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“Dejamos nuestros trabajos para mantener abierta la papelería del pueblo”

Sara Viñuales y Mariluz Abadía son dos amigas de Tardienta que en diciembre de 2019 decidieron cambiar de vida por el bien de sus vecinos.

Sara Viñuales y Mariluz Abadía regentan la papelería de Tardienta.
Sara Viñuales y Mariluz Abadía regentan la papelería de Tardienta.
Heraldo

Cuando Sara Viñuales y Mariluz Abadía decidieron coger el quiosco de Tardienta no pensaron que terminarían dejando sus anteriores trabajos para dedicarse totalmente a mantener este servicio activo en su pueblo. El establecimiento llevaba tres meses cerrado y un día en una charla banal pensaron que era una pena no poder comprar ni un bolígrafo sin tener que coger el coche.

Así es como empezó todo hasta que el 6 de diciembre de 2019 estas dos amigas subieron de nuevo la persiana de la papelería. En un principio, la idea era que el Kiosko Rayuela solo estuviera abierto por las mañanas. Mariluz trabajaba en un obrador de pan y Sara era profesora de extraescolares. Las dos tenían sus sueldos y gozaban de buena salud económica pero abrir este establecimiento no era cuestión de dinero. “Queremos que se pueda seguir comprando el periódico a diario, el material escolar o unas chucherías”, explica Sara, sobre sus motivaciones.

Una vez embarcadas en la aventura, junto con el quiosco, Sara y Mariluz ofrecen también el servicio de estanco. “La señora que lo llevaba se jubilada y también decidimos cogerlo. Somos las recogedoras de todo lo que se va cerrando porque queremos que el pueblo siga teniendo servicios”, aseguran.

Ambos negocios están separados pero en un mismo local donde hay sección de juguetería y también se pueden comprar pequeños regalos o detalles para eventos, así como libros. Además, Sara y Mariluz ayudan de forma altruista a los vecinos del pueblo con gestiones como la activación de las claves para acceder a la aplicación móvil del Salud. “A raíz de la pandemia, muchísima gente mayor venía a pedirnos ayuda con este tema. Tenemos ya preparada la solicitud para que la rellenaran y la llevaran al centro de salud. A nosotras no nos cuesta mucho esfuerzo y ellos necesitan ayuda”, explica Sara.

Pese a que su negocio abrió a las puertas de la pandemia, en seguida decidieron que debían invertir todo su tiempo en él, para poder abrir por la mañana y por la tarde. Así, ambas dejaron sus empleos para prestar servicio de lunes a domingo, de 9.00 a 13.30 y de 17.00 a 20.00, excepto el lunes y el sábado por la tarde, que cierran para descansar. “Teniendo el estanco y la papelería, si queremos mantener todo limpio y ordenado y atender bien al público, tenemos que estar las dos todo el día”, asegura Sara.

Su actividad es similar durante todo el año aunque en septiembre con la vuelta al cole notan un aumento de la demanda. “La gente del pueblo ha respondido muy bien, y compran aquí lo que necesitan”. Para Navidad su producto fuerte son los juguetes y ahora ya se están preparando para los detalles de comunión.

“Nos basta con sobrevivir y prestar servicio”

Con el cambio de vida, ni Sara ni Mariluz pretendían hacerse de oro. “Sabíamos que no nos íbamos a hacer ricas cogiendo el quiosco pero nos hemos ahorrado salir todos los días a la carretera. Ahora tenemos horarios más flexibles y nos organizamos entre nosotras”, explica Sara. En lo económico, reconoce que no están para “echar cohetes” pero se conforman con poco. “Nos basta con sobrevivir y poder prestar el servicio”.

Durante el confinamiento, pudieron abrir en todo momento aunque al principio solo lo hicieron por las mañanas. En las épocas de mayor incidencia, empezaron a llevar la compra a casa, sobre todo a las personas mayores que tenían miedo de salir a la calle. Desde entonces también reciben pedidos por whatsapp que se entregan en casa y se pagan por bizum. Estos servicios que surgieron como solución en un momento de crisis se han quedado ya de forma regular en el Kiosko Rayuela, que sigue llevando sus productos a los vecinos que están confinados. “Además de revistas y prensa, los juegos de mesa y los de manualidades han tenido mucho éxito”, explica Sara.

Junto con el trabajo de atención al público, tratan de estar activas en redes sociales y los estados de whatsapp son sus mejores aliados para dar a conocer sus productos. En ellos ponen las novedades que van recibiendo o explicaciones de juegos de mesa que se pueden encontrar en su tienda. “Esto es casi el bazar de Tardienta, hay desde auriculares inalámbricos hasta bolígrafos o juegos de estrategia”.

Poco más de dos años después de la apertura de Rayuela, estas amigas de Tardienta hacen un balance positivo, pese a la situación inestable de la pandemia. Para ellas ha sido un cambio radical en lo laboral, ya que, además de ponerse por primera vez al frente de su propio negocio, ninguna de las dos había trabajado nunca en la venta de cara al público. “Yo estaba acostumbrada al trato personal en las clases con niños pero esto no tiene nada que ver”, asegura Sara, quien confiesa estar encantada. “Tenemos una clientela muy variada, desde los mayores que vienen a por la prensa hasta los críos que quieren chucherías o juguetes. Ver sus caras de ilusión es muy gratificante”.

La labor social de Sara y Mariluz no acaba en el servicio que prestan en la tienda. Cuando llega el buen tiempo, organizan una vez a la semana las llamadas ‘Noches a la fresca’. Son actividades y jueves para los niños, como la simulación de un encierro de San Fermín, una guerra de agua o paintball. “No lo hacemos por negocio, sino para dar entretenimiento”, asegura Sara. De hecho, siempre les toca poner dinero pero, dicen, “la satisfacción de la gente nos compensa”. 

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