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El novedoso plan de una maestra salva el colegio de Senegüé

La escuela unitaria no tenía alumnos suficientes para seguir abierta, pero    ha iniciado el nuevo curso con ocho escolares y    un proyecto educativo que utiliza la naturaleza.

Virginia Blanco, con los ocho niños que acuden a la escuela.
Virginia Blanco, con los ocho niños que acuden a la escuela.
Laura Zamborin

El colegio Miguel Servet de Senegüé es la escuela abierta más antigua de los pueblos que pertenecen al Ayuntamiento de Sabiñánigo. Se construyó en 1883 y desde entonces han sido muchas las generaciones de esta población y de Sorripas las que han comenzado su educación en este centro. Según las fotos antiguas que está recopilando un vecino, llegó a contar con más de 40 alumnos por clase. Pero este año estaba abocada al cierre, con la matriculación de tan solo dos alumnos. Sin embargo, ha iniciado el nuevo curso con ocho niñas y niños de 6 a 12 años gracias a un innovador proyecto educativo.

La artífice de esta bombona de oxígeno para el pueblo y de la salvación de la escuela es Virginia Blanco, la profesora que este año se hace cargo de esta escuela rural. Reconoce estar «muy ilusionada» porque gracias a su proyecto «la escuela sigue abierta». «Y esperamos que crezca, porque es un plan muy innovador que pone el acento en las personas, haciendo que crezcan felices y muy construidas», añade.

La de Senegüé es una escuela unitaria multinivel, es decir, que todos los alumnos aprenden al mismo tiempo y en la misma clase, independientemente de la edad que tengan. «Lo bueno de estar en este entorno es que la naturaleza tiene un potencial riquísimo para educar y todos los contenidos curriculares que por ley hay que impartir, se dan de forma diferente, no solo con libros», explica la profesora. De esta manera, «saldremos a la calle a hablar con ganaderos, astrónomos y científicos, utilizando el entorno».

La tecnología también estará presente. «No es lo fundamental, pero todos vivimos con ella y la escuela es el mejor lugar para aprender a utilizarla, con buen criterio y de forma responsable», explica Blanco. El centro cuenta con tablets y dos empresas han donado una pizarra interactiva.

La idea de poner en marcha este proyecto educativo surgió por la amenaza del cierre. Virginia Blanco vive en Senegüé «y aquí somos muy activos con el grupo de teatro y la asociación de vecinos, y siempre hemos estado moviéndonos para traer gente a la escuela porque hay generaciones que no tienen niños suficientes». Y para este curso «había que moverse». Transmitió lo que ocurría a Educación y preguntó si el departamento apoyaría un proyecto que garantizara un incremento de la matrícula. «Apostaron por él, hablé con familias que me conocen y otras que habían oído hablar de mí y les gustó tanto el planteamiento que hacen el esfuerzo de traerlos hasta Senegüé», explica. Al CEIP Miguel Servet acuden alumnos y alumnas de Senegüé, Sabiñánigo, Biescas y Villanúa. Ahora son 8, pero el número se podría ampliar.

La profesora indica que el proyecto quiere motivar a los escolares para que de ellos salga la necesidad de saber. «Aprenderán más emocionalmente y eso no se les va a olvidar en la vida. Tiene que salir muy bien y para eso voy a dar el 500%», asegura.

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