Las navatas para el descenso del Gállego el 24 de abril están casi terminadas

Se han atado ya los cinco trampos necesarios para construir las embarcaciones y se han colocado las remeras.

Los navateros de la Galliguera trabando este sábado en las playa de Murillo de Gállego.
Los navateros de la Galliguera trabando este sábado en las playa de Murillo de Gállego.
Asociación de Nabateros la Galliguera

La construcción de las navatas que el 24 de abril por la mañana surcarán las aguas del río Gállego entre las poblaciones riberas de Murillo y Santa Eulalia sigue avanzando. Este sábado ha sido un día de intenso trabajo en la orilla del cauce. Se ha adobado la madera, se han preparado las 'mortesas' y remallado la sarga. Los barreros que hacen de soporte para unir los maderos ya están listos y atados entre sí con los verdugos para formar los trampos. Ya se han unido los cinco necesarios y se han colocado las remeras. Esta labor artesanal ha contado con numerosos espectadores debido a la gran presencia de turistas en la zona.    

Este domingo no se trabaja y el sábado 23 de abril se terminará la faena. La construcción de las embarcaciones comenzó hace más de una semana, en la playa de Murillo de Gállego, donde incluso se ofrecieron  explicaciones de los trabajos realizados como forma de dar a conocer esta tradición.   

Tal como cuenta el historiador Severino Pallaruelo, durante muchos siglos los vecinos de Murillo de Gállego, Santa Eulalia y otros pueblos próximos se dedicaron a transportar madera flotando por las aguas del río. Los troncos procedían de los bosques de las sierras pirenaicas más meridionales. Se cortaban durante el invierno y luego eran transportados por pequeños riachuelos o por barrancos hasta al río Gállego. Allí bajaban flotando sueltos hasta Murillo donde, una vez sobrepasada la tremenda Foz de La Peña, podían ser atados formando almadías o navatas que bajaban hasta Zaragoza o continuaban por el Ebro hacia destinos más lejanos.

En la capital aragonesa, la madera, conforme iba llegando al Ebro, se sacaba del agua y se disponía para su venta en las eras próximas al río. Allí debía competir con la que venía a la ciudad, en carros, desde Biel, y con la que bajaba por el Ebro después de haber llegado a este río por el Aragón. Entre esta también había bastante que provenía de San Juan de la Peña, de Oroel y de las selvas de se extendían entre los dos montes.

Por el Gállego salía la madera de la vertiente meridional de ambas montañas y de los extensos bosques que crecían al sur de las dos peñas, pero la madera de las laderas septentrionales y la del valle de Atarés se conducía con bueyes hasta el río Aragón, donde eran atados los troncos para formar almadías en el ligadero de Santa Cruciella, junto al pueblo de Santa Cilia.

El viaje fluvial por el Aragón era más largo y más costoso. Por el Gállego se llegaba a Zaragoza -desde Murillo- en dos días. Por el Aragón se necesitaban seis o siete días. En el Gállego se pagaban derechos de peaje y azutaje, pero no se cruzaba aduana alguna. En el Aragón, además de pagar peaje y azutaje, se debían entregar los derechos aduaneros que reclamaba Navarra y varios onerosos tributos que exigían los nobles navarros por cuyos señoríos pasaba el río.

Los árboles talados en las selvas de Oroel, San Juan de la Peña y los montes próximos bajaron a Zaragoza, e incluso a Tortosa, por el río hasta comienzos del siglo XX, cuando se construyó el ferrocarril de Canfranc que enlazaba la capital aragonesa con Jaca y se perdió el oficio, que ahora se rememora con descensos en el Gallego, el Aragón y el Cinca. 

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