Vuelve a lo grande el Día de la Faldeta de Fraga

Se calcula que más de 2.000 personas han desfilado por las calles con el fin de exhibir con orgullo las prendas de vestir de sus antepasados y rendir homenaje a las ‘dones de faldetes’.

Celebración en Fraga del Día de la Faldeta.
Celebración en Fraga del Día de la Faldeta.
Patricia Puértolas

Fraga ha retomado este domingo con fuerza la celebración del Día de la Faldeta. Tras dos años de obligado parón, había muchas ganas de volver a lucir mantones, pañuelos y jubones. Toda la ciudad se ha volcado en la fiesta. A falta de las cifras oficiales, se estima que ha sido una de las ediciones más multitudinarias, superando las 2.000 personas ataviadas con la indumentaria tradicional.

Mujeres y hombres han tenido que levantarse prácticamente al amanecer, con el fin de vestirse de arriba abajo con las prendas que en su día utilizaban sus antepasados. Por suerte, y gracias a la callada labor de madres y abuelas, la mayoría ha podido exhibir piezas originales con más de cien años de historia. Se han visto trajes de faena y de mudar, de novia y de viuda, rematados con antiguas joyas y exhibidos con mucho orgullo. Tampoco han faltado los tradicionales peinados de rosca y picaporte. De nuevo, han sido muchos los grupos familiares y de amigos que han desfilado por las calles de Fraga.

La celebración, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, ha vuelto a tener la estructura de una boda. Por falta de tiempo, no ha tenido lugar la tradicional vestimenta de los novios y en su lugar ambos han sido recogidos ya vestidos por la rondalla de Peña Fragatina. A él, lo han ido a buscar al Hotel Casanova y a ella, a la puerta de Casa Berges. La novia ha lucido un hermoso mantón de seda y por supuesto sus siete faldetas, con la superior de raso y mantilla negra. "Me siento feliz y emocionada", ha señalado Marina Corcuera, a la que le ha tocado interpretar el papel de novia. A su lado, su ficticia pareja, Víctor Casas, también se ha mostrado "orgulloso" de poder contribuir "a mantener vivas nuestras tradiciones".

La novia ha sido el mejor ejemplo de las joyas textiles que guarda Fraga. Por debajo de su falda de raso, llevaba las faldetas de su bisabuela. También eran originales sus pendientes. Dentro del cortejo nupcial, han podido verse muchas mujeres con prendas similares así como otras vestidas con ropas de faena o de percal que se llevaban para ir a misa, de visita o los días de mudar. Tampoco han faltado las yayas o ‘dones de faldetes’, es decir, aquellas que representaban a las mujeres viudas que fueron las últimas en desprenderse de la indumentaria tradicional y que están en el origen de las celebraciones. De hecho, la fiesta se inició en el año 1977 como un homenaje hacia las más de 200 yayas que todavía vivían y que seguían llevando a diario sus faldetas, sayas y jubones. La última murió en 2007.

Inma Tiel ha vuelto a estar al frente del grupo de las ‘dones de faldetes’, del que han formado parte más de 15 mujeres y por primera vez, un hombre, Alejando Soroya, que vestía como un viudo del siglo XVII. Los interiores y el reloj eran originales. "Nosotras las hemos tenido en casa y por ello, nos vestimos como ellas, con el ánimo de recordarlas y homenajearlas", ha señalado Tiel. A su lado, Marta Menen también ha salido a la calle como lo haría una viuda del siglo XX. "El delantal y las faldetas son de mi bisabuela", ha explicado, sintiéndose "emocionada" de poder volver a disfrutar de estas celebraciones tras dos años de parón. Para la mayoría, la Faldeta "es el día más importante del año, el que esperas con más ganas; son nuestras raíces".

Algunos lo llevan tan dentro que ni siquiera han dejado de colocarse el mantón y las faldetas en pandemia. "Nos hemos vestido igual en casa. Para nosotros, es un día importante, que nos gusta compartir en familia y que celebramos todos los años. Se trata de una gran oportunidad de lucir los trajes que nos dejaron nuestros antepasados", ha explicado Irene Barrafón, vecina de Fraga, que ha desfilado junto a su marido, su hija y sus dos sobrinos. La fragatina ha lucido las faldetas de su bisabuela.

Aunque son ellas las protagonistas, el desfile cuenta año tras año con un mayor número de hombres. Jesús Arribas, vecino de Fraga, nunca falta a la cita. Del brazo de su madre, ha lucido un típico traje de faena, con camisa de lino y alforja. "Nos vestimos todos los años en familia; es un orgullo unirse a la fiesta y desfilar", ha dicho. Para lograrlo, han tenido que levantarse a las 6.30.

Por primera vez, el cortejo nupcial ha salido de los Jardines Juan Carlos I y además ha tenido que cambiar su recorrido habitual para esquivar las obras de recuperación del pozo de hielo situado en el Segoñé. El desfile ha atravesado el casco histórico, donde estaban situadas las estampas tradicionales, que, además de mostrar las formas de vestir de antaño, también han recordado los usos y costumbres de la población, con la recreación de oficios ya perdidos o estampas familiares o sociales de otro siglo.

El cortejo nupcial ha desembocado en la iglesia de San Pedro, donde ha tenido lugar la celebración religiosa. A su salida, los novios han sido recibidos con confetis y peladillas. Por las obras, el retrato de la boda y el homenaje a las ‘dones de faldetes’ también han sido trasladados al aparcamiento de la pista de Santa Quiteria. Para alargar la fiesta y darla a conocer, ha habido un mayor número de actividades de tarde así como visitas guiadas organizadas por el área municipal de Turismo.

El alcalde en funciones de Fraga, Santiago Burgos, se ha sumado a las celebraciones con el típico traje de balons. Para el primer edil, la alta afluencia ha constatado las sensaciones previas, donde "ya veíamos que la gente tenía muchas ganas de volver a vestir sus trajes y salir a la calle". "Para los fragatinos y fragatinas, es un día muy importante, en el que rendir un merecido homenaje a nuestras yayas", ha subrayado.

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