Refuerzo policial en Jaca para evitar el macrobotellón de la despedida del verano 

Durante la madrugada del sábado, los agentes disolvieron 17 intentos de reuniones para consumir alcohol en el Llano de Samper y otros ocho lugares tras el cierre de los bares el último viernes de agost.o

Es tan fácil como dejar el coche en el parquin, poner música y abrir las puertas. Así empieza un macrobotellón como el que hace una semana tuvo lugar en el Llano de Samper, junto a la Ciudadela de Jaca. Para impedir que la situación se repitiera la Policía Nacional reforzó la vigilancia en la zona durante la madrugada de este sábado con ocho patrullas más, apoyando a los mermados efectivos de la Policía Local. En total, disolvieron 17 intentos de concentraciones para beber, no solo en el aparcamiento sino también en otros ocho espacios de la localidad.

El viernes, los jóvenes querían aprovechar el último resquicio de las vacaciones de verano para disfrutar de "lo que la pandemia nos ha privado el último año y medio", según dijeron y tratar de burlar otro agosto con restricciones y con los bares cerrando a las 0.30. En el exterior de un establecimiento, un grupo afirmó: "Somos chavales y tenemos ganas de fiesta, y ahora mismo no podemos hacer otra cosa que juntarnos de esta manera". 

El 21 de agosto, el levantamiento del toque de queda fue un aliciente más para que se formaran los macrobotellones en la Ciudadela, tras el cierre de los bares. Pero la noche del viernes al sábado no  fue lo mismo, por la presencia de los refuerzos policiales. A las 0.00, 14 agentes de la Policía Nacional se juntaron en el parquin del Llano de Samper junto con la Policía Local de Jaca y un furgón policial de Canfranc. Los agentes se dispersaron por los lugares donde suele haber aglomeraciones. 

Unos minutos antes de las 00.30, algunos de los bares cercanos a la catedral ya recogían sus terrazas. Había sido una noche tranquila ya que mucha gente, consciente del horario de cierre, se dirigía a sus casas ante la falta de alternativas. Sin embargo, en el cruce de las calles Bellido y Gil Berges, la fiesta acababa de empezar. Varios grupos de personas se aglomeraron en el exterior de los locales con bebidas, sin distancia de seguridad y, la mayoría, sin mascarilla. 

Unos 15 minutos después, dos coches de Policía Nacional aparecieron por allí para disolver la improvisada reunión, con alrededor de 200 personas. Todos aquellos que llevaban un vaso con alcohol tuvieron que tirarlo. Algunos jóvenes esquivaron a los agentes saliendo por un callejón y otros esperaron en los laterales de las calles.

 Quedaron dispersados. Abandonaron la zona de ocio, pero se dirigieron hacia los glacis de la Ciudadela. Iban en grupos, distanciados entre sí y sin bebidas alcohólicas. Tras ellos, los agentes, que se acercaron con intenciones disuasorias primero y con la sanción después. La Policía Nacional realizó 48 intervenciones durante la madrugada, no solo por consumir alcohol en la calle sino también por drogas o desobediencia a la autoridad.  

"Trabajamos solo una hora"

José Antonio Buic, propietario de uno de los bares ante los que se producen aglomeraciones tras el cierre, afirmó que la situación "es un desastre". "La mayoría de clientes acuden a las 23.30, que es cuando se llena el bar, y debemos cerrar a las 0.30, por lo que, realmente, solo trabajamos una hora". Denunció que un negocio no puede mantenerse de esta manera "y llevamos así desde mayo del año pasado". En otro bar de la zona, un camarero sentenció: "Más vale que pongan toque de queda, si no esto seguirá pasando".

 

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