Invasión de ucrania

De Fonz a Ucrania en coche, en tres días, para rescatar a su familia

Salieron al día siguiente del estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania. Serhiy y Niko Fesyk recorrieron más de 7.000 kilómetros en seis días, partiendo desde Huesca. Esta es su historia.

Serhiy y Niko Fesyk durante el viaje.
Serhiy y Niko Fesyk durante el viaje.
Heraldo

7.000 kilómetros, 1.500 euros, 72 horas, 5 países. Estas son las grandes cifras de la historia de Serhiy y Niko Fesyk, dos hermanos ucranianos que el sábado 26 de marzo, a las 5.30 a.m., salieron de Fonz en dirección a Chernivchi, Ucrania, con el objetivo de sacar de allí a su familia. Lo hicieron en una VAN de nueve plazas. Las que necesitaban para traer a sus padres, Iván (82) y Vasilina (75), la mujer de Serhiy, Valentina; su tía, una prima y a los hijos de ésta, Irina (8) y Vasile (5).

A sus 51 años, Serhiy llegó a Fonz en 2002, donde trabaja en la quesería Valdecinca, regentada por Pilar Febas y por su hermano Víctor. “Sergio, que es como se le conoce en el pueblo, dejó su país para encontrar una vida mejor. Al poco de llegar lo contratamos, y aquí lleva 20 años con nosotros”, explica Pilar. Cuando estalló la guerra, no se lo pensaron. “Vete, y no te preocupes por nada”, le dijeron, “Qué íbamos a hacer”, rememora ella, con lágrimas en los ojos.

Serhiy con su madre y parte de los voluntarios de Rumania.
Serhiy con su madre y parte de los voluntarios de Rumania.
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Hoy la imagen es bien distinta. Ya en casa, con los suyos a salvo, Sergio respira tranquilo, aunque todavía incrédulo tras lo vivido. “No tuvimos tiempo de pensar en nada. Llamé a mi hermano, que vive en Salou, y vino directo esa misma noche, dormimos un poco y a la mañana siguiente, tan pronto amanecimos, emprendimos el viaje”, rememora. Con la ITV a punto de pasar, las ruedas desgastadas, el carnet de conducir provisional… “No pensamos en nada más que en sacarlos de allá”, destaca.

Recorrieron más de 3.500 kilómetros prácticamente sin realizar paradas. Se turnaban al volante mientras el otro dormía en la parte trasera de su VAN. “En mi ciudad, Chernivchi -a 35 km de la frontera con Rumanía- había un aeropuerto militar. Fue uno de los primeros puntos que atacaron”, recuerda. El miedo que vivieron durante esos primeros instantes de la guerra resulta indescriptible. Cuenta que salieron con lo puesto, sin pensar en nada. No había tiempo para detenerse. “Una amiga de la familia los llevó en coche a la frontera. Pasaron a pie, con lo enfermo que está mi padre y el frío que hacía”, relata. Eso sí, la ayuda humanitaria y los voluntarios que les atendieron en Rumanía, les salvaron la vida.

Serhiy con Pilar y Victor, de Valdecinca
Serhiy con Pilar y Victor, de Valdecinca
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Mientras tanto, ellos avanzaban, Francia, Italia, Eslovenia, Hungría y Rumania. “Ni siquiera teníamos conexión a internet en muchos lugares, no podíamos poner el GPS y tuvimos que comprar un mapa de carretera, de los de toda la vida”, añade. Pero ni eso, ni la nieve, ni el estado de las carreteras, pudo frenarles. Llegaron a Rumanía el día 1 de marzo, las retenciones para llegar a la frontera con Ucrania eran “eternas”.

Su familia estaba durmiendo en una iglesia cerca de Suceava, en un espacio que habían habilitado para refugiados. Cuando llegaron a ese punto eran las 3 de la mañana. “No nos atrevimos a despertar a nadie. Estaban todos tumbados en colchones colocados en el suelo, fue una imagen muy impactante. Solo salió mi mujer, llorando. Llevaba horas esperando”, relata.

A la mañana siguiente, tras llenar el coche de comida y bebida que les procuraron los voluntarios, emprendieron el viaje de vuelta. Era 1 de marzo, a las 13.30. “Lo primero que hicimos fue buscar un taller para cambiar los neumáticos. Ahora no íbamos solos. Queríamos tener a la gente a salvo”, destaca. Sergio destaca la cantidad de coches ucranianos que se toparon de vuelta a casa, en distintos países. La mayoría, de mujeres con niños. Cuando llegaba una familia ucraniana a cualquier lugar, la respuesta de la gente era inmediata: “Intentamos parar lo mínimo posible, pero ahora llevábamos niños y personas muy mayores, no podían estar sentados tantas horas”, explica.

Viaje de Fonz a Ucrania, en una VAN.
Viaje de Fonz a Ucrania, en una VAN.
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“No nos entendíamos, pero no hacía falta”

Cada vez que paraban, les ocurrían cosas que no olvida. “En Hungría, en un bar, una familia nos dejó zumo y comida en una mesa. No nos entendíamos, pero no hacía falta. No nos dijeron nada, pero entendieron que necesitábamos su ayuda”, rememora. También en Eslovenia, agotados, recalaron en un hotel de 4 estrellas. “Las habitaciones eran más de 1.000 euros, y nos las dejaron por 400”, prosigue, casi sin palabras.

Por supuesto, la solidaridad de la gente de Fonz y Estadilla, donde reside Sergio -y ahora toda su familia- ha sido insuperable. Pilar y Víctor no solo le apoyaron en su viaje sin dudar, también le adelantaron parte de su nómina. Mariano, del restaurante Carrodilla de Estadilla, le procuró un par de habitaciones. “He tenido que adaptar mi casa para nueve personas, y cuando me fui no tuve tiempo de esto, así que nada más llegar a Huesca, el jueves de noche, necesitaba una alternativa”, explica.

Eso sí, el sábado a las 7.00 de la mañana, Sergio estaba en la granja, trabajando. “Es un hombre honrado, trabajador y muy responsable. Pero sobre todo es una buenísima persona. Es horrible todo lo que están sufriendo estas familias”, concluye Pilar. Una historia con final feliz, en medio del drama que desde el pasado 25 de febrero están viviendo miles de familias.

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