Así se rastrea el embalse en busca del submarinista desaparecido en El Grado

La profundidad y el desconocimiento del lugar exacto donde se perdió dificultan la búsqueda de Mario Quirós, el militar de Melilla de 22 años. Participan 14 buceadores del GEAS de la Guardia Civil de Huesca y Madrid.   

Una imagen de la barca del GEAS este viernes rastreando el embalse.
Una imagen de la barca del GEAS este viernes rastreando el embalse. Se ha acordonado la zona y no se puede acceder a la zona de la presa.
Rafael Gobantes

"A esa profundidad no se puede hacer una búsqueda con medios humanos". El sargento jefe del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de Aragón, con sede en Huesca, resume así la principal dificultad a la que se enfrentan los 14 buzos de la Guardia Civil encargados de rastrear palmo a palmo el embalse de El Grado en busca de Mario Quirós, el suboficial del Ejército de Tierra de 22 años destinado en Melilla desaparecido en la madrugada del martes mientras realizaba una práctica del curso de buceo de asalto.

El GEAS lleva allí desde las 3.00 de ese día realizando inmersiones mientras hay luz natural. En cuanto se oculta el sol y empieza a perderse visibilidad bajo el agua se retiran para evitar que se les pase por alto cualquier indicio. Este viernes es la cuarta jornada y no hay previsión de cuánto puede durar la búsqueda. No está siendo fácil porque, como dijo desde el principio el sargento del GEAS Jesús Fernández, no saben el punto exacto de la desaparición. 

Mario Quirós estaba haciendo buceo topográfico. Por el tipo de ejercicio, en principio a poca profundidad. Debía seguir un rumbo para llegar a un punto y no perderlo. El jefe del GEAS no aventura ninguna hipótesis sobre qué le pudo pasar. "Todo depende del tipo de inmersión. Si son en profundidad puedes sufrir una narcosis, una intoxicación por nitrógeno. Si están utilizando oxígeno puro, una hipoxia, una intoxicación por oxígeno", explica. Otra posibilidad es que descendiera a mucha profundidad y durante mucho tiempo. Esto le hubiera obligado a realizar paradas de descomprensión para ir eliminando el nitrógeno residual que queda en el cuerpo.

La profundidad máxima del embalse, 72 metros, marca el trabajo de los buceadores de la Guardia Civil. A favor juega el hecho de tener buena visibilidad, aunque se trate de un pantano con lodos en el fondo. Seis miembros del Grupo de GEAS de Huesca realizan inmersiones periódicas en un área delimitada de unos 80 metros por 60, desde la orilla a la presa, en el espacio donde supuestamente se encontraba el suboficial Quirós. El límite del descenso son los 50 metros. 

Otros dos operadores de máquina, llegados desde Madrid, manejan las cámaras subacuáticas y el robot que rastrea el fondo, entre 50 y 72 metros, donde no pueden trabajar los buzos. Y a la espera de cualquier acontecimiento están otros seis componentes del quipo de buceo técnico de la unidad de Madrid, que se incorporaron el jueves y serían los encargados de sumergirse hasta el fondo en caso de aparecer el cuerpo. 

Jesús Fernández, el jefe del GEAS en Huesca, dirige el operativo de El Grado.
Jesús Fernández, el jefe del GEAS en Huesca, dirige el operativo de El Grado.
Verónica Lacasa

A 72 metros no se puede hacer una búsqueda con medios humanos, aclara el sargento, porque los efectos fisiológicos sobre una persona al bajar más de 50 son muy nocivos. "Si aparece cualquier indicio o el cuerpo, el equipo técnico de Madrid, que está a la espera, haría una inmersión puntual. Se sumergirían hasta el sitio marcado por el robot para realizar la investigación judicial y las fotografías y la extracción del cadáver", indica.

Este equipo técnico utiliza una mezcla de aire que han traído desde Madrid los especialistas en la que quitan parte del nitrógeno, tóxico a partir de 50 metros, para introducir otro gas inerte. Por debajo de esta cota, solo pueden estar unos minutos. Pasados unos 15 minutos, antes de poder salir a la superficie tienen que hacer 84 minutos de descomprensión, indica Fernández, lo que explica que ellos permanezcan como equipo de reserva.

La búsqueda bajo el agua se realiza de acuerdo a unos patrones. "El miércoles se hizo con toma de rumbos, siguiendo la ruta que pudo hacer el desaparecido y rastreando a ambos lados hasta volver a la orilla. Las áreas se van cubriendo por parejas hasta abarcar superficies mayores. Empezamos por algo sencillo y rápido y si no surte efecto, vamos a cosas más complicadas", apunta Fernández. Esa misma zona se ha delimitado con un campo de cabos lastrados que van al fondo, conformando calles paralelas con mayor o menor amplitud según la visibilidad. "Todo para asegurarnos de que no nos dejamos ni un milímetro sin mirar". 

La Guardia Civil recibió información por parte del Ejército del rumbo que tomó el desaparecido esa noche en su inmersión, del lugar por donde tenía que haber tirado. "El problema es si se fue hacia otro sitio". El agua del embalse no lo pudo arrastrar, señala el jefe del GEAS, pero pudo no seguir el rumbo correcto. Una dificultad añadida sería que cayera más abajo de la cota de 50 metros. "En el momento en que nos despegamos de la línea de la orilla hay un cortado muy grande y ya se baja a los 50 m, solo que haya avanzado un poco más si ha tenido cualquier problema y se haya ido al fondo...".

Seis años de búsqueda sin resultado en Canelles

La búsqueda en los embalses plantea condiciones específicas. En algunos hay poca visibilidad y no mucha profundidad, que no sería el caso. La abundancia de vegetación o los fangos del fondo tampoco representan un grave problema en El Grado. "A veces nos encontramos incluso con algún pueblo hundido y no es fácil moverse por debajo. En el mar las condiciones también son distintas, no es lo mismo en el Mediterráneo que en el Cantábrico, en cuanto a corrientes o visibilidad", comenta el jefe del GEAS de Huesca, donde trabajan además un cabo y seis guardias. 

El responsable del operativo no puede aventurar cuánto durará. En 2015 desapareció en el embalse de Canelles un hombre de 65 años al caer de una barca y su cuerpo nunca se halló. Se rastreó el fondo con un robot, se desplazó una cámara hiperbárica desde Madrid y se buscó durante semanas. Al cabo de un tiempo, los buzos regresaron para seguir buscando, pero pasados seis años aún no se ha encontrado el cuerpo.  

Otros accidentes de militares en acto de servicio

La provincia de Huesca ha registrado en los últimos años otros accidentes fatales de militares en acto de servicio. El 2016 fue un año trágico, con dos víctimas: el soldado Rubén Rangel Vizuete, de 25 años, que falleció como consecuencia de un desprendimiento de rocas mientras realizaba unas prácticas de escalada en Canfranc; y Víctor Martín Rebollo, de la UME, quien perdió la vida al despeñarse por un barranco cuando participaba en la búsqueda de un montañero desaparecido en Bujaruelo. Zaragozano, de 32 años, formaba parte del IV Batallón de Intervención en Emergencias. 

En 2018 perdió la vida Fernando Yarto, un comandante de 48 años de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales de Jaca. Resultó herido de un disparo fortuito que le alcanzó en la ingle, mientras supervisaba un ejercicio con fuego real en el campo de tiro de las Batiellas, y horas después murió en el hospital. 

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