Los restos de Félix de Azara, pendientes del ADN para confirmar su identidad

El paleoantropólogo José Ignacio Lorenzo cree que el segundo centenario de su fallecimiento, que se cumple hoy, son la oportunidad para verificar que los restos inhumados hace 15 años en la catedral de Huesca son los suyos.

Placa con la tumba de Félix de Azara en la cripta de los Lastanosa de la catedral de Huesca. Por unas escaleras se baja al nivel inferior, donde aparecieron sus huesos.
Placa con la tumba de Félix de Azara en la cripta de los Lastanosa de la catedral de Huesca. Por unas escaleras se baja al nivel inferior, donde aparecieron sus huesos.
Rafael Gobantes

¿Es realmente Félix de Azara y Perera (1742-1821) quien está enterrado en la cripta de los Lastanosa de la catedral de Huesca, bajo una modesta placa que lleva su nombre? La documentación histórica dice que sí, que los restos del naturalista de cuyo fallecimiento se cumplen hoy 200 años reposan allí, junto a los sarcófagos de los ilustres hermanos Vincencio y Orencio Lastanosa, pero no existe evidencia científica de la identidad de los huesos inhumados hace 15 años, tras aparecer en un nivel inferior de ese lugar. El análisis de ADN para confirmarlo aún está por hacer.

El naturalista de Barbuñales, de noble cuna, reclamó su derecho a ser enterrado en la cripta de los Lastanosa, con los que estaba emparentado por línea materna, y así se hizo, señala la conservadora del Museo Diocesano de Huesca, Susana Villacampa. En 2006, con motivo de la restauración de este espacio, se encontraron en un habitáculo inferior, al que se baja por una estrecha escalera, los restos humanos atribuidos a Félix de Azara. Era habitual, explica Villacampa, el uso de carnarios en las iglesias, lugar donde se echaban los cuerpos hasta descarnarse para luego trasladarlos a osarios, una función que pudo tener el nivel inferior de la cripta.   

Cuando hace 15 años aparecieron aquí los huesos atribuidos a Azara se metieron dentro de una caja en una hornacina en la pared y se tapó con una placa con su nombre. Antes de que esta existiera, ya se veneraba como su tumba. Hasta aquí viajaba cada año una delegación de Paraguay para llevarle flores.

El paleoantropólogo y arqueólogo José Ignacio Lorenzo trabajó en la cripta de los Lastanosa cuando se restauró con motivo del 400 aniversario de Vincencio, el mecenas oscense. Él fue el encargado de exhumar el sepulcro de este y de su hermano Orencio para estudiar sus cuerpos embalsamados. "Me dijeron que había otra cripta más abajo y cuando accedimos al interior vimos que estaba llena de basura. El párroco comentó que ahí únicamente estaban enterrados Félix de Azara y algunos nietos de los Lastanosa". El espacio había tenido distintos usos durante siglos, incluso sirvió de refugio en la Guerra Civil.

Espacio bajo la cripta donde se encontraron los huesos atribuidos a Félix de Azara.
Espacio bajo la cripta donde se encontraron los huesos atribuidos a Félix de Azara.
Rafael Gobantes

Lorenzo localizó restos de huesos adultos y de niños y propuso a la DGA realizar un estudio genético contrastando el hallazgo con el ADN de los descendientes del naturalista, que no tuvo hijos pero sí sobrinos. La respuesta fue negativa y los huesos se inhumaron en el nicho de Azara sin confirmación genética.

"Los restos estaban muy deteriorados pero sí eran susceptibles de estudio genético. Sabemos que él estaba ahí enterrado y yo saqué huesos de un adulto que posiblemente sea él, pero habría que confirmarlo", indica el paleoantropólogo. Cree que el segundo centenario es la oportunidad para hacerlo y además resultaría sencillo porque guarda unas muestras óseas, lo que evitaría abrir la sepultura, y "hay descendientes, que se ofrecieron a ello". Solo sería necesario, concluye, "una datación de carbono 14 y un estudio genético comparando con los familiares para ratificarlo y dignificar de una vez al personaje".

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