Un vecino de Huesca, de nacionalidad hondureña, se enfrentará el día 10 de noviembre en la Audiencia Provincial a una petición de casi 20 años de cárcel por una presunta agresión sexual con acceso carnal a una joven de 16 años con una discapacidad, compañera de clase de su hija, y también por intentar inducir a la prostitución a otra amiga de su hija de 13 años. El acusado, que estaba pendiente de una solicitud de asilo internacional en el momento de los hechos, se encuentra en prisión provisional, comunicada y sin fianza desde su detención, en diciembre de 2020. 

El fiscal pide para él 13 años y seis meses por el delito de agresión sexual -sustityendo la pena por la expulsión del territorio nacional una vez concedido el tercer grado, con la prohibición de regresar en España durante un periodo de 10 años-, además de la prohibición de acercase a la víctima durante 5 años y una pena añadida de libertad vigilada de 10 años; y 5 años y seis meses de prisión por el delito de solicitud de relación sexual a menor de 16 años -sustituida también por la expulsión una vez cumplidas dos terceras partes de la condena con prohibición de regresar durante 8 años- y 5 años de libertad vigilada. Y en cuanto a la responsabilidad civil, solicita 12.000 euros por daños morales padecidos y las secuelas psíquicas que le restan a la primera víctima y 2.000 euros por los daños morales a la segunda. 

Según el escrito provisional de la Fiscalía, el procesado llegó con su hija en 2020 en Huesca, donde esta comenzó el curso escolar 20-21. El acusado conoció a varias amigas de su hija del instituto, entre ellas una joven de 16 años con una modificación de la capacidad del 36%. Aprovechando la relación de amistad con su hija y que la víctima acudía con frecuencia a su domicilio, comenzó a enviar mensajes de Whatsapp pidiéndole mantener relaciones con alguna amiga suya, a lo que la joven le contestó que le mandaría contactos y buscó en internet anuncios de prostitutas para facilitárselos al acusado.

Siguió mandándole mensajes llamándola "mi princesita bella" o "mi tesorito" y le pidió quedar para darle un abrazo, aunque ella le preguntó a un amigo suyo y evitó ver al acusado. El 14 de diciembre de 2020, insistió a través de Whatsapp manifestándole que quería ser su novio y mantener relaciones, pero la joven le contestó que era ilegal. La niña, asustada, se negó pero sí accedió a venderle un tanga pensando que con el dinero que obtendría, ayudaría a su madre económicamente porque había que colocarle un aparato dental que era muy caro y quedó con él en la calle. 

En el encuentro, el procesado le propuso ir a un piso que estaba pintando y la joven accedió "amedrentada" con la única intención de que le pagara por el tanga. Pero una vez dentro del piso "y con ánimo libidinoso", el acusado le dijo que se quitara la ropa, excepto el tanga y el sujetador. La niña, asustada, accedió a ello, abalanzándose sobre ella para realizarle tocamientos. Ella intentó zafarse pero él reaccionó "con un tono amenazador y violento" que la asustó. Posteriormente, él se desnudó y la agredió sexualmente. 

Como consecuencia de estos hechos, la joven padeció un trastorno de estrés postraumático, sufriendo miedo, angustia, ansiedad, culpabilidad y vergüenza, debiendo recibir por ello tratamiento psicoterapéutico.

El acusado, guiado de idéntico ánimo y sabiendo la edad de las compañeras de clase de su hija, contactó con otra niña de 13 años a la que "con idéntico ánimo" envió mensajes de Whatsapp pidiéndole que le consiguiera una amiga para mantener relaciones con ella. Y como ella se negó, se lo ofreció a ella.