen la supervivencia de algunas especies de flora y de fauna. Aquí nidifican carroñeras como el alimoche y el quebrantahuesos, que conviven con el halcón peregrino, el cernícalo vulgar, el búho real o el buitre leonado.
El documento, publicado en el Boletín Oficial de Aragón, reconoce entre las amenazas para la conservación la instalación de tirolinas u otras infraestructuras para la realización de salto base, paracaidismo, ‘rope jump’ o ‘bungee’, deportes extremos de caída libre que quedan prohibidos. Sin embargo, es la regulación de la escalada, la modalidad más practicada, lo que verdaderamente preocupa a los montañeros.
Zonas tranquilas para las aves
El Plan Rector establece unas zonas de reserva, de tranquilidad para las aves, donde está prohibido escalar todo el año en cualquier modalidad y donde exclusivamente se podrán realizar actividades científicas. Es el caso de dos áreas establecidas en los Mallos de Agüero y otras tantas en los de Peña Rueba (Murillo de Gállego), consensuadas entre la DGA, ecologistas, montañeros y ayuntamientos.
Los Mallos de Riglos se consideran en su totalidad zonas de uso limitado, es decir, abiertas al uso público, pero con ciertas restricciones. Aquí se permite la escalada todo el año en la modalidad clásica (con medios de aseguramiento recuperables), pero la deportiva (vías equipadas con seguros fijos en la pared) queda limitada a las vías actuales. El equipamiento de nuevos sectores requerirá de una autorización especial de la dirección del Monumento Natural. Asimismo, todo el ámbito del PRUG está vetado a la instalación de nuevas vías ferratas.
Las prohibiciones se extienden a la recolección de fragmentos de rocas, cualquier actividad que suponga rotura de piedras, el uso de megáfonos o instrumentos que generen sonidos o realizar inscripciones, señales, signos o dibujos en piedras, prados o árboles. Tampoco se puede acampar o pernoctar, ya sea mediante vivac, chozas, tiendas, toldos o vehículos. Los animales de compañía solo podrán ir atados con correa.
Desde 2018, se ha intentado consensuar un Plan Rector de Uso y Gestión que regule qué se puede hacer y qué no, y de hecho se ha llegado a acuerdos en el establecimiento de las zonas de reserva. En la negociación ha estado la Federación Aragonesa de Montañismo (FAM), que ahora analiza el proyecto de decreto para decidir si presenta alegaciones antes del día 25.
Su vicepresidente y presidente de Peña Guara, Manolo Bara, señala como una de las principales discrepancias la prohibición de instalar vías ferratas, ya que cree que sería suficiente con presentar un informe de impacto ambiental previo.
Otro motivo de desacuerdo es la redacción del texto sobre nuevas vías de escalada, que requieren autorización expresa, "cuando la administración tiene potestad para restringir la actividad en cualquier época del año si afecta a la anidación de aves", precisa Bara, pese a reconocer que en los Mallos "ya están casi todas las líneas hechas".
"Ha sido difícil defender, ante los responsables de la administración y sobre todo ante una mayoría de representantes ecologistas, el uso público de la escalada", dice Bara, en desacuerdo con que "ya de entrada, se considere una actividad nociva y molesta".
En contra de prohibir el salto
El Ayuntamiento de Las Peñas de Riglos respalda la regulación de la escalada. "No puede ser que se crucen tres o cuatro vías. En una guía se contaban más de 200, y luego se han abierto otras", explica el alcalde, Juan Torralba, quien no se cierra a la autorización de nuevos sectores, eso sí, sometida a un comité de expertos donde estén todas las partes.
Torralba discrepa en la prohibición de vías ferratas. Solo existe una y se intentaba instalar otra para subir al mallo Fire, "la última", pero ya no será posible. Rechaza asimismo el veto al salto base. Cuando se trabajaba en el documento, dice, se acordó que se autorizaría con condiciones, pero el borrador lo prohíbe expresamente, "y en eso no estamos de acuerdo".
Hace años que comenzó a practicarse el parapente y luego llegó el salto base. "Recientemente los clubes celebraron aquí su asamblea y saltaron más de 30 deportistas desde todas las cimas. Si se queda así el borrador, ya no se podrá hacer, aunque estamos en periodo de alegar", explica el alcalde, que sí respalda impedir en los Mallos actividades como el ‘rope jump’ o ‘bungee’ o la colocación de tirolinas, "porque si no al final esto parece una feria".
