Rescatan a una pareja de corzos de morir ahogados en el Canal

Adelaida Sánchez cuenta cómo salvó la vida a los pequeños cérvidos que habían caído al agua en el término de San Esteban de Litera.

Adelaida y su marido junto a uno de los corzos rescatados.

Son muchos los animales que caen en las aguas de los canales aragoneses. Incidentes que suponen un gran peligro para sus propias vidas, puesto que al no encontrar manera de salir terminan ahogándose. Pero, no siempre el final es trágico. Un caso es el rescate de dos corzos el pasado sábado en el término del municipio oscense de San Esteban de Litera, por parte de una familia que tiene una casa en la zona.

Adelaida Sánchez paseaba durante la mañana del sábado a orillas del Canal Imperial de Aragón junto a su marido y su hijo cuando se percataron de que en el agua se encontraban una pareja de corzos que no lograban salir de allí, “uno de ellos súper exhausto”.

Llamaron a los servicios de emergencia, pero ante la situación no les quedo más remedio que intentar ellos mismos rescatar a los pequeños cérvidos. Con el primero, que “estaba mucho mejor” fue fácil, “mi marido le acercó un palo”, lo arrastraron y cuando logró llegar a la superficie “de un salto”, se marchó.

Tanto el esposo, como el hijo de Adelaida intentaron rescatar al segundo con el mismo método -aproximándole un soporte al que poder amarrarse-, sin embargo, no dio resultado. En esa coyuntura, “me tumbé en el suelo”, relata la mujer, que intentó “darle confianza” al corzo, que no se acercó a la familia  “hasta que no pudo más”. Entre todos, lo sujetaron de las orejas y las patas para sacarlo.

El segundo animal no consiguió continuar su marcha por sí mismo en un primer momento, por lo que Adelaida tuvo que curarle las heridas que se había hecho en una pezuña “con alcohol y yodo que llevaba en el coche”. Tras los cuidados, “durante casi tres horas”, el animal reanudó su camino, ahora sí, “por su propio pie”.

Mientras la familia rescataba a los cérvidos, un ciclista que pasaba por allí les contó que no era la primera vez que aquello sucedía, y no siempre resultada un final feliz “se ahogan conejos, jabalíes...” enumera Adelaida, que asegura que estas infraestructuras “son una trampa mortal” para muchos animales, ya que si caen “no tienen donde engancharse”. 

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